Las razones pueden ser varias, pero la realidad es que una vez más grupos de ciudadanos comprometidos con la preservación y el futuro de nuestro rico patrimonio estamos divididos.
Las opiniones difieren sobre el valor o la necesidad del Decreto Ley 1198, que permite la posibilidad de compartir la gestión de un sitio arqueológico con otras organizaciones, incluida la empresa privada.
Resulta comprensible oponerse a esta medida. Las razones abundan.
Para empezar, el crecimiento económico de los últimos años generó una presión innecesaria y destructiva sobre huacas, casonas y espacios públicos, sin que las autoridades pudieran hacer mucho.
ANTECEDENTES
Después de varias décadas donde el limitado desarrollo económico había dejado las cosas relativamente quietas, o abandonadas, en pocos años muchos hemos visto una arremetida casi diaria, por ejemplo, del sector inmobiliario sobre sitios arqueológicos (como el edificio de 20 pisos frente a la huaca Mateo Salado – ver foto) sin que las autoridades puedan hacer mucho para evitarlo.
Tenemos el lamentable y simbólico ejemplo del edificio de la Plaza Dos de Mayo, que se incendió, se hizo mucho aspaviento sobre su recuperación, y un año después solo hay respuestas burocráticas y sigue abandonado. Sin que las autoridades hayan cumplido promesas.
Foto publicada por el mismo ministerio de Cultura en su momento, cuando cuestionó la construcción de este edificio, y el poder Judicial ignoró la posición de defensa de Mateo Salado. |
MENSAJES CONTRADICTORIOS
Esto queda en evidencia ante la inexistencia de mensajes claros sobre el valor de este patrimonio.
Por el contrario, en los últimos cuatro años hemos vivido quizás los momentos más desesperanzadores en cuanto a la eliminación de la protección legal que tenían muchos de estos bienes.
Todo en beneficio de lo que se percibe como un desmedido afán de lucro de una empresa privada irresponsable y avasalladora.
Es un contexto en el que los que se oponen al Decreto Ley no están imaginando cosas. Existe un enorme historial que ha venido alimentando esa profunda desconfianza.
Con esos antecedentes, a quién se le ocurriría que este nuevo decreto va a generar un apoyo masivo. Pues bien, yo sigo a favor. Quizás por aquello de que a la oportunidad la pintan calva.
¿POR QUÉ APOYO?
En parte porque – como suelen señalar los expertos - los tres mejores ejemplos de manejo de un sitio arqueológico en el Perú están vinculados al sector privado.
Ahí tenemos la Señora de Cao (Fundación Wiese), Huaca del Sol y de la Luna (Fundación Backus), y Huaca Pucllana (Municipalidad de Miraflores-Restaurante La Huaca).
Uno de los ejemplos de gestión más exitosos en el país está vinculado al sector privado. Huaca del Sol y de la Luna, Trujillo. Foto: The Atlantic. |
Hay otros actores también, como municipios provinciales, que llevan años pidiendo convenios con Lima para recuperar sus sitios arqueológicos.
Pero además, estoy a favor porque siento que esa desconfianza sin opciones concretas y válidas puede terminar siendo un muro y no una puerta de acceso.
EN CIFRAS
De lo que entiendo, aquellos que se oponen a este decreto buscan que el Estado no renuncie a su obligación exclusiva de proteger los bienes arqueológicos. Pero pongamos en números esta obligación.
Según datos del Ministerio de Cultura, la puesta en valor de una huaca puede costar entre 2 y 6 millones de soles (700 mil y dos millones de dólares).
En Lima tenemos unos 370 sitios que han sido reconocidos como monumentos de la nación. De estos, vale la pena precisar, solo 9 están abiertos al público.
Si quisiéramos recuperarlos todos:
- Al costo más bajo: 740 millones de soles (246 millones de dólares)
- Al costo más alto: 2,220 millones de soles (740 millones de dólares)
Podemos decir que son cifras manejables. Pero claro, hay que considerar todo el país.
Maranga, la primera ciudad de Lima, dentro del Parque de las Leyendas. Todo un potencial por desarrollar. Foto: J. Lizarzaburu. |
Entonces:
- Total país: 20,000 sitios: 40,000 millones de soles (13,300 millones dólares)
- Al costo más alto: 120,000 millones de soles (40 mil millones dólares)
A lo que hay que añadir los costos de gestión, mantenimiento, protección…
Por supuesto nadie está hablando de recuperarlos todos. ¿O sí? Habría que hacer una selección y seguramente se podría financiar una parte…
CUANDO SE INVIRTIÓ…
Hasta donde sé, la única vez que un gobierno se acercó a incorporar el tema de recuperación de un conjunto de huacas, con una visión de desarrollo (turismo, en este caso), se produjo en Lima durante el gobierno de Alan García, en 2010.
En esa época, el Mincetur a través del Plan Copesco, lo más que se llegó a invertir fueron 7 millones de soles en 10 huacas de Lima.
Durante el actual gobierno, en el año 2012, se destinaron unos 12 millones de soles –considerado entonces un triunfo y una cifra enorme – en la recuperación de cuatro sitios de Lima, incluido Paraíso. Pero quedó a medias.
El asunto es que las pocas veces en que se han tomado decisiones mayores respecto a este tema, fueron tremendamente insuficientes en términos de inversión.
Presentación artística durante el concierto Huaca Sonora, de Manongo Mujica, en la huaca Huallamarca, San Isidro. Foto: MM. |
Podríamos decir que con el pretexto del Bicentenario –como lo he señalado varias veces en este blog – se exija la creación de un fondo especial para recuperación.
Pero ojo, que en ese fondo también tenemos que incluir sitios históricos. Con lo que nuestras cantidades aumentarían.
Veamos ahora otro tipo de cifras.
Este gobierno firmó hace poco el contrato para la construcción de la Línea 2 del Metro de Lima, que será subterráneo. Esto se ha presentado como una de las mayores inversiones hechas en el país en los últimos años:
- Metro subterráneo Lima: 18.000 millones soles (6mil millones dólares)
De ese total unos 4,000 millones de dólares los paga el Estado. Se construirán 35 estaciones, atravesará 13 distritos y servirá a 2.5 millones de personas diariamente.
¿Podemos creer que con esa capacidad de gasto algún gobierno va a asumir la titánica tarea de recuperar todo el patrimonio arqueológico?
Y más allá de la capacidad de gasto. ¿Por qué le vamos a negar la oportunidad a municipios, a universidades, a organizaciones de la sociedad civil en todo el territorio que quieren asumir su responsabilidad sobre lo que consideran suyo? Ya que este decreto no es solo acerca de la empresa privada.
Monte Albán, México (foto referencial solamente). |
México es uno de los países con los que podemos compararnos y ellos lo tienen resuelto desde hace algunos años.
Ahí el gobierno firma convenios de gestión de bienes patrimoniales de una manera muy similar a lo que pretende esta ley: con municipios, universidades, organizaciones de la sociedad civil interesados en recuperar su patrimonio local.
Tengo que admitir que desconozco el alcance de la posición mexicana en cuanto a la participación de la empresa privada.
Pero lo que se hace allá, como se hace en Inglaterra, es reconocer que ante un patrimonio tan vasto y tan rico, un Estado no puede hacerse cargo por completo y busca compartir su gestión.
Por eso creo que, a pesar de los antecedentes, deberíamos darle una oportunidad a esta medida. Por lo menos hasta ver el reglamento final.
APORTAR, EXIGIR, NEGOCIAR
En consecuencia, por qué no hacer nuestro este momento. Por qué no hacer nuestra esta oportunidad. Como sociedad civil debemos dialogar, exigir, negociar, buscar transparencia, reglas claras, fiscalización.
Por qué no asumir un papel de ciudadanos en la gestión de lo que es nuestro.
El ministerio podría considerar, por ejemplo, ¿qué papel tendrán las comunidades vinculadas o alrededor de sitios arqueológicos?; o ¿qué voz tendrán las universidades cercanas?; ¿qué papel tendremos los ciudadanos comprometidos con el tema, antes y después del reglamento?
Así como se espera que la ciudadanía responda con madurez y responsabilidad, el proceso es evidentemente de doble vía.
Esto es también una oportunidad para el ministerio de Cultura.
Levantarnos en armas en este momento cuando la Ley, y nuestras huacas, pueden beneficiarse de nuestro aporte, de nuestra capacidad para incidir positiva y creativamente, sería abandonar una clara posibilidad para mejorar el futuro de nuestro patrimonio.
Como siempre, estas páginas quedan abiertas para los sabios comentarios que suelen compartir.
Ver aquí el texto del D.L.
Huacas, Burbujas y Rock n Roll en Mangomarca, San Juan de Lurigancho. Foto: HBRnR. |