miércoles, 19 de julio de 2017

La memoria de Lima no es solo la de su Centro Histórico

Jirón de la Unión, Centro Histórico de Lima. Foto: JLizarzaburu.

“Sin la Lima prehispánica la Lima virreinal no habría sobrevivido”
Arqt. Juan Gunther /1

Toda ciudad siempre encuentra una manera de contar su historia. Tiene que hacerlo. Son narrativas que cumplen varias funciones y una de ellas, congregar a los ciudadanos alrededor de una identidad común, una memoria común.

En algunas sociedades estos esfuerzos por contar sus propios cuentos con el tiempo se enriquecen con miradas más críticas de su propio pasado, de modo que sirva para sanar las heridas que muchas veces la historia misma genera.

Recuerdo en una reciente visita a La Habana, todos los textos disponibles sobre su historia lo tenían claro: la identidad de la isla está formada por dos raíces fundamentales e inseparables, la española y la africana.

A eso se añade que la arqueología de los últimos años ha dejado al descubierto algunos vestigios prehispánicos, y en textos más recientes se incorpora este elemento como un reconocimiento tardío pero necesario.

En Londres la evolución de sus propias narrativas es evidente. Uno de los libros más aclamados sobre la historia de la capital británica es el de Peter Ackroyd, “London, The Biography” /2, y una de sus características principales es un enfoque de 360 grados sobre cada periodo en el desarrollo de la ciudad.

Arquitectura virreinal civil y religiosa.  Imagen: Municipalidad de Lima-PROLIMA.
Un punto central de la campaña Lima Milenaria ha sido desde un principio el de considerar el patrimonio de la ciudad como uno solo: prehispánico, virreinal, republicano, contemporáneo. Esto porque su aporte pretende ser el de una identidad compartida.

Es una propuesta personal, es cierto, pero la ventaja que le veo está en que nos permite abandonar anticuadas lecturas en las que uno es mejor que el otro, o que este es más legítimo que el del costado. 

Esta mirada invita a entender toda la continuidad del desarrollo de este territorio, desde los inicios de la civilización aquí hace 4.000 años, y tratar un acercamiento más contemporáneo e inclusivo. 

Durante la gestión municipal anterior el mensaje pareció ir en esa dirección, cuando se empezó a mirar a Lima como un todo, con sus 43 distritos de hoy. Una consecuencia de eso fue dejar de ver el Centro Histórico como único punto de inicio.

Lo que se hizo más bien fue empezar a explicar el Centro Histórico en el contexto de toda la ciudad, y no al revés.

Es por eso que sorprende que la Municipalidad de Lima haya publicado un libro bajo el título “Recuperando la memoria de Lima” /3, entregado recientemente durante un simposio organizado por los 23 años de PROLIMA, la entidad encargada de la recuperación de este centro.

Imagen tradicional de un limeño tradicional. Imagen: Repúblicaristrocrática.blogspot.com.
Alguien podrá decir que evidentemente la intención era solo hablar del Centro Histórico que, por último, es el ámbito exclusivo de PROLIMA. Más aún, porque el CH es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Y es muy cierto.

Podría tratarse de un error involuntario, y el título correcto habría sido: “Recuperando la memoria del centro histórico de Lima”. Completamente válido. Aceptemos esta posibilidad y preguntemos entonces qué memoria es la se quiere recuperar.

La publicación tiene una serie de artículos valiosos y necesarios que todo limeño tendría que conocer: arquitectura civil, religiosa, técnicas constructivas, acabados, colores y algunos más. Al final tiene una estupenda sección sobre Rutas Patrimoniales.

Pero junto a eso hay elementos más subjetivos que empiezan a delinear otro tipo de memoria que se resiste a cualquier tipo de análisis: la de un pasado de elegancia y felicidad, de virreyes y conventos, de orden y unidad.

Y es ahí cuando es inevitable no darse cuenta que, casi sin darnos cuenta, hemos vuelto a los territorios de la arcadia colonial que tan bien describió Salazar Bondy hace 50 años.

Cuando tituló su libro “Lima la horrible” no lo hizo para quejarse del descuido de sus edificios, como equivocadamente se suele señalar. El suyo fue un acto de rebeldía contra esa mirada nostálgica del pasado que, en su opinión, había hecho más daño que bien para la formación de una sociedad más democrática, inclusiva e igualitaria – una ciudad moderna.

Las imágenes excluidas: limeños mestizos de clase media, siglo XIX. Foto: Elías del Águila.
Como señala al principio de su ensayo “miran al espejismo de una edad que no tuvo el carácter idílico que tendenciosamente le ha sido atribuido y que más bien se ordenó en función de rígidas castas y privilegios…” /4

Tratar de entender ese periodo desde el siglo XXI debería por tanto incluir también una buena dosis de análisis crítico, porque entre sus varios lados más cuestionables estuvo, por ejemplo, la llamada institución de los Estatutos de la Limpieza de Sangre.

Esos estatutos - que decían que si no eras europeo (blanco) por los cuatro costados no podías asumir ningún cargo de importancia en la administración colonial - le dieron un marco legal y legítimo a una sociedad marcada por diferencias raciales – uno de los peores legados recibidos de ese periodo y del que todavía cuesta desvincularse.

O qué pasa cuando hablamos de ‘Limeños ilustres’. En la larguísima lista de apellidos de origen europeo no aparece, por ejemplo, alguien como Taulichusco, el perfecto 'primer limeño ilustre' cuya generosidad benefició a los dominicos al donarles las tierras para la hacienda Limatambo.

O qué tal Diego Chumbi Charnan, cacique de Huatca en el siglo XVI (hoy San Isidro, Miraflores, Magdalena), que fue el punto de origen de una dinastía de caciques que siguió siendo propietaria de grandes extensiones de tierras durante el periodo colonial.

Una limeña ilustre cuyo nombre me gusta mucho es Ana Pascuala Charnan Huacay Chayavilca, cacica de Huatca y Maranga, cuyo matrimonio en 1680 con Santiago Casamusa, cacique de Magdalena y heredero de Lima, garantiza la continuación de su linaje como los últimos propietarios indígenas de grandes extensiones de tierra en Lima hasta inicios de la República, en el siglo XIX.

Patrimonio arquitectónico sin salida ni solución.  Jr. de la Unión. Foto: JLizarzaburu.
Quizás por eso cuando el arquitecto Juan Gunther hablaba del vínculo indesligable entre la Lima hispana y la indígena, lo que en realidad hacía era proponer un cuento más inclusivo, más real, más contemporáneo. 

Quizás por eso también el mexicano Edmundo O’Gorman, cuando habla de América Latina como un continente inventado /5, insiste en la necesidad de reescribir las narrativas de nuestro continente.

Él cuestionaba muchas de las historias de América Latina, por lo menos en los años que él escribió su ensayo, por haber sido escritas por el extranjero a partir del siglo XVI, y todo lo que eso significa para entendernos entre nosotros mismos, y muy poco o nada de una mirada mestiza e indígena.

Entiendo que es mucho más seductor creer que todo pasado fue mejor, pero eso nos aleja de quienes realmente somos y hemos sido. Y no me cabe duda que ahí todavía hay una tarea pendiente. Las ciudades crean sus cuentos no solo para saber de dónde vienen, sino para construir identidad.

No he hablado de los planes de recuperación del Centro Histórico porque lamentablemente no hay nada fundamental que compartir.

El actual director de PROLIMA está haciendo un trabajo dedicado y, creo, muy profesional pero lo hace dentro de las grandes limitaciones que tiene la misma oficina.

Continúa siendo urgente implementar un nuevo modelo de gestión para el CH de Lima, antes que de verdad todo indicio de memoria desaparezca por completo.

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1/ Juan Gunther: http://archivo.elcomercio.pe/sociedad/lima/canales-que-hicieron-posible-vida-lima_1-noticia-1358217. 
/2 Peter Ackroyd, London The Biography, Doubleday, Londres 2001.
/3 Municipalidad de Lima, Recuperando la Memoria de Lima, Lima 2017. 
/4 Sebastián Salazar Bondy, Lima La Horrible, Biblioteca Peruana, Lima 1964. 
/5 Edmundo O' Gorman, La invención de América. Fondo de Cultura Económica, México 1958.


miércoles, 12 de julio de 2017

Huacas de Lima como centros comunitarios – propuestas desde la Universidad de Berkeley

Estudiantes de la Maestría de Arquitectura de Berkeley, CA, durante su visita a Mateo Salado.
El pasado marzo estuvo en Lima un grupo de 15 estudiantes de arquitectura de la Universidad de Berkeley, California, en Estados Unidos. Su objetivo: conocer las huacas y proponer distintas maneras de incorporarlas a la vida de la ciudad.  

Los estudiantes, de siete países, cursan el segundo año de la maestría de Arquitectura y llegaron bajo la tutela del profesor y urbanista René Davids.

¿Por qué Lima? "Porque estábamos interesados en investigar la relación entre la arquitectura moderna y prehispánica y las lecciones que se podían aprender de ella. 

Nos interesó también promover una conciencia entre los estudiantes sobre la importancia de salvaguardar patrimonio”, explicó Davids.

El grupo trabajó en siete huacas de San Miguel y Pueblo Libre: Huaca Culebra, Huaca Corpus, Huaca Palominos, Huaca La Luz, Huaca Panteón o C Tello, Huaca Mateo Salado y Huaca Huantinamarca (ver mapa).

Lo que sigue a continuación, primero, es el texto preparado por el profesor Davids seguido de cinco de las 15 propuestas finales presentadas por los alumnos.

Desde este blog se agradece por la generosidad de compartir sus experiencias y puntos de vista, que tienen el valor añadido de ofrecer miradas nuevas y distintas sobre el legado prehispánico de la ciudad.

Profesor René Davids, Co-Director de la Maestría.

Las Huacas de Lima, Perú: Valorizando sitios arqueológicos a través de una propuesta de centros comunitarios
por René Davids

Hasta hace muy poco el tratamiento de las huacas no había cambiado sustancialmente desde cuando los españoles llegaron al valle de Lima a principios del siglo XVI y comenzaron sistemáticamente a destruir o allanar las estructuras de culto indígena.

Las huacas hoy en día en Lima están en distintos estados de deterioro, algunas atravesadas por caminos, o destruidas bajo presión para ser usadas como sitios de desarrollo inmobiliario.

A diferencia de los grandes centros urbanos construidos por algunas culturas en el mundo, las que se asentaron en las tierras del valle de Lima construyeron pequeños asentamientos rodeados por campos de cultivo, conectados por senderos claramente constituidos.

En base a la historia de la zona y con el objeto de realzar su presencia y atraer al público, se les pidió a los estudiantes que diseñaran un circuito que conectara las huacas del distrito de Pueblo Libre.

Nos interesaba mirar ese legado como focos de desarrollo comunitario en el contexto de una metrópolis contemporánea. Esta visión de huacas rodeadas de verdor, como originalmente fue, contrasta con las grandes conurbaciones latinoamericanas que carecen de suficientes espacios verdes y de esparcimiento para la ciudadanía.

Mapa con las huacas estudiadas.
Aparte del circuito, el taller se propuso desarrollar un programa para un centro social y un pequeño museo de sitio cerca de cada una de las siete huacas seleccionadas, y que los estudiantes diseñaran al menos dos de ellas.

Uno de los objetivos del taller fue la idea de contribuir a su preservación a través de la integración con el tejido de la ciudad moderna circundante y la implementación de un programa para un centro comunitario y un pequeño museo de sitio.

Conscientes de su condición de visitantes y extranjeros en una ciudad para ellos fascinante, y algo atemorizados de intervenir o de aparecer dictando cómo abordar el problema a sus anfitriones, los estudiantes comprendieron que esta aparente desventaja también les daba una libertad de intervención que tenía el potencial de contribuir al debate con una mirada desde fuera.

Algunas las preguntas que se plantearon durante el transcurso del semestre en que se desarrolló el taller:

  • ¿Cómo re-activar las vestigios de una cultura que ha desaparecido? 
  • ¿Es posible re-establecer alguna semblanza del contexto físico, tal como los campos de cultivo que originalmente rodeaban a las huacas? 
  • ¿Cuál sería el mejor enfoque arquitectónico; contrastar los nuevos edificios con las huacas? o tratar de establecer semejanzas entre la arquitectura propuesta y las huacas y/o encontrar una relación con la arquitectura más común de Pueblo Libre? 
  • ¿Sería posible satisfacer simultáneamente los enfoques de los arqueólogos, historiadores y arquitectos y la comunidad que vive alrededor de esos sitios? 

Las soluciones al problema planteado resultaron en varias tipologías frecuentemente determinadas por las condiciones del sitio:

  • Estructuras que flotaron sobre las huacas.
  • Edificios que las rodearon.
  • Edificios que establecieron composiciones en que la huacas formaron parte de un conjunto al cuál las incorporaban. 

El curso estuvo a cargo del profesor René Davids y contó con la generosa participación y/o ayuda durante el viaje a Lima de Javier Artadi, Rodolfo Cortegana, Jean Pierre Crousse, Sharif Kahatt, Javier Lizarzaburu, Patricia Llosa, Renato Manrique, Denise Pozzi-Escot, Rafael Zamora en Perú.

Los quince estudiantes proceden de EE.UU. y de otras partes del mundo: Corea, China, Rusia, México, Puerto Rico, Sudán, y las islas Filipinas.

Los estudiantes: Ernesto Rementilla, Jeremy Ferguson, Hanwook Kim, Huiyao Chen, Jamay Li Kyungmin Hwang, Colin Griffin, Adriana Urbistondo Perez,Tristan Blackmore, Pablo Hernandez Rebeca Lee Estrada, Jingpeng Li, Sabrina Hussien, Sangwon Kim, Nikita Tugarin.

JL con los estudiantes y profesor después de una charla de Lima Milenaria.

A continuación una muestra de los trabajos presentados y una breve explicación de cada propuesta.

Propuesta 1: Jeremy Ferguson.

Jeremy Ferguson. El proyecto propone abrir nuevas perspectivas visuales de las huacas para ofrecer una variedad de niveles desde los cuales observarlas y marcos que encuadran los monumentos prehistóricos. Estos últimos están constituidos por edificios horizontales o “vigas habitadas” que contienen el programa y cuya simpleza y material de hormigón reforzado contrasta con las ruinas prehispánicas y los ladrillos de adobe.

Propuesta 2: Adriana Urbistondo.

Adriana Urbistondo Perez.  El proyecto propone puentes elevados sobre las huacas que permiten observar las estructuras pre-hispánicas y a través de suelos de vidrio. Los edificios puente contienen el centro comunitario y apoyan techos volantes que cubren el resto del sitio, asegurando así su mantenimiento a través del tiempo. El circuito entre las huacas se reconoce a través de un pavimento empedrado.

Propuesta 3: Ernesto Rementilla.

Ernesto Rementilla. El proyecto propone establecer una red de espacios públicos conectados a través de un tejido de columnas que actúan como puntos de iluminación en la noche, proveen soporte para toldos que brindan sombra, dan forma al espacio urbano y estructuran los centros comunitarios. Estos últimos pasan a ser una serie de toldos de hormigón que continúan el mismo sistema. En vez de un circuito el proyecto propone un territorio de espacios públicos uniendo a las huacas.

Propuesta 4: Rebeca Estrada.

Rebeca Estrada.  El objetivo aquí fue crear un espacio en el cual la huaca y la ciudad no estarían simplemente lado a lado sino que establecieran una relación de intercambio y pasaran a constituir un todo unificado. Para lograrlo el circuito relaciona las distintas huacas a través de pavimentos de colores presentes en las casas de Pueblo Libre. Al establecer contacto con los sitios arqueológicos, los pavimentos pasan a tomar cuerpo en forma de edificios modulares, híbridos entre las huacas y las casas del barrio.

Propuesta 5: Sangwon Kim.

Sangwon Kim.  La idea fue desarrollar un módulo que a distintas escalas fuera capaz de agregarse para establecer edificios que pudieran adaptarse a las condiciones del entorno particulares de las distintas huacas. La idea fue mantener una cierta identidad que permitiera reconocer los centros comunitarios como parte de un sistema. Los módulos inspirados en parte en las geometrías del monasterio de San Francisco en Lima diseñados de hormigón armado pueden agregarse en forma vertical, horizontal, así mismo como para formar esquinas.

René Davids, FAIA
Professor of Architecture and Urban Design
Co-chair Master of Urban Design Program
U.C. Berkeley
rdavids@berkeley.edu

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Todas las imágenes: René Davis.


viernes, 7 de julio de 2017

“Conservar el patrimonio cultural es una profunda necesidad humana”

Las iglesias de esta región son consideradas espacios que entrelazan distintas tradiciones culturales.
Arica no solo tiene una especial connotación histórica para los peruanos. Es también parte de un territorio con una enorme riqueza cultural y natural, donde el grupo humano más antiguo se considera el Chinchorro que, según datos disponibles, tienen una antigüedad aprox. de unos 5.000 años.

Arica, junto con Parinacota, actualmente constituye la región más al norte de Chile – la XV- y ha sido también el escenario de un singular proyecto de recuperación de patrimonio.

“Arica y Parinacota – Paisaje Cultural de América”, es la publicación que recientemente presentó la Fundación Altiplano, de Chile, en el Instituto Riva Agüero de Lima. Ellos llevan 20 años trabajando en una zona que va desde el océano hasta los 4.500 metros de altura, y donde viven unas 200.000 personas.

A lo largo de este tiempo, han conseguido la recuperación de 17 iglesias que, según indican los autores del libro, son una síntesis del sincretismo cultural producido en ese territorio desde el siglo XVI, y que constituye uno de los símbolos activos de las culturas ancestrales que les dieron origen.
El Qhapaq Ñan, o Camino Inca, atraviesa la región de Arica y Parinacota.
Aquí, según explica el director de la Fundación, Cristian Heinsen durante su visita a Lima, han aprendido lo que significa protección de patrimonio para las comunidades indígenas de la zona, y cómo eso les sirve de punto de partida para una de sus propuestas: que la conservación de patrimonio es una profunda necesidad humana.

El trabajo de Fundación Altiplano se realiza desde la perspectiva de una noción de Patrimonio y Desarrollo Sostenible y después de 20 años de experiencias en el lugar ha desarrollado un modelo “para abordar la conservación de recursos naturales y culturales como una alternativa de desarrollo sostenible para comunidades y territorios”.

Aquí la entrevista con Heinsen, que se enfoca en los cinco pilares del modelo desarrollado por la Fundación Altiplano.

Cristian Heinsen, director de la Fundación Altiplano, Chile. 
¿Qué partes involucra el modelo de trabajo que han venido desarrollando?
Son cinco elementos. El primero, que los territorios son Paisajes Culturales según la definición de UNESCO, que busca la integración en un territorio de los recursos naturales y culturales excepcionales, altamente valorados por las comunidades mismas.

Segundo
La conservación patrimonial es una necesidad humana. Lo primero que el modelo detecta es que en las comunidades hay una profunda necesidad de conservar, que para mí es lo más interesante de todo.

Las comunidades indígenas están interesadas en conservar qué precisamente…
La Fundación lleva 20 años trabajando con las necesidades patrimoniales expresadas por las mismas comunidades, que dicen ‘quiero que mis hijos vengan a mi pueblo a ver su iglesia’. También se interesan en la conservación de sus conocimientos agrícolas, por ejemplo.

Tercer aspecto del modelo
La Intervención Patrimonial Sostenible. En un territorio con tesoros naturales o culturales, valorados por una comunidad como parte de su cultura, de lo que se trata es de potenciar ese valor patrimonial, integrándolo como un activo crítico en el potencial de desarrollo.

Por ejemplo, se trata de ‘patrimonializar’ esos territorios y no solamente verlos como fuentes de recursos naturales o mineros.

Ese “patrimonializar el territorio”se ve como en oposición a empresas mineras: si se ha identificado valor cultural no pueden entrar.
O les va a costar más. Van a tener que negociar compensaciones mucho más grandes. Eso es lo interesante. Si yo hago un mapa geológico del territorio va a aparecer el recurso minero, pero en ese mapa deberían registrarse también sus valores culturales.

Los ingresos por la minería siempre van a ser mayores que los generados por cualquier tema cultural
Este no es un modelo romántico que busca que no se toque nada. Pero si a los que calculan la rentabilidad de un proyecto minero, que lo hacen a 50 años, les pedimos que lo hagan a 300 años no me cabe duda que la conservación de otros recursos del territorio va a empatar a nivel de flujo futuro.

Y no es que la minería sea mala. Lo que falta es un pacto honesto entre los custodios tradicionales y las empresas.

Interesante que no habla de negociación gobierno-mineras sino mineras-comunidades
Es que tiene que ser así. Eso es lo que viene. En Chile también es diferente pero el planeta va hacia eso. Los grupos van a tener cada vez más poder.

Mapa de la XV región en Chile, señalando todos los puntos con valor patrimonial.
El cuarto
La Demanda Responsable. La necesidad del grupo que custodia el bien puede aprovechar estratégicamente la demanda de industrias que valorizan aquellos recursos críticos que permiten ofrecer productos y servicios “sostenibles” y de valor compartido.

¿Qué tipo de industrias?
Hemos detectado cinco sectores de la economía mundial que están creciendo muy saludablemente: turismo responsable; educación (es innegable que es un sector de la economía también y mucho mejor si hay una universidad en un territorio patrimonializado);

reciclaje (tenemos un modelo de consumo que desperdicia mucho residuo y recursos naturales); industrias creativas (toda la actividad cultural), y alimentación saludable.

Con la conservación voy a generar una oferta de patrimonio y ese patrimonio va a estar ‘ofertado’ para gente que tiene interés en él. Desde los vecinos interesados pero también habrán empresas que quieran participar: una agencia de turismo, una universidad…

El quinto 
Es un tema muy interesante que tiene que ver con procesos adaptativos. Un modelo de desarrollo sostenible implica un desafío y cambios que hay que implementar para crecer.

Una comunidad que quiere conservar, restaurar, tiene que asumir que en el proceso perderá algo. Entonces la conservación no va a ser un problema técnico. Necesitan incentivos para comprometerse con los cambios, o mejoras y la pérdida misma.

¿Qué tipo de incentivos?
Son sobre todo incentivos económicos o mejoras en su territorio, porque podría ser que los proyectos toman tiempo en conseguir sus objetivos y en el camino las comunidades no vean resultados.

¿Quién paga los incentivos? 
No creemos que va a llegar un generoso presupuesto del gobierno, sino que lo ubicamos en lo financiero: qué está pasando en el mundo con ciertas industrias, ciertos sectores de la economía, que podrían poner incentivos a la conservación – los sectores que he mencionado antes.

Una de las 17 iglesias recuperadas.  
¿Tiene un punto débil este modelo?
El punto débil está en que las comunidades asuman su responsabilidad con la conservación, una vez que estas han recibido los primeros apoyos. En algunos casos son comunidades que tienen que dedicarse al turismo cuando nunca antes lo habían hecho.

Consiguieron que el Estado financie parte de este proyecto 
Sí, pero después de varios años. Primero pusimos de nuestro bolsillo, después vino la empresa privada y recién ahí el Estado interviene. Hay que provocar a ese aparato enorme e insensible a que actúe. Y va a reaccionar cuando haya cosas que le interesan: votantes, temas legales, el fisco…

El gobierno reaccionó consiguiendo un préstamo del BID, y hoy ya existe una partida en el presupuesto nacional que está destinada a la recuperación de patrimonio.

Tremenda experiencia…
Pero nosotros no somos ejemplares. De hecho, muchas de las cosas que hacemos las vinimos a aprender acá en Perú. Ustedes tienen experiencias muy ricas, como lo que han hecho en el Colca o en temas de arquitectura en adobe.

O lo que Perú ha hecho a nivel de la comida, es revolucionario a nivel mundial. Objetivamente, eso es la teoría del patrimonio: algo a lo que no se le daba valor y se identifica como valor.

Uno de los sitios arqueológicos de la región, que serán puestos en valor desde
proyectos con la Universidad de Tarapacá.

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- Todas las imágenes: Fundación Altiplano.
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