Parque de los Próceres, Av. Salaverry en Jesús María, un domingo cualquiera. Fotos: JLizarzaburu (hacer clic para ampliarlas). |
Una vuelta este fin de semana por el Parque de los Próceres, sede anual de la Feria Internacional del Libro, es un recordatorio urgente de lo que debemos evitar, de lo que hay que cambiar.
Es una señal permanente de lo que no se puede repetir, si lo que buscamos es una mejor ciudad.
Lo primero y lo más evidente es la mutilación progresiva a la que ha sido sometido este histórico espacio, antes parte del Bosque Matamula*, y que fue inaugurado en 1971 con el nombre actual.
Con el pretexto de implementar una serie de equipamientos urbanos para el distrito, el alcalde anterior procedió a tomarse progresivamente todo un sector del parque (lado derecho delineado con amarillo en foto aérea).
En este sector, colindante con el distrito a Lince, donde antes había áreas verdes hoy existe una colección de muros de distintas texturas y colores de unos 200 metros de largo, albergando oficinas y depósitos.
La entrada a un parque privado dentro del parque público, mientras este último permanece cerrado. |
Quizás lo más preocupante de este proceso, que ya lleva avanzando diez años, es la privatización de casi una quinta parte del parque a vista y paciencia de todos.
De las casi cinco hectáreas de extensión, como se puede ver en la foto satélite, aproximadamente una hectárea (9.000m2) es ahora administrada por una empresa que se abre al público a un costo de 40 soles la hora (US$12,5).
En 2008 fue primero un pequeño parque llamado Mi Mundo, al que después se fueron añadiendo juegos inflables, pista de patinaje e instalaciones de varios tipos.
Si bien es cierto que las instalaciones ofrecen 50% de descuento para los vecinos con DNI, el tema de fondo es la progresiva destrucción y privatización permanente que ha sufrido este espacio.
Al otro extremo del parque también se había concesionado un sector a una empresa privada, que según el aviso el permiso ha sido eliminado. |
Un espacio público, un parque, por definición es ese espacio que nos pertenece a todos. La autoridad municipal que elegimos es la que se encarga de mantenerla y administrarla bien, para nosotros, ofreciendo servicios públicos, para todos.
Un espacio público, un parque, es un espacio de encuentro, de construcción social, de ciudadanía. Y para cualquier persona un domingo, un lugar para pasarlo bien. Para llevar a mis hijos, para jugar.
Nada de esto sucede en (la parte pública d)el Parque de los Próceres, en Jesús María, desde hace años. El parque está cerrado con candado y luce abandonado. Lo único abierto es la parte comercial y privada.
El por qué sucede esto lo podemos adivinar. El por qué continúa este modelo es más difícil de descifrar. ¿No es papel de la Contraloría vigilar por posibles excesos? ¿O la Defensoría del Pueblo?
Anuncio con el tarifario de entradas, que va desde los 8 a los 40 soles. |
Cuando inauguraron la primera etapa de este pequeño parque de diversiones, en 2008, pusieron una placa señalando que se hacía con capitales privados de una ONGD llamada ‘Ventanas del Perú’.
Esta misma placa señala que los ingresos producidos por el parque se usarían para desarrollar proyectos para niños en abandono, que bien justificaba ese primer intento.
Una revisión rápida a este ONGD da como resultado que no existe información pública que dé cuenta del trabajo que realiza. El único dato encontrado en la página de Datos Perú, es que el presidente de esta organización es el ciudadano chino Qu JinXian.
El señor Qu JinXian, para mayor detalle, sería un presunto testaferro de Rodolfo Orellana, según ha informado ampliamente la prensa local.
Además, en la página web de la Municipalidad de Jesús María no hay un espacio donde se vea lo que se viene haciendo con el dinero recaudado con la iniciativa privada - como debería estar comprometida en informar.
Límite con el distrito de Lince. Toda la calle Capac Yupanqui, unos 200 metros de largo, antes tenía vista al parque. Ahora lo que se ve es una sucesión de estructuras municipales. |
Ya en 2013 una juez había ordenado que Jesús María pare los trabajos basada en una resolución de la Subgerencia de Operaciones de Fiscalización de la Municipalidad de Lima, “a fin de evitar que siga depredándose el lugar, que tiene la categoría de zona de recreación pública o área verde”. Pero evidentemente no pasó nada.
Ese mismo año publiqué una nota sobre algunos parques de Lima. ¿Cuánto hemos avanzado? ¿Qué mejoras hemos experimentado en el uso de nuestros espacios públicos? La respuesta no es alentadora.
Experiencias similares se vienen produciendo en distritos como Lince, donde ahora tienen una piscina privada en un parque público que es posiblemente la más cara del Perú. O los intentos de desaparecer el parque Manhattan en Comas. O el más reciente en Barranco, que quiso privatizar la playa Los Yuyos, hasta que la Marina de Guerra anuló el permiso original.
Un punto clave a tomar en cuenta es que esto no es un alegato contra la participación de la empresa privada en la gestión de espacios públicos. Lo que queremos advertir es que lo privado no puede reemplazar a la función pública, no puede tomar espacios a expensas de lo público, y que la autoridad municipal no puede abandonar su compromiso original con todos sus vecinos.
Al final, lo que debería ser un espacio de construcción de ciudadanía, un espacio de convivencia, una posibilidad de intercambio termina siendo lo opuesto: destruye toda aspiración a ser un ciudadano que respeta su espacio; genera aislamiento y descontento; aleja a Lima de su verdadero potencial.
“En una sociedad que es cada vez más privada el componente público está desapareciendo.
Por eso es cada vez más importante construir ciudades acogedoras, para que podamos conocer a nuestros vecinos y vivir directamente a través de nuestros sentidos.
La vida pública en espacios públicos de calidad es un componente importante de una vida democrática y plena”, Jan Gehl.
No existe información pública disponible sobre esta ONGD y sus actividades. |
*/ Nota sobre el Bosque Matamula:
Según se puede ver en el mapa de arriba, el originalmente llamado Bosque de Matamula, era un cuadrilátero que hoy es atravesado por la Av. Salaverry. Del lado derecho está el Parque de los Próceres y al frente el Círculo Militar.
Según informa la misma página web de este centro de esparcimiento, en 1949 durante el gobierno del general Odría él entregó este terreno público al Ejército para ser sede de su club, que se inauguró en 1965.
Fuente: http://www.circulomilitardelperu.com/historia.html