miércoles, 16 de octubre de 2013

PANAMERICANOS 2019: A CORRER POR LIMA… DEL SUEÑO A LA REALIDAD

El Museo del Perú, hoy Palacio de Justicia, en medio de zona peatonal.
No cabe duda que era el empujón que necesitábamos. Ya que el Bicentenario no había despertado ningún interés, los deportes deberían ayudarnos a tener el gran derrotero: una mejor ciudad.

Con gran sentido de la realidad y de la urgencia, hace solo unos meses el llamado gurú de las marcas ciudad, el catalán Toni Puig, me decía en una entrevista que a Lima solo le quedaban tres años para empezar a cambiar. Tenía razón.

Hacer algo ahora, cuando la fortuna todavía nos sonríe, tendría que ser nuestro mayor objetivo. En marzo, cuando hablé con él, todavía no sabíamos de vacas menos gordas, así que fue premonitorio. Transformar Lima es imperativo. ¿Pero hacia dónde?

Lo peor sería pensar que prepararnos para el 2019 significa solo una Villa Olímpica, más estadios y un super tren bala. Ya algunos soltaron sus ideas, por ejemplo, sobre qué otras instalaciones poner en la Videna, cuando un grupo de vecinos hace un tiempo viene pidiendo que está se reubique para que el sitio vuelva a ser el parque zonal para el que fue designado.

PRIORIDADES
Y hay que escuchar a los vecinos, porque llegó la hora de pensar en Lima, en serio. Eso pasa por calidad de vida para todos sus ciudadanos. Parques, espacios públicos y zonas peatonales serán fundamentales, al margen de que ahí vayan a ir atletas o no. Irán limeños.

Lo que rescato de la conversación que tuve con Puig, considerado uno de los cerebros más creativos que ayudó a la transformación de Barcelona en los años 80, fue lo que me dijo comparando las dos ciudades. La Barcelona que él conoció en los años 70 estaba incluso en peores condiciones que la Lima de hoy:

“la ciudad era un desastre. No había obras. Hacía décadas que no se había hecho nada importante. El transporte estaba mal, la educación estaba mal. Las calles estaban mal y las fachadas feas. Todo se caía. Había barrios que habían crecido muchísimo por la migración de los años 40, 50 y eran barrios miseria. Todo eso se tenía que rehacer”. Nosotros, en comparación, tenemos la ventaja de estar empezando desde un mejor lugar.

Para ellos, las Olimpiadas del 92 fue su gran empujón. Pudieron haber pensado solo en instalaciones deportivas, pero no fue así. Fue el gran pretexto para pensar en transformar Barcelona en una ciudad de primera división. Y lo hicieron.

SOÑAR EN GRANDE
Y ponerse ese objetivo era vital para ellos porque, según Puig, “en primera división están todas las oportunidades, culturales, sociales, económicas saludables. Una ciudad de primera división tiene más posibilidad de darles calidad de vida a sus ciudadanos”.

El equipo de gente que transformó la capital catalana eran todos inexpertos en gestión municipal. Pero eran unos genios. Artistas, intelectuales, soñadores, y esa fórmula funcionó. Los limeños nos hemos convertido en gente muy práctica. Quizás demasiado práctica. Ahora nos toca soñar un poco. Planificar, pensar. Tener una visión de la ciudad que queremos.

¿Quiénes están dispuestos a poner el hombro? Porque toca mojarse. No solo para el beneficio propio sino de toda la ciudad. Empresarios, llegó la hora de salir de sus cápsulas y empezar la carrera. ¿No les gusta la Lima de hoy? Ayuden a cambiarla. No es bueno para nadie vivir entre muros, separados de los demás. 

Hoy parece que hay voluntad política. Los ciudadanos no quieren otra cosa. Aprovechemos el momento.

Las imágenes de mi columna hoy día responden a eso. Imagino una ciudad donde el peatón tiene espacio. Donde el ciudadano puede ser feliz. Donde la jungla se abre para su regocijo. Con la ayuda de tres estudiantes de arquitectura de la Católica: Augusto Días, María Ángela Mejía y Renzo Pascual, conseguimos visualizar ese sueño. Soñemos todos un poco más. Igual lo conseguimos.

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