miércoles, 14 de noviembre de 2012

UNA VUELTA ALREDEDOR DEL CENTENARIO




Al ver caer a nuestros compatriotas por 4-2 en el estadio Centenario recordé mi visita al lugar hace unos meses. Había ido a Montevideo a averiguar por qué eran felices los montevideanos.

Cada vez que sale una lista de ciudades con mejor calidad de vida en América Latina esta pequeña urbe, de un millón y medio de habitantes y solo un terremoto en su haber, siempre figura entre las tres primeras.

De más está decir que su estadio me pareció una estructura de lujo. Algo despintado, y una que otra parte de capa caída, pero la integridad de su diseño se imponía por sobre las pequeñeces estéticas.

También me llamó la atención cómo se parecía al nuestro. Al anterior, claro está. Había una diferencia de unos 20 años entre ambos. El uruguayo había sido construido a principios de los años 30 y el nuestro, después. Cuando levantamos el Nacional, el estilo art déco seguramente ya había pasado de moda pero no por eso había perdido elegancia.

Y el José Díaz también tenía de eso: de integridad, de armonía, de prestancia. Pero a lo que iba. Es cierto que ‘calidad de vida’ significa varias cosas para cada uno. En general, más allá del acceso a servicios básicos, está vinculado con la sensación que se tiene respecto a temas de cohesión social, pertenencia, acceso a espacios públicos.

En mis recorridos por las calles encontré montevideanos de todas las edades que hablaban de lo mucho que querían a su ciudad. Y lo hacían con una convicción que solo acentuaba mi curiosidad, porque también hay limeños que dicen querer a Lima y el momento que les preguntas por qué, se hace el silencio.

Entre sus respuestas, con frecuencia se referían a un lugar importante para ellos: la rambla, que es como llaman a su malecón. Un malecón enorme y larguísimo a donde van todos ya sea verano o invierno. Cuando averigüé sobre la rambla montevideana resultó que, aunque no fuera obvio, había sido uno de los grandes proyectos de inclusión urbana que sus alcaldes habían diseñado hacía más de 100 años.

¿Cómo? transformando un lugar que era inadecuado para el paseo, en uno lleno de jardines, arte, centros de esparcimiento. Todo con el fin supremo de que sirviera a todos.

Me resultó increíble que 100 años después un ciudadano pudiera sentirse agradecido por tener algo así. Otro factor de felicidad al que se refería la gente era la sensación de vivir en un lugar donde se aspira a la igualdad.

Y bueno, seguramente que hay una larga tradición de factores que han contribuido a esa sensación. Como el haber tenido intendentes (alcaldes) comprometidos con la continuidad del proyecto de ciudad.

En esa visión, me imagino, a nadie se le ocurriría modernizar un estadio como el Centenario. Respetan mucho a su gente y su ciudad como para imponer algo así. Si acaso, levantarían otro, mucho mejor, en un lugar diferente. Es el mensaje de las acciones. ¿Qué mensaje me da nuestro estadio? Uno poco feliz. Lo veo sucio, barato y sin acabar. Y me recuerda que la felicidad va más allá de un partido de fútbol. Y que los limeños nos merecemos más que un gol.

Publicado en El Comercio: 13/6/12
Foto: citio.blogspot.com


sábado, 10 de noviembre de 2012

"¿QUIÉN ES USTED? ¡NO LO SÉ!


Lima Milenaria es la campaña que este Diario lanzó en noviembre del año pasado. A pesar del nombre, es un proyecto que se hizo pensando en el presente y, en particular, en el futuro. 

Para eso contábamos con dos ingredientes fundamentales: la evidencia inescapable de la arquitectura prehispánica, y el conocimiento acumulado por años de trabajo de arqueólogos y arquitectos, que le daban solidez y raíces al proyecto. ¿Por qué? Por varias razones.

Una de ellas, porque en esta gran diversidad cultural limeña no existía un referente simbólico que representara a la mayoría. Francisco Pizarro, con sus méritos y defectos, se había quedado chico. ¿Y era importante eso? Los urbanistas hablan con frecuencia de un concepto que tiene que ver con calidad de vida, felicidad y buen funcionamiento urbano: el sentido de pertenencia. O el alma de una ciudad.

El alma entendida como un valor intrínseco que le da solidez a su gente, proyección a su ciudad, que hace que la vida fluya mejor. No lo comes ni lo vendes, pero sabes que compartes algo que es importante para ti y para los demás. Y sucede que Lima es una ciudad sin alma. O quizás tiene muchas, como tiene muchos rostros.

Eso estaría bien si no fuera porque cada una existe al margen o por oposición a la capital. Pienso en las múltiples expresiones culturales que se producen en la calle: una procesión religiosa, una fiesta patronal, una reunión de migrantes. Quién puede negar que ahí haya alma, orden, sentido. Pero fuera de esas burbujas de identidad, muchos de esos ciudadanos que cumplen con las reglas de su organización se transforman en otros seres cuando les toca lidiar con la gran Lima. Y ahí todos estamos contra todos.

También lo vemos en muchas autoridades, municipales y de cultura, y la continua agresión contra el patrimonio que ejercen ellas mismas. Una explicación para esta actitud podría ser que no tienen idea de quiénes somos y de dónde venimos. Tener el cuento claro nos haría la vida más fácil. En lo que es patrimonio, por ejemplo, sabríamos cómo proceder y cuándo decir hasta aquí nomás a los excesos de la empresa privada.

Tener el cuento claro significa, por ejemplo, saber que la ciudad de hoy no habría sido posible sin esos limeños antiguos. Ellos trabajaron para nosotros construyendo canales de irrigación o dejándonos la quincha y el adobe. Saber todo esto debería poder darnos orgullo. Somos parte de un continuo de desarrollos culturales que nos hace originales y diferentes.

En enero de este año la alcaldesa, Susana Villarán, dio el primer paso al declarar Lima como Ciudad Milenaria y Ciudad de Culturas. En estos días, declaró junio mes de Lima Milenaria y puso el tema en la agenda de la ciudad. Ojalá tenga continuidad.

Al final, un sentido de pertenencia solo se logrará cuando todos, los nueve millones de limeños, sepamos de este importante pasado. Y sabiendo responder quiénes efectivamente somos, el futuro tendrá sentido. Y la ciudad también.

Publicado en El Comercio: 06/6/2012 
Foto: Exhibición LM, Instituto Riva-Agüero/El Comercio

miércoles, 7 de noviembre de 2012

"LOS SILENCIOS QUE SON TAMBIÉN UN RECUERDO"

Hoy quiero tratar de recuperar algo perdido. Será momentáneo e inmaterial y, por una vez, no se tratará de recuperar huacas, casonas o algún edificio en riesgo de ser silenciado para siempre. Se trata de un silencio que nació en mi infancia.

Esa fue una época en la que gozaba de la condición de nieto predilecto. El premio para tal título consistía en acompañar a mi abuela a todas partes, a pie. Ella era una empedernida caminante, y a mis ruegos de “por favor abuela, vamos en taxi”, me contestaba siempre con un “no molestes”.

Y así, de su mano, aprendí a caminar. Íbamos, o me llevaba, a Santa Beatriz donde vivían unos parientes. A Barranco, donde una de sus consuegras tomaba el té a las cinco. Al Rímac, adonde se habían mudado unos primos. Al Barrio Chino, donde tenía su médico y, por supuesto, íbamos, o me llevaba, al Jirón de la Unión.

Nunca entramos a una tienda. Ella no era de tiendas. Los destinos habituales eran casas de familiares, de amistades, o iglesias. Muchas iglesias. En el Centro, de la que más recuerdos tengo es la Iglesia de la Merced, y su claustro. Por eso el silencio. Porque recordé las veces en que entramos a ese lugar misterioso, que me generaba una sensación desconocida y placentera.

Lima, en esos días, era tranquila, y lo del claustro era como un silencio dentro del silencio. Es difícil de describirlo, a no ser que diga que era como sentir que había hojas que caían muy lentamente del cielo. Por eso hace unos días quise repetir la experiencia. El Comercio queda solo a tres cuadras y no había vuelto al lugar en décadas. Me preguntaba si todavía sería posible encontrar un espacio de tranquilidad en medio de la nueva ciudad que es Lima hoy.

Para mi alivio, casi todo seguía ahí: sus generosos arcos dieciochescos, los enormes lienzos de San Pedro Nolasco, la curiosa firma de Julián Jayo, cacique de Lurín y Pachacámac. Y el silencio. Este también estaba ahí, pero era menos evidente. O menos posible. Aun así, por un momento recuperé la sensación del niño.

Por un momento encontré esa tranquilidad y esa paz. Sí, eso todavía era posible en Lima. Solo que las hojas habían dejado de caer lentamente, y los gruesos muros de adobe hacían algo más que darle firmeza al edificio. Lo protegían de los gritos de la ciudad. Y sentado en sus amplias escaleras de piedra recordé otro tipo de silencio.

Muchos años después de esas caminatas, cuando ya Otilia andaba por los 90 años y sometida a una cama, una tarde fui a visitarla y se quedó dormida. A la derecha de su cama había una gran ventana. Era verano y ese día pude ver cómo el atardecer avanzaba sobre sus arrugas. Pasaron tres horas.

Al despertarse me miró. Tardó un segundo en reconocerme y solo atinó a preguntarme la hora. Son las seis, abuela. Se sorprendió y abrió un poco más los ojos: “¡Tan tarde!”, dijo. Y casi de inmediato añadió: “Perdona por el silencio”. Y pasa que hay días en que extraño esos silencios. Los de la ciudad, y los tuyos, abuela. Hoy fue uno de ellos.

Publicado en El Comercio: 30/5/2012 
Foto: http: www.skyscrapercity.com

miércoles, 24 de octubre de 2012

“DE TÚNELES, AVANCES Y RETROCESOS”


En Ate se está construyendo el mayor centro comercial para Lima Este: el Real Plaza, del grupo Interbank, tendrá todo lo que cualquier comprador puede esperar: restaurantes, cines, tiendas por departamento y, seguramente, escaleras mecánicas, suelos brillantes, y trabajadores sonrientes. Es una gran noticia para quienes viven en la zona. 

Y como para acelerar el proceso, el mismo Interbank le dio un préstamo de 19 millones de soles al alcalde de Ate para que todos los caminos lleguen a Roma. Es decir, al ‘mall’. Esto no tendría nada de cuestionable, sino todo el reconocimiento, si no fuera por cómo procedemos cuando encontramos “los obstáculos de la historia”.

De un lado del cerro estará el centro comercial (porque hay un cerro de por medio). Del otro está Puruchuco, el mayor centro administrativo inca, un entorno arqueológico de unos 2.000 años de antigüedad. Aquí, los que cuidan, protegen e investigan el lugar para que nosotros y nuestros hijos podamos gozar y aprender del pasado viven estos días con temor. Les han dicho que para unir la Av. Javier Prado con el centro comercial ya no se harán los túneles subterráneos, como se había prometido, sino que atravesarán el cerro.

Esto permitirá un acceso directo al Real Plaza desde ese lado. Y es en este punto donde cuesta entender. En Lima, con toda la riqueza arqueológica que tenemos, solo hay dos lugares, dos, que nos presentan un importante desafío, y una oportunidad, para demostrar qué clase de sociedad somos y hacia dónde avanzamos. Esos lugares son Puruchuco y la huaca San Marcos. A ambas en algún momento se ha intentado cortarlas “para avanzar”.

Pensar que esta es una manera de crecer solo puede ser producto de la ignorancia más peligrosa, o de un desprecio por nuestro legado, que merece toda censura. Alguna vez me han dicho: “Es que es gente que no se siente para nada vinculada con eso”. Pero en México, para citar un ejemplo reciente, Carlos Slim no tenía ni de indio ni de español. Hijo de libaneses, se sintió profundamente identificado con esa herencia, y fue el promotor de la conservación y la recuperación, tanto arqueológica como colonial de ese centro histórico.

Es más, hace unos meses iba en taxi en Santiago de Chile. De pronto, apareció un túnel y lo atravesamos. Al salir volteé para mirar qué había encima. Y vi el parque Santa Lucía, de unos 130 años de antigüedad. ¿Y nosotros? Cuando algunas voces bastante serias me dijeron que la razón para proceder así en Puruchuco era porque había presión del centro comercial, se los pregunté directamente.

La respuesta de los representantes de Interbank y el Real Plaza fue desoladora. A mi extensa batería de preguntas, que incluía su posición sobre el patrimonio, respondieron con un lacónico “el proyecto cumplirá y estará en línea con los permisos competentes”. No sé qué opinen ustedes, pero yo creo que no solo nos merecemos mejores respuestas. Nos merecemos mejores ejemplos. Después de todo, ¿no era que hay otros valores más allá del dinero?

Publicado: 23/5/2012 
Foto: Puruchuco.org

viernes, 19 de octubre de 2012

"LIMA AL DIVÁN O AL CALABOZO"


Hace unos días los resultados de una encuesta regional nos ponía en último lugar en la categoría de “país que menos cumple las leyes”. Cerca de un 90% de peruanos piensa que esa es la realidad, y no se equivoca. Leer eso me causó una extraña risa. No debería reírme, pero me reí. Creo que es el recurso del que no puede hacer nada.

Y días después, el politólogo estadounidense, Steven Levitsky, nos describía como uno de “los estados más disfuncionales de América Latina”. Y ya, por alguna razón, eso no me pareció chistoso. ¿Cómo reírte con un pronóstico tan reservado? En el caso de cualquier paciente enfermo la idea sería encontrar el remedio. Pero ¿dónde está el nuestro? Cada uno tiene su teoría.

Cuando hablé de la encuesta regional en Facebook, varios comentaron. Una amiga periodista se refirió a nuestro lenguaje, diciendo que el tema lo tenemos tan internalizado que incluso separamos por categorías. “El pendejo”, escribió, es el vivo, el que le saca la vuelta a todo. Y el “criollazo” es más que pendejo. Y en ningún caso hay una valoración negativa. Admiramos al que sabe sacarle la vuelta a la norma, y como que esos pequeños triunfos nos convierten en constantes davides ganándole al Goliat-estado…

Alguien más habló de educación. Es verdad, en toda discusión casi siempre se concluye lo mismo: nos faltan toneladas de eso. Sí y no. Para mí, el problema de nuestra esquizofrénica ciudadanía no es por nuestra falta de educación. El problema no somos nosotros, educados o no. Es un problema de autoridad. O de la falta de esta.

En esa misma conversación virtual hablé de los peruanos en el extranjero: toditos se portan bien. O la mayoría. Ahí no hay pendejo ni criollazo. Ahí todos nos portamos bien. Lo sé porque fui un migrante más durante muchos años y veía el comportamiento de mis compatriotas. Verlos manejar bien, pagar sus impuestos, ser solidarios con el vecino, era ejemplar. Lo que pasa es que allá a la autoridad no le importa qué grado de educación tenga yo. Lo único que le importa es que cumpla sus leyes. Y se encarga de decirme, por todos los medios posibles, que esa es la regla principal que tengo que aprender.

Y las empresas, ni qué decir. Este fin de semana leí que una de las mayores empresas inmobiliarias, Imagina, había estado tomando ilegalmente el agua para un proyecto. Agua que, según Sedapal, hubiera beneficiado a 5mil familias. La empresa ha sido multada. Por lo menos ahí hay un resquicio de autoridad.

¿Y el Estado? En la misma cola. Una de sus obligaciones, por ejemplo, es proteger nuestro patrimonio y cada día empresas como Imagina se traen abajo alguna joya de la arquitectura sin que nadie a ese nivel haga nada. Todos se hacen de la vista gorda porque creen que esa es su manera de apoyar el desarrollo. Vaya desarrollo. Lima está de psiquiatra. Pero, ¿qué hacemos? ¿Le damos diván o calabozo?

Publicado en El Comercio: 16/5/2012
Foto: APIC-Cataluña 

jueves, 18 de octubre de 2012

"ALERTA: LA CIUDAD SE DESPIERTA"



Confieso que muchas veces, y a propósito, caigo en el mismo cliché: la indiferencia del limeño es criminal. El mismo Alexander von Humboldt ya había hecho ese comentario cuando nos visitó hace 200 años. Pero estos días surgieron dos iniciativas que, aunque sea por un rato, nos devuelven el espíritu optimista.

Una de ellas vino de un conocido limeñófilo en las redes, David Pino, quien acaba de lanzar su más reciente iniciativa a través de Facebook: Alerta: Patrimonio de Lima. Este activista urbano se hizo conocido por su página de Lima la Única, una de las más populares en ese medio, y a través del tiempo he visto cómo un esfuerzo que al principio se veía meramente nostálgico, ha empezado a tomar forma.

La primera actividad la realizaron este sábado: una foto-protesta frente al antiguo local de Satchmo, en la Av. La Paz, en Miraflores. Consistió justamente en eso: tomarse fotos ante la casona por caer. Esta es uno de los últimos vestigios de una singular urbanización que creció aquí en los años 20 del siglo anterior.

¿Su objetivo? Llamar la atención sobre un distrito que está siendo arrasado sin que las autoridades hagan o digan mucho por proteger lo que queda. Pero punto a favor para los vecinos que ejercen su derecho a ser escuchados. La otra iniciativa tiene que ver con el diálogo. Hoy se trata de las casonas. Antes fue el serenazgo. Aun antes, el recojo de basura o muchos temas. Y la situación es la misma: silencio.

¿Qué pasa entonces con la transparencia, la democracia, la gestión de ciudadanía? ¿Quedan en suspenso mientras los trabajos continúan? Con esta preocupación en mente, hace 10 años se inició en Lima uno de los procesos cívicos más significativos lanzados desde un medio de comunicación: las audiencias vecinales.

Su creador fue el actual director de este Diario, Francisco Miró Quesada, y su preocupación es tan vigente hoy como lo fue en su momento: ¿cómo podemos hablar de democracia sin participación ciudadana?

Lo cierto es que a lo largo de esta década, unos 60 mil vecinos han dejado escuchar su voz ante sus autoridades, y el resultado de este trabajo acaba de salir en forma de libro. “Los desafíos de Lima Metropolitana”, escrito por Carmen Rosa Balbi y Manuel Ernesto Bernales, es un recuento sistematizado de esta experiencia, y su lectura debería ser material obligado para funcionarios municipales.

Este ejercicio fue diseñado justamente para que las autoridades escuchen. Leerlo es entender Lima desde la voz de los que no son indiferentes. Leerlo es entender una ciudad que resulta difícil para muchos. Muchos de los testimonios recogidos son conmovedores, pero al mismo tiempo son una indignante muestra de la gran distancia entre el ciudadano y quienes asumen la obligación de trabajar por y para ellos.

Nos falta profesionalización en las personas que asumen esta responsabilidad. Y nos faltan otras cosas. Pero hablábamos de un rato de optimismo. Digamos, pues, que falta sobre todo algo sencillo: un poco de cariño por lo nuestro.

Publicado en El Comercio: 9/5/12 
Foto: EC

viernes, 28 de septiembre de 2012

“LA CIUDAD HISTÓRICA Y LA CIUDAD ANÓNIMA”


Hace unos días estuvo en Lima don Manuel Ramos Medina, director del Centro de estudios históricos de México-Carso, y uno de los asesores del proceso de recuperación urbana del Distrito Federal. Era inevitable comparar nuestras ciudades.

Pero no voy a hablar del Centro Histórico. Eso lo publicaremos estos días en la entrevista que le hice. Con él también hablamos de la presión inmobiliaria y cómo eso había afectado a los distintos barrios de su ciudad. Lo cierto es que en todo sitio los empresarios siempre van a actuar de la misma manera: quieren todo para ellos, cueste lo que cueste.

La diferencia es que en otros lugares tienen un freno: la autoridad municipal. Y un fiscalizador: el ciudadano. En México no fue diferente. Ahí también se destruyó mucho –me dijo Ramos–, pero con el tiempo evolucionó la visión sobre patrimonio (la herencia de los ancestros para pasarla a generaciones futuras) y hoy es muy difícil traerse abajo edificaciones que incluso no tienen ni 100 años.

Y he aquí otro elemento que me ronda la cabeza. Sospecho que cuando hablamos de protección, algunos leen ‘colonial’, o limitado al Centro Histórico, o a lo que tenga sentido solo si sirve para el turismo internacional. Desde esta perspectiva, todo lo que son edificios del siglo XX están ahí para traerse abajo.

Casi como un regalo del tiempo a las inmobiliarias: les separaron ese terreno a la espera de que llegara el siglo XXI para derrumbarlas. Desde esta perspectiva, también, el ciudadano no existe o no vale la pena. Pero fíjense que la mayor parte de los grandes centros del turismo mundial son las bellas ciudades europeas. Son bellas porque hubo dinero para embellecerlas, es cierto.

Pero también por decisión de su gente y sus autoridades. Y lo son no solo para el turista sino, en particular, para la gente que vive ahí. Pero con el panorama que vivimos en Lima, ¿qué tipo de ciudadano es el que se forja cuando lo obligan a ser testigo de la destrucción de su memoria, de su pasado, de su identidad?

Miraflores, que era un distrito que enorgullecía a muchos por su estilo, ha sido tomado por una arquitectura anodina y barata que nunca podrá reemplazar la dignidad de un rancho, la elegancia de una casona o la presencia que, por ejemplo, tuvo la antigua urbanización Leuro. Y no solo es Miraflores.

Abundan, o abundaban, ejemplos de exquisita arquitectura de la primera mitad del siglo XX en distritos como Lince, Breña o Jesús María. ¿Vivir en el pasado? No lo creo. En casi todas las ciudades con algo importante que cuidar se ha respondido a la presión empresarial con reglas claras.

Y eso no es estar en contra del desarrollo. Eso es saber crecer. De repente va llegando la hora de que aquí, como pasó en México y en otras ciudades del continente, empecemos a revisar las reglas de juego. No vaya a ser que despertemos mañana y no sepamos si estamos en Phoenix, Pyongyang o Panamá. Aunque esta última, la podría considerar.

Publicado en El Comercio: 2/5/12
Foto:Tecnológico de Monterrey

viernes, 17 de agosto de 2012

"¿CULTURA SIN PATRIMONIO?"


Los organizadores tuvieron la generosidad de invitarme a moderar una mesa, aún después de la crítica que les hice en mi columna de los miércoles en El Comercio. Aunque más que una invitación, me hubiera gustado darme cuenta que el comentario tuvo algún impacto.  Pero no fue así. Más allá del gesto, no creo que pasó mucho.

En esa columna había cuestionado lo que para mí era el excesivo énfasis de este evento en cultura viva y las artes. Al escribirla, en el programa no había nada vinculado a patrimonio edificado (léase: huacas, casonas y edificios contemporáneos), lo cual me pareció una ausencia bastante sorprendente en un país como el nuestro.

Para empezar, al alejarse del debate sobre la situación de patrimonio edificado ellos mismos se estaban cerrando una enorme fuente de posibilidades. Yo no creo, por ejemplo, que los sitios arqueológicos tienen que estar gestionados siempre, o solo, por arqueólogos. No creo que los sitios históricos tienen que estar siempre, o solo, gestionados por historiadores. Para qué si no existe esta nueva profesión.

En Lima tenemos el lujo y la tragegia de vivir en una de las ciudades más ricas del mundo en cuanto a patrimonio edificado. Dónde tienes muestras de arquitectura que cubran un periodo de 4.000 años. Es verdad, casi todo está en mal estado, pero es ahí donde nos toca intervenir.

Para mí, los gestores culturales tendrían que ser los principales aliados, deberían ser los que están en la primera línea de lucha en la recuperación de estos bienes, que nos pertenecen a todos. Este es un campo nuevo que les toca a ellos reclamar.

Y ¿por qué los organizadores del evento no entendieron? Al titular esta mesa: "De la gestión pública a la responsabilidad ciudadana: poniendo en valor el patrimonio", entendí que su visión era otra. Que se desvinculaban de esta tarea, cuando yo entiendo que son ellos los que tienen que convertirse en puentes entre ciudadanía y autoridades.

Yo la habría titulado: "RECUPERACIÓN Y GESTIÓN DE PATRIMONIO: UN NUEVO CAMPO PARA LA GESTIÓN CULTURAL". Pero ¿por qué este énfasis casi enfermizo en las huacas y casonas?

Primero, porque no tienen voz. Y sin embargo, tienen tanto por decir.

Porque estas estructuras nos conectan de manera directa con el pasado.  Un pasado rico y creativo, que es fuente de fortaleza cultural e identidad en cualquier país.

Porque nos dan continuidad.  Pero además, porque las huacas constituyen tal vez el único legado que tenemos que nos conectan con una continuidad milenaria.

Porque ofrecen oportunidades de desarrollo y necesitan nuestra voz para recuperar vida.

Y porque es ahora, cuando la situación es crítica, que debemos juntar esfuerzos para salvar lo que tenemos. 

Dada la brevedad del tiempo no tuvimos mucho tiempo para dialogar con los asistentes. Yo le hice esta invitación a considerar esta visión a los jóvenes gestores culturales. Me hubiera gustado mucho escuchar su opinión.  La invitación queda abierta...

martes, 14 de agosto de 2012

"POR DÓNDE ANDAMOS"


No cabe duda que siempre es bueno parar y revisar lo avanzado. Siempre surge nueva información, o la que manejas la puedes ver desde otros ángulos. Eso me viene pasando mientras preparo el material que voy a presentar en la conferencia del MALI sobre la cultura Lima.  En mi caso, será para hablar de la campaña.

Uno de los puntos tiene que ver con el momento en que la campaña toma forma: ¿dónde empezar? Después de todo, en Lima hay evidencia de ocupación humana desde hace 12.000 años.  Pero esto no era único.  En muchos otros lugares del planeta uno puede encontrar información similar.  Había que buscar el elemento diferenciador.

Este elemento nos lo dio conocer la primera arquitectura monumental con la que todavía cuenta la ciudad: la huaca Paraíso, en el distrito de San Martín de Porres, con unos 4.000 años de antiguedad.  Eso nos dio un horizonte pero no nos ayudaba mucho para enmarcar una propuesta.  Básicamente, porque los templos de esa época fueron abandonados en algún momento y hay distintos puntos de vista sobre si tuvieron una propuesta urbana o no.

Si queríamos presentar la idea de una "ciudad milenaria", teníamos que encontrar ese momento en el que: 1- nadie dude de que se trataba efectivamente de una trazo urbano y 2- que tuviera continuidad en el uso del territorio hasta el día de hoy.

Es así que todo nos lleva a Maranga, corazón, centro, lugar de origen de esa ciudad primigenia. Que para suerte nuestra, había sobrevivido en buena parte gracias al Parque de las Leyendas.  Una vez teniendo las bases definidas, fue relativamente sencillo articular la campaña.

De lo avanzado hasta ahora lo más significativo ha sido haber conseguido nuestro primer objetivo: que la Municipalidad de Lima declare oficialmente a Lima como Ciudad Milenaria y Ciudad de Culturas.  De hecho la imagen que ilustra esta página es el logo que ha desarrollado la Subgerencia de Cultura para su propio programa. Aunque aún falta la Ordenanza prometida.

Por ahora, El Comercio continúa la campaña difundiendo información de lo que ha sido el desarrollo prehispánico de la ciudad.  Y la Municipalidad, por su parte, se ha enfocado en cultura viva, como un reflejo contemporáneo de ese lugar milenario y diverso que nos ha dado forma.

Uno de los temas pendientes por ahora es el poder llevar esta información, que nos pertenece a todos,  a los nueve millones de habitantes.

jueves, 26 de julio de 2012

“NOTAS PARA UN ATERRIZAJE BLANDO”



Empiezo a escribir esta columna en el aire. Pienso en las ciudades que acabo de visitar, que me dieron algunas ideas para reflexionar. Y pienso en la que es mi destino final: Lima.

Al revisar mis notas lo primero que veo es la cantidad de veces que repito las palabras “autoridad” y “ciudadano”. Las escribo en distintos contextos: porque los edificios nuevos respetan las alturas; porque se incorporó una casa antigua a la hora de modernizar la calle; porque nadie toca el claxon, etc.

Es una autoridad en el mejor sentido de la palabra. Una autoridad que fluye dentro de la vida de la ciudad para hacerla mejor, para darle calidad de vida, para hacerla más fácil de vivir, para embellecerla. Son lugares donde el ciudadano es la razón de muchas de las decisiones que se toman.

Y junto al ciudadano y la autoridad están los edificios, que dicen tanto sobre el espacio donde se encuentran. Londres y Ámsterdam son lugares donde la arquitectura moderna convive de buena manera con la antigua.

Al caminar por sus calles, más que sentirse violentado por la presencia de algo nuevo, uno siente que ninguna construcción está fuera de lugar. Cada edificio nuevo parece decir algo. Cada uno tiene personalidad propia, y es tan refrescante ver esta actitud.

Una tarde andaba absorto en todo esto cuando recordé esta frase de Borges: “No hables a menos que puedas mejorar el silencio”. Y eso es lo que estos edificios me transmitían: que cada uno fue levantado para mejorar lo anterior…

Es inevitable en este punto pensar en Lima. Aquí, por alguna extraña y perversa razón, se cree que para avanzar hay que destruir. Y lo que es peor, más allá de grupos de ciudadanos preocupados, no hay autoridad lo suficientemente firme como para proteger lo que nos queda.

El caso más reciente es el de la casona de la Av. La Paz, en Miraflores, donde funcionaba el club de jazz Satchmo. Esta casa es una de las últimas sobrevivientes de un estilo que le dio personalidad al distrito. Está a la venta y hay grupos de ciudadanos que creen que hay que salvarla.

¿Qué hace la autoridad? La autoridad se lava las manos. La Municipalidad de Miraflores dice que no puede hacer nada. La de Lima, tampoco. El Ministerio de Cultura, menos. Con esta actitud, ¿cómo se puede esperar que los ciudadanos nos portemos como tales?

¿Cómo se puede crear ciudadanía si la misma esencia de lo que constituye esta, su patrimonio, es abandonada por las autoridades que deberían salvaguardarla?

Esto me recordó una entrevista que le hice el año pasado a la alcaldesa de Montevideo, Ana Olivares, cuando hablábamos sobre unas casas del barrio de Pocitos que no tenían ni 100 años, pero que se las protege con uñas y dientes. “¿Por qué?”, le pregunté.

"Sencillamente –me dijo– porque nos recuerdan un momento en la vida de la ciudad”. Sin más razón que esa. Qué lujo. Y qué manera de aterrizar.

Publicado en El Comercio: 25/4/12 
Foto: Patrimonio de Miraflores

POSTDATA: En julio de este año, tres meses después de publicada esta nota, la municipalidad de Miraflores emitió una ordenanza que busca proteger las casonas históricas del distrito, creando un bono económico para los propietarios.  
 

martes, 24 de julio de 2012

“UNA NUEVA MARCA PARA UNA VIEJA CIUDAD”


Si uno mira una postal de Ámsterdam casi siempre tendrá lo mismo: uno de esos románticos canales, una elegante casona del siglo XVII o un deslumbrante cuadro de pintura holandesa.

En lo que no había reparado es en cómo estas imágenes pueden transmitir mucho más, y convertirse en las bases para una marca ciudad. Esto lo empecé a entender el jueves pasado.

Ese día, casi por casualidad, entré al Museo de Historia de Ámsterdam y aquí los curadores de la muestra “El ADN de la ciudad”, representan cuatro valores que, según ellos, han definido a esta urbe a lo largo del tiempo, y que es donde reside su fortaleza.

Estos son: su espíritu emprendedor (que podríamos decir está representado por sus canales), su creatividad (su pintura), su espíritu cívico (la ciudad) y su libertad de pensamiento (piense en las otras razones que hacen famosa a esta ciudad).

En el documento que se produjo para la campaña se mencionan las dos razones por las que las autoridades decidieron que era hora de una marca ciudad: hacia fines de los años 90, Ámsterdam había venido bajando en cantidades de turistas, de empresas que se establecen aquí, y en su selección como sede de eventos internacionales.

Y la otra razón era la fuerte competencia que empezó a venir de ciudades de la otrora Europa del Este, tras los procesos de recuperación urbana a los que fueron sometidas después de 1989, y que las hizo más atractivas para el mercado y los turistas.

Es así que en el 2004 lanzaron el lema “I AMsterdam”, una variante del “I love New York” de hace unas décadas. El objetivo final, como suele ser con campañas de este tipo, es atraer más turistas, más inversiones y más empresas, revitalizando el espacio y sus habitantes.

Según datos de la oficina de censos, el turismo aumentó en un 22% desde el 2005, y en el año 2010, en plena contracción económica global, la ciudad recibió 1 millón 200 mil turistas más que el año anterior.

Obviamente, todo esto me llevó a pensar en cómo sería una marca ciudad para Lima. Más allá de los importantes temas de infraestructura, que la hace no solo única y diferenciable, sino competitiva, en el contexto de ciudades latinoamericanas ¿podemos, o debemos, competir?

Quizás una ciudad como Ámsterdam haya empezado con ventaja cuando se metió en su campaña; pero si nosotros no hacemos algo ahora, cuándo lo haremos. Algo de esto hemos desarrollado desde la campaña Lima Milenaria, enfatizando en el valor único que nos dan los 4 mil años de arquitectura monumental en nuestra ciudad.

Que los limeños empecemos a darnos cuenta de las tremendas fortalezas que yacen bajo la ciudad antigua, que nos dan sentido hoy y nos permiten proyectarnos al futuro, ya será un gran avance en sí mismo. Y quién sabe, un día no muy lejano, un turista verá una postal de Lima y reconocerá, de inmediato, una ciudad que vale la pena.

Publicado en El Comercio: 18/4/12 
Foto de: rojotirandoanegro.blogspot.es

viernes, 20 de julio de 2012

“UNA CRUZ QUE MARCÓ LA DIFERENCIA”


Frente al lugar donde me hospedo, en la aldea de Stourton, en Inglaterra, se levanta una hermosa cruz medieval. Estas cruces eran monumentos de forma cónica, de 4 a 5 metros de alto y esculpidos en mármol, generalmente con imágenes religiosas, que fueron levantados en el pasado para recordar momentos específicos.

En la placa se lee que fue construida en 1373 y la razón por la que ahora está emplazada en este lugar: los vecinos y comerciantes de Bristol, la ciudad donde originalmente se levantó, no la querían ahí. La veían como un estorbo para el crecimiento de la ciudad. Un problema de siempre.

Eventualmente, esta pieza la compró el banquero Henry Hoare, en 1765, para colocarla en los jardines de su propiedad campestre, donde todavía se encuentra, para el disfrute de todos. En esa época, todo esfuerzo de protección quedaba en manos de filántropos o el buen gusto o el capricho de alguna gente rica. Y durante mucho tiempo este tema se veía así: como la preocupación de una minoría. Hasta que esa visión cambió.

En este país, por ejemplo, hoy existe una organización como English Heritage, que ve el tema de conservación del legado histórico, ya no en términos del gusto de una minoría, sino como una prioridad del país.

En su página web, esta comisión de edificios históricos y monumentos sostiene que en los últimos 30 años, todo lo concerniente a mantener viva la memoria del pasado pasó a integrarse en los planes de la economía británica, considerando su patrimonio como un importante recurso nacional.

Y esto sucede en un contexto empresarial e inmobiliario similar al que los limeños conocemos bien: la creencia de algunos de que para avanzar hay que destruir. Solo que en Londres esta tensión es más fuerte, ya que hay mucho más dinero en juego. Y, sin embargo, con todas sus reglas y limitaciones en cuanto a temas de patrimonio, quien diría que Londres es una ciudad que está en contra del desarrollo.

Curiosamente, aunque puede haber muchos temas que nos diferencian, tanto los británicos como nosotros somos pueblos orgullosos de nuestra historia y de nuestro legado. Solo que ellos nos llevan una clara ventaja en cómo lidiar con ello e incorporarlos en la vida del país.

“Inglaterra es un país histórico. Nuestra historia está alrededor de nosotros y debajo de nuestros pies. Es el escenario de nuestra vida diaria y le da variedad, carácter y calidad a los lugares donde vivimos y trabajamos”, dice su página web.

Es una cuestión de visión, de voluntad política y de reglas claras. Algunos dirán que los ingleses se pueden dar ese lujo porque son un país rico. Posiblemente sea así. Pero para poner en marcha muchas de estas ideas no se necesitan enormes presupuestos, sino voluntad.

Entonces, la pregunta es qué nos hace falta a nosotros. Por ahora, siempre que puedo, repito esta frase que leí en algún lugar: que mientras el patrimonio en los países ricos es una fuente de ingresos, en los países pobres es una fuente de problemas. ¿Cuándo nos daremos cuenta?

Publicado en El Comercio: 11/4/12
Foto: Stourton, con la cruz-torre a la izquierda. J. Lizarzaburu

martes, 17 de julio de 2012

"NUEVE MILLONES DE ISLAS"


Estoy en Londres, un lugar que además de gustarme mucho es uno al que tengo bastante que agradecerle. Aquí pasé 21 años de mi vida y es la ciudad donde aprendí las nociones básicas de lo que significa ser ciudadano. Y como suele ser con la mejor pedagogía, aprendí observando.

Era una mañana de intenso tráfico, en los primeros meses de haber llegado a la ciudad, y estaba en el auto con mi amigo escocés Bill Hendry cuando nos acercamos a un cruce vehicular. Estando cerca de la esquina mi ansiedad limeña me hizo gritarle: “¡Métete!”.

Bill solo atinó a voltear y mirarme con compasión mientras dejaba pasar al auto que cruzaba al frente. Cuando le pregunté por qué lo hacía, me respondió filosóficamente: "es el tejido social".

Con el tiempo fui entendiendo varias cosas. Ahí había más que cortesía. Había un orden que se iba armando cada día. Un orden invisible, pero siempre presente. Después hice un zoom mental a ese tejido social y vi el mismo orden que se armaba en la calle. Que la fortaleza de ese tejido estaba dada por cuán sólidas eran todas las hebras.

Y, curiosamente, no siempre había sido así. Nada más leer a Charles Dickens, cuyo bicentenario se celebra este año, para comprobarlo. Este gran crítico del orden social de la época retrató un Londres de gran pobreza, explotación infantil y divisiones sociales.

En la primera mitad del siglo XIX, cuando publicó “Oliver Twist”, su trabajo empezó a tener repercusiones. Ese retrato de la explotación infantil llevó a las autoridades a destruir las barracas de Bermondsey, al sur del río Támesis y hoy una de las zonas más caras de Londres.

Esta también es la época cuando surge el transporte masivo, y hay crónicas que relatan el desorden, el griterío, la aglomeración para tomar el bus. Tomó varios años conseguirlo, pero tras instaurar un sistema de multas a los peatones hoy todos ellos llevan en su ADN el beneficio de respetar una cola.

Quizá uno de los cambios más significativos que se dieron en estos 150 años fue el de avanzar hacia una sociedad más igualitaria. Londres hoy tiene problemas como cualquier ciudad de su tamaño, y sigue siendo una sociedad con problemas de racismo. Sin embargo, casi nadie diría que eso rige la vida en sociedad. O que la ciudad no funciona.

A lo que voy es que es fácil decir que Lima no puede cambiar. Pero una ciudad que avanza debe apuntar, siempre, hacia la igualdad de sus ciudadanos. La experiencia de otros lo demuestra. En Londres, en algún momento buscaron eso, yendo contra los privilegios de clase. Y esto no significó ni el fin de la ciudad ni el fin de los aristócratas que defendían esos privilegios.

Al bajar las barreras de las divisiones y buscar un trato más igualitario para todos, no solo ganó la ciudad. Ganaron los ciudadanos. Y aunque muchos critican a los británicos por ser muy insulares, en lo que corresponde al funcionamiento de su ciudad, ahí la tela es muy sólida.

En Lima, por el contrario, todos vivimos en nuestra isla personal. Somos nueve millones de islas. Así no hay tela que aguante ni ciudad que lo soporte.

Versión editada de lo publicado en El Comercio: 4/4/12 

martes, 10 de julio de 2012

"EN TIERRA DE SATURNO, TODOS TENEMOS HAMBRE"

Cómo somos los limeños. Apenas me enteré de que Gastón Acurio parecía estar detrás de un despropósito en la casa Moreyra, en San Isidro, lo primero que hice fue tomar la calle de la queja. ¡Hasta cuándo!, dije, y no paré.

Incluso se me vino a la cabeza la imagen del terrible Saturno de Goya comiéndose a sus hijos. Después entendí la libre asociación que había hecho. La ciudad nos devora, pero nosotros devoramos a la ciudad también. Lima es la ciudad de los Saturnos, donde para avanzar destruye, arrasa, extingue.

En fin, que me encontraba en ese estado de ánimo, hasta que empecé a averiguar más, como para poner las cosas en perspectiva.

Hablando con el Ministerio de Cultura, me aseguraron que la casona no estaba en peligro. Es cierto, se había aprobado la resolución para traer abajo el muro, sencillamente, porque el muro no era patrimonio. Recién fue levantado hace unos 15 años.

OK, ¿pero el entorno? San Isidro dijo que Cultura tiene la respuesta, y ahora Cultura dice que San Isidro tiene que pronunciarse sobre aspectos de estilo: si el edificio moderno que se pretende levantar en el perímetro de la casona no altera de manera dramática la integridad estilística de la zona.

Quien sí se pronunció de inmediato fue Gastón mismo. Su sueño, me dijo, es levantar en la parte externa de la casa uno de los diez restaurantes más reconocidos del mundo (no mencionó Michelin, pero está bien, la guía francesa todavía no incluye latinoamericanos en su lista).

Parte de la idea, inspirada en los mejores edificios que ha visto alrededor del mundo, en un contexto similar, es añadir valor contemporáneo a una pieza histórica. Y para conseguir su sueño está dispuesto a no ser limeño. Es decir, asegura que para tener este restaurante no quiere destruir sino aportar.

De pronto, me acordé del caso de la semana pasada cuando escribí del exceso de entusiasmo de una empresa en La Molina, que quería rodear la huaca Melgarejo de restaurantes, gimnasios y galerías, y el daño que se puede hacer sin querer o sin saber.

Para Gastón, tres pilares importantes de su proyecto son: poner en valor la Casa Moreyra; establecer puentes con el vecindario para que ellos también gocen del bien histórico; y contribuir al prestigio de la zona. “Cualquier aspecto que atente contra la estética de la zona yel valor histórico de la propiedad lo vamos a modificar”, me dijo. Y para eso cuenta con los mejores arquitectos.

Es así que tras el susto devorador de la primera noticia, me siento satisfecho con su respuesta. Le creo. Pero, ¿qué me queda de este asunto? Que hay una creciente preocupación por nuestro patrimonio.

Que cada vez estamos menos dispuestos a que nos sigan destruyendo la ciudad. Y que aquí, para bien o para mal, esto queda en manos de los alcaldes distritales. Por eso necesitamos municipios serios, profesionales, que trabajen para la ciudad y sus ciudadanos. La ciudad, sin duda, sabrá reconocérselos. Y un día, quién sabe, dejaremos de ser como Saturno.

Publicado en El Comercio: 28/3/12 
Foto: Diana Catalina Arbeláez, en Flickr

martes, 3 de julio de 2012

"LA CIUDAD QUE INVENTAMOS CADA DÍA"



La cuadra 2 del jirón Domingo Orué, en Miraflores, es un espacio que, a simple vista, los arquitectos nunca tomaron en cuenta. 

Durante mucho tiempo la indiferencia de sus edificios le dio un aspecto ajeno y desolador. Hasta que sus vecinos no aguantaron más. En los últimos tres años la calle empezó a cambiar.

Primero fueron unos artefactos de color que aparecieron sobre los muros; después unas jardineras con geranios y buganvilias; más adelante unas bancas de madera bajo arcos florales. Con el tiempo se sumaron otras calles y, poco a poco, en esa parte de la ciudad se gestó lo que hoy llaman el ‘museo de los vecinos’: siete calles a la redonda dedicadas a la transformación urbana.

No estoy seguro de que el resultado me guste, pero eso no cuenta. Lo importante aquí es la construcción de lo que el mismo artista que impulsó el cambio, el argentino Arnaldo Molinari, llama ‘calles de luz y de paz’. Espacios para ser felices (en la ciudad).

Y así como este entusiasmo vecinal está buscando recuperar la calle como espacio público, un exceso de entusiasmo puede ser resbaloso. Si no, veamos el caso de La Molina. Este domingo se anunció que una empresa privada, segura-mente con muy buena intención pero con muy poco conocimiento, está dispuesta a poner en valor la huaca Melgarejo.

Melgarejo es el sitio arqueo-lógico más importante de ese distrito, y la empresa en cuestión propone recuperarla a cambio de levantar en el perímetro circundante una serie de restaurantes, un gimnasio, auditorio, juegos infantiles y, debajo de la estructura milenaria, un estacionamiento para más de 300 autos.

Es cierto que en Lima hacen falta instalaciones de ese tipo, pero ¿es esa la manera de proceder? “Es como si alguien quisiera hacerle mejoras al Olivar de San Isidro a cambio de instalar restaurantes y tiendas alrededor”, me dijo un amigo arqueólogo con quien consulté el tema. Yo pensé en Pucllana, con un estacionamiento por debajo. Inaudito.

Pero más allá de gustos personales, el proyecto sería inviable por una sencilla razón: ese perímetro no solo es terreno público sino intangible. Forma parte del entorno arqueológico y por ley está protegido. Otro argumento de peso es que en todo plan de recuperación lo que debe primar es lo histórico, lo social y lo cultural, por encima de lo comercial.

En este caso, levantar restaurantes y galerías alrededor de la huaca no solo le quitaría perspectiva y presencia, tan necesario para apreciar un monumento. Le restaría dignidad y lo convertiría en accesorio de lo comercial. Por eso es también una cuestión de visión.

“La arquitectura apunta a la eternidad”, dijo el británico Christopher Wren, arquitecto de la catedral de San Pablo en Londres. Para los vecinos de la calle Domingo Orué, quien dicho sea de paso fue alcalde de Lima, esto no es un problema. Ahí, ese lugar que la arquitectura abandonó solo puede ser mejorado. En Melgarejo, la tarea es otra.

Publicado en El Comercio: 21/3/12
Foto: www.porlascallesdelima.com

viernes, 22 de junio de 2012

"DE HERENCIAS Y OTROS TRAJINES"


Cosa curiosa lo de esta mañana, pero salí al balcón en busca de inspiración y ahí mismo, de golpe, surgieron tres imágenes que armaron mi argumento para esta columna: la huaca, los obreros y el cartel. 

A la derecha estaba la huaca Pucllana que, tal como va avanzando su recuperación, es como ver a una hija que cada día que crece se pone más guapa. En el terreno anexo, un grupo de trabajadores desayunaba alrededor de una mesa, bajo un techo de esteras, antes de continuar con sus labores. Y directamente al frente tenía el enorme cartel del edificio que en breve empezarán a construir, con el nombre de edificio Pucllana. Debajo, como un beneficio adicional, dice “con vista a la huaca”.

Y, así, en tres rápidas imágenes volví a entender el concepto de patrimonio. O mejor aún, para qué sirve hoy.

El origen de la palabra ‘patrimonio’ tiene toda la calidez y la familiaridad que ella misma no posee: son los bienes que recibes de tus padres, de tus abuelos, de tus ancestros. Y en Lima recién ahora empezamos a reconocer que tuvimos muchos abuelos que nos dejaron una herencia considerable.

Podría decirse que todo empezó a cambiar un día, hace 30 años, cuando una arqueóloga, Isabel Flores, se paró frente a ese cerro abandonado, foco de conflicto social, y en lo que era una de las zonas más deprimidas de Miraflores, y dijo: ‘aquí hay algo que nos pertenece’, y empezó a excavar.Y lo que sucedió fue que empezó a transformar no solo el cerro sino el barrio, la ciudad y a nosotros mismos.

Pucllana hoy en día da trabajo a unas 45 personas, la zona se ha revalorizado, las propiedades se han transformado, y qué limeño no siente orgullo de ese lugar. Es algo que bien se puede imitar en otras partes de la capital. Por eso sentí un marcado optimismo este lunes.

Ese día fui invitado al primer taller de gestión del patrimonio arqueológico, convocado por la Municipalidad de Lima. Ahí estaban casi todos los representantes de cultura de los 43 distritos capitalinos. Algo inédito.

El evento había sido organizado con ocasión de la declaración de Lima como Ciudad Milenaria, Ciudad de Culturas, y estaba destinado a poner la primera piedra de un proyecto de trabajo conjunto, entre todos los distritos de la capital, para la puesta en valor de esa enorme y vasta herencia que tenemos desperdigada.

Es verdad, es una tarea enorme. Pero al mismo tiempo, tan cargada de posibilidades. Ahí estaban funcionarios de los ministerios de Cultura y de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) dispuestos a asesorar a los municipios, y será en mayo, cuando se realice el segundo taller, que veremos cuánto se avanzó en el compromiso y los planes.

Mientras tanto, de esta experiencia me quedó otra imagen: la del gerente de uno de los nuevos distritos de Lima que llegó sin saber de la existencia de huacas, y que terminó la sesión pidiendo información. “Estoy contento de saber esto y quiero que la gente de mi distrito lo sepa”, expresó. Ese hombre llegó sin nada y salió con algo nuevo: una herencia que reclamar, y dio un primer paso. Tal como sucedió hace 30 años con la huaca miraflorina.

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Columna, publicada en El Comercio,  14/3/2012

lunes, 11 de junio de 2012

TODOS VUELVEN


Hace poco recordé una frase que me dijo mi abuela meses antes de morir: "perdona por el silencio". Tampoco dijo mucho más y la soltó después de despertarse de una prolongada siesta de anciana.  Y en este momento siento que es lo mismo que quisiera decirle a este blog, "perdona por mi silencio".

Me doy cuenta que en los últimos meses me he dedicado a escribir para el diario, dejándo esta página abandonada. ¿Sino limeño? Veo que ha recibido visitas constantes y me alegra que la soledad no haya sido absoluta. 

La anterior entrada había sido la del aleluya, cuando la alcaldesa declaró a Lima, Ciudad Milenaria y Ciudad de Culturas. El inicio del camino...

Desde entonces qué ha pasado: en El Comercio hemos seguido publicado las notas dominicales, dando a conocer más aspectos sobre esa ciudad del pasado.  También empecé a escribir una columna los días miércoles, donde tengo la oportunidad de ampliar un poco mi abanico de intereses, hablando de ciudadanía, patrimonio, ciudad.

Existe la sensación, por lo menos a un nivel, que el concepto ha empezado a penetrar.  Ahora la Municipalidad ha asumido el programa y le tocará llevar la idea a los nueve millones de limeños.  Será entonces cuando empecemos a ver el verdadero impacto de esta noción.

Y hoy, simplemente para retomar el hilo, me pareció oportuno mostrar esta foto.  La de arriba, en blanco y negro, para mí es una imagen cargada de todo el potencial que veo en Lima.
 
Se trata de la huaca Pucllana hace 30 años, cuando la arqueóloga Isabel Flores había empezado el trabajo de recuperarla. En ese momento, seguro que ni ella sabía que le iba a tomar la otra mitad de su vida.

Y es que eso es Lima.  Acostumbrados a verla desde sus muchos problemas, pocas veces nos damos el espacio para verla como también es: un lugar cargado de tesoros.

Me gustaría creer que poco a poco empezaremos a aceptar esta grandeza.  La podemos recuperar y con eso, conseguir engrandecernos como personas. Hay gente dispuesta a ayudar a que sea así.  

En algún momento alguien pensó que esto era un ejercicio en chauvinismo, y no lo creo.  El chauvinismo para mí es inventar lo que no se es, o exagerar lo pequeño.  

Esto para mí se trata de una grandeza que es noble, porque fue denigrada, olvidada, abandonada.   

Y el gran regalo que hemos recibido es que buena parte todavía está ahí.  No hay que inventar nada. Las estructuras monumentales de 4.000 años de antiguedad todavía nos acompañan. Qué privilegio.
 
La imagen de abajo es Pucllana hoy.  Treinta años después.



jueves, 12 de enero de 2012

A PARTIR DE HOY. YA ES OFICIAL


Estoy escribiendo mientras la noticia aguarda para llegar a las casas de los limeños esta mañana. Sucedió. Ayer jueves, la alcaldesa de Lima firmó el decreto por el que declara a Lima Ciudad Milenaria.

No estoy soñando. La exquisita locura, el sueño quijotesco, el plan descabellado nace un día como hoy, viernes 13 de enero, que es también el día en el que abrí los ojos por primera vez hace algunas décadas. Si alguien tiene un regalo de cumpleaños que supere esto, que me lo cuente.

La campaña nació en este blog hace dos años. Durante casi todo ese tiempo, unas 20.000 personas, de un universo de 9 millones de limeños, habían leído estos esfuerzos por llegar a todos con esa información que venían desenterrando arqueólogos, arquitectos y otros apasionados, sobre un  pasado olvidado, ignorado, perdido.  No era suficiente.

Después, El Comercio con gran generosidad nos ofreció su plataforma para darle vida y amplitud a la campaña, y vaya si funcionó. En nada menos que dos meses logramos el objetivo de que la capital reciba este reconocimiento oficial. Increíble y prometedor, porque eso abrió muchas puertas.

Desde su lanzamiento, las muestras de adhesión fueron muchas y muy diversas en su origen como para ser solo un gusto pasajero: universidades, municipalidades, colegios, gestores culturales, arquitectos, arqueólogos, artistas, intelectuales, ciudadanos de a pie, todos nos escribían indicando no solo su apoyo sino su entusiasmo con la idea. Como que algo conectaba muy fondo en cada uno.

Hasta políticos. Sí. Ellos también. Solo que esta vez no para decepcionarnos. Estimulados por una joven congresista, miembros de todas las bancadas firmaron una moción de apoyo a la propuesta para declarar a Lima Ciudad Milenaria. El mismo presidente del cuerpo legislativo fue uno de ellos. El entusiasmo olía a pólvora.

Esto sucedía, lo creo, porque la propuesta tiene sus raíces en una sabiduría ancestral que no podía pasar desapercibida por más tiempo, y sospecho que esa información ya vivía en algún lugar de nuestro inconciente colectivo.  Tanta huaca alrededor no podía no haber impactado a algún nivel nuestro cerebro, y a pesar de que la historia oficial durante años nos había obligado a pensar que lo anterior no valía la pena, a algún nivel sabíamos que sí.

Es cierto que no es el final de la ruta. Falta la gran celebración, darlo a conocer a los cuatro vientos (y la Ordenanza, claro).  Pero por ahora ya es oficial.

Para los próximos meses la alcaldesa ha anunciado un plan de actividades que pasa por programas educativos, recuperación de huacas, festivales de cultura y más. Ojalá tenga la tranquilidad y el espacio para llevarlo a cabo.  En esta página, sin hacer política, siempre hemos creído en su visión de ciudad, que no es una ciudad para la próxima hora o para mañana. Sino una ciudad para todos los días y para el futuro.

También es verdad que existe la promesa de pasar la Ordenanza en el mes de junio. Pero eso va a depender de todas las fuerzas políticas. 

Junio es un mes muy limeño. Es el peor momento del invierno. El momento más duro, más frío, más gris y más nublado. Es ahí cuando de la nada, plop, surge la flor de amancay. Amarilla, intensa, aguerrida. Qué más limeño que eso. Un pueblo que lleva aquí, construyendo, amando, sufriendo, más de cuatro mil años.

Somos un pueblo resiliente y ese sería nuestro mejor homenaje a nosotros mismos.

Y mientras eso suceda, ya lo podemos decir: vivimos en una auténtica Ciudad Milenaria, Ciudad de Culturas. 


 
Foto: Huaycán de Cieneguilla - detalle de la plaza central con rampa.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL SUEÑO, LA AVENTURA Y LA REALIDAD


Esta campaña es una exquisita locura.  Pero una locura bien seria, que tiene sus raíces en las investigaciones que se han venido produciendo en los últimos 30 años y que transformaron todo lo que sabíamos de Lima antes de 1535.  Después de todo, ¿cuántos lugares del mundo pueden despertarse un día y decir: 'caray, se nos había olvidado de contar un par de miles de años'?.

Tanta gente reaccionó de manera positiva y asombrada al lanzamiento de la campaña de El Comercio, el pasado 12 de noviembre, que parecía que de pronto empezábamos a recuperar memoria. Como que salíamos de un aletargamiento de siglos.  "¡Las huacas están vivas!"dijeron varios durante el evento en el Parque de las Leyendas - el mayor centro arqueológico en Lima Metropolitana.  No me cabe duda que esa verdad la llevábamos dentro. Y salió.

A mí me gusta mucho la imagen que abre esta nota.  Para el evento mandamos a hacer unas banderolas con motivos prehispánicos limeños.  Verlas ondear en lo alto de las huacas, de mano de estudiantes de colegios de San Juan de Lurigancho, Comas y San Martín de Porres, fue emocionante.  Estos son niños que con el apoyo de sus profesores han reconocido sus ancestros en esta capital.

Mientras esto sucedía en el parque, en la página web del diario publicábamos el video de Lima Milenaria, un primer intento a contar la historia desde su principio.  Dura unos 8min.


El evento empezó con un concierto del grupo Pachacamac, que usa solamente instrumentos prehispánicos.  A eso le siguió "la procesión de las huacas", hasta llegar a este lugar de arriba, donde se realizó un pago a la tierra, y los discursos de rigor.  Aquí el director del diario, Francisco Miro Quesada, uno de los abanderados de la campaña.  Los representantes de la Municipalidad de Lima y del Ministerio de Cultura, ambos expresaron el apoyo definitivo de sus instituciones.  ¿Solo queda entonces encontrar una fecha?

Aquí un resumen en video de la ceremonia de lanzamiento:
http://elcomercio.pe/lima/1332558/noticia-se-lanzo-campana-lima-milenaria-revalorar-patrimonio-prehispani


Lo mejor de ese día fue la participación de los jóvenes. Unos 200 vinieron de varias partes de Lima, representando a los diferentes curacazgos de los tres valles, con lo que le dieron color, vitalidad y una dignidad muy especial al evento.  En ese grupo estaban los más chicos, del proyecto Colli, en Comas, niños de 8, 9 años de edad que andaban con micrófono y cámara en mano haciendo su video-reportaje.  Aquí el resultado.  Cosas así le dan tanto sentido a lo queremos conseguir.
http://www.youtube.com/watch?v=u-e72WlbQaA&feature=related

Si tienen curiosidad de ver cómo estaban los chicos de colegio, aquí las fotos:
http://www.facebook.com/media/set/?set=a.238887426172518.57669.197066140354647&type=3

Al día siguiente, domingo, me tocó despedir mi serie de perfiles de "Limeños de todas las cepas" con el personaje central de todo el año: Lima.
http://elcomercio.pe/impresa/pdf/1321160400/ECLI131111a12/

La campaña busca difundir toda esta valiosa información, pero también ponerla en su contexto más contemporáneo.  No es mirar al pasado para quedarse en el pasado.  Es recuperar de ahí lo que nos hace más fuertes hoy.  Es reconocer y aprender a vivir con un legado de creatividad y de adaptación al medio ambiente.   Eso debería darnos una nueva posibilidad para avanzar con paso más seguro.  Es un ejercicio de optimismo, es cierto.  Lo otro es no creer. Pero qué ganamos con eso.

sábado, 12 de noviembre de 2011

LANZAMIENTO DE CAMPAÑA CON EL COMERCIO



A partir de este sábado 12 de noviembre, Lima Milenaria se convierte en un objetivo y una ruta para el diario El Comercio.  A partir de hoy, nuestra identidad, nuestro camino hacia adelante y nuestro pasado milenario urbano, encuentra un camino más sólido y de mayor influencia para hacer de nuestro sueño una realidad.

Como hemos comentado en varias oportunidades desde este blog, no se trata de una fantasía ni de chauvinismo ni de un ideal falso.  La ciudad prehispánica de Lima existe.  A través del tiempo, y durante las varias ocupaciones culturales que tuvo este territorio, desde la gente que construyó los templos en U hasta los españoles, esta ciudad ha venido creciendo.

Pero así como esta página busca el reconocimiento oficial de ese pasado urbano milenario, desde la perspectiva de una sola lectura en la evolución de la ciudad, también es importante reconocer a la gente que hoy hace posible este importante salto: de no haber sido por la visión y el entusiasmo de personas como Martha Meier Miro Quesada, y del director del diario, Francisco Miro Quesada, esta campaña no tendría la dimensión que adquiere hoy.

Que existan personas así, que lograron ver el alcance de una propuesta como la nuestra y la decidieran incorporar en este medio de comunicación, dice mucho de su sensibilidad y de su compromiso con la ciudad y sus ciudadanos. 

Solo queda conseguir el objetivo mayor: que la Alcaldesa de Lima, Susana Villarán, declare oficialmente a Lima Ciudad Milenaria.  ¡Ojalá sea el objetivo de todos!

Seguiremos con este blog, aunque el trabajo más profundo de información empezaremos a hacerlo desde El Comercio.  Muchas gracias por su tremendo apoyo a todos los que nos siguen.