miércoles, 27 de diciembre de 2017

“La gente no entiende las huacas porque la escuela no lo cuenta. No hay un libro que lo cuente, ni siquiera un museo. Y Lima es una ciudad única en el mundo”

Proyecto inmobiliario, huaca Huantinamarca, San Miguel. Foto: Rodrigo Abad/AP.
Lo afirma en esta entrevista la arquitecta suizo-italiana Adine Gavazzi.  Ella lleva casi 30 años investigando y escribiendo sobre arquitectura prehispánica en el Perú, y su libro “Lima - Memoria prehispánica de la traza urbana” /1, publicado en 2014, marcó un hito en la manera cómo entendemos la ciudad, seguido por la charla TED-Tunkuy que se hizo pública hace unas semanas /2.

Una de sus conclusiones más sorprendentes es que sobre el espacio que ocupa la capital peruana se produjo "la planificación territorial más antigua de la historia". Y que la ciudad de hoy creció siguiendo esa traza urbana milenaria.

Según sostiene, las lecciones de ese uso eficiente e inteligente del territorio es el mayor recurso que tenemos hoy para Lima - una gran urbe que en el siglo XXI parece haber perdido todo sentido de dirección y destino.

Parece mentira que sea una ciudad con 4.000 años de arquitectura y civilización; que haya solo seis capitales en este planeta que pueden mostrar tamaño legado, y que a muchos limeños todavía les cueste entenderlo. Sin embargo, ahí residen futuro y oportunidad.  Aquí la conversación.
Arquitecta Adine Gavazzi. Foto: José Carlos Orrillo.
Una nota de la agencia AP/3 dio la vuelta al mundo hace unas semanas, y hablaba de la enorme presión inmobiliaria que existe sobre las huacas de Lima. Pero esa es información cotidiana para nosotros acá. ¿Por qué cree que llamó la atención en el extranjero? 
Supongo que afuera resultó asombroso reconocer la existencia de un gran pasado asociado a la totalidad de una superficie metropolitana. Esto es único en la historia del urbanismo.

Normalmente las metrópolis que tienen una historia antigua concentran en un casco histórico, en un solo lugar central, toda su herencia.

Y aquí es al revés… 
Y no solo es al revés. Esa red de origen ancestral sigue funcionando en el siglo XXI.

Entre los comentarios a la nota, alguien en el Reino Unido escribió: “y a quién le importa todo esto, que le tomen una foto y las demuelan”, que de alguna manera es una visión que existe en Lima también. ‘Que se tiren las huacas y hagan una canchita o centro comercial’. ¿Por qué cree que pensamos así? 
Es que en Lima estamos acostumbrados a pensar que el pasado arqueológico está separado del presente territorial por un corte insuperable. Y ese corte se llama la llegada de otra visión del mundo en el siglo XVI que confinó un patrimonio histórico a la dimensión arqueológica.

Imagen aproximada del sistema ancestral de caminos, canales, huacas, que
continúa vigente. Imagen:Hidráulicainca.com.
No le dio continuidad sino que lo separó 
Lo separó, considerándolo muerto para poder afirmar su propia civilización. Esa dificultad tiene una explicación. Por ejemplo, los españoles representaron al pasado prehispánico como los griegos representaron su propio pasado.

Es evidente que hoy nadie va a hacer ofrendas y ceremonias a Zeus en la Acrópolis, porque ese mundo se acabó. A lo largo del tiempo y los procesos culturales que se vivieron allá se fueron transformando hasta llegar a una civilización.

Mientras que aquí todavía continúa 
Y esa es una tremenda diferencia. Aquí hubo una interrupción abrupta y una artificial delimitación de ese pasado en una dimensión arqueológica. Arqueológico significa no está vivo hoy.

Pero este pasado no es arqueológico. Es una memoria viva. Lo llamamos así solo porque es una manera de representación el mundo que viene de la Colonia, y de la separación que ellos necesitaban entonces para legitimarse.

No ayuda a tener una narrativa unificada 
Exacto. Es artificial.

¿Cómo llamaría a este legado entonces? 
Patrimonio histórico.

¿Tal cual? 
Así es.

Porque nosotros lo separamos todo a partir de la llegada de los españoles 
Lo histórico es una memoria viva, que hace que la arqueología y la etnografía se fundan en una memoria presente hoy. Son las señales de continuidad.

O sea que deberíamos hacer algo para revisar estas categorías
¡Y hablar de memoria histórica! Si nosotros no recuperamos el valor y el significado del patrimonio arqueológico con valores contemporáneos, no reconstruimos ningún pasado.

Huaca Huantille, Magdalena. Foto: Rodrigo Abad/AP.
Su libro sobre Lima Prehispánica fue sorprendente porque abrió una nueva manera de entender la ciudad. Más allá de hablar de huacas habla de planificación territorial. 
Las huacas son una parte de un conjunto mayor: huacas, caminos y canales generan una planificación de tres valles.

Algo que no entiendo es que lo presenta como un proceso pero en la realidad hubo distintos momentos culturales a lo largo de miles de años. 
Porque eso va poco a poco. No es un plan maestro que se hace en cuatro años. La planificación es un proceso progresivo. Por ejemplo los holandeses, que se tomaron unos 300 años en ir extendiendo sus tierras hasta el tamaño de hoy, terminaron generando incluso una escuela de planificación territorial. 

En Lima eso sucede mucho antes y con una diferencia importantísima: la visión de los recursos naturales no está orientada a un abastecimiento irracional sino orientada a generar un equilibrio entre lo que usas y lo que restituyes a la naturaleza.

Celebración ancestral en la huaca Paraíso, San Martín de Porres.  Foto: El Comercio.
¿Qué otra ciudad del mundo es parecida en esto a Lima? ¿Damasco, Jerusalén? 
Damasco y Jerusalén son ciudades muy antiguas pero son ciudades donde el casco histórico es compacto, se opone a la idea de un espacio rural. Lo urbano nace como opuesto a lo rural.

Todo el modelo de ciudad que nace en Europa es opuesto al modelo de Lima 
Completamente. Porque en la planificación mediterránea la ciudad corresponde a la idea de civilización y se opone a la naturaleza. Esa idea va muy atrás y llega hasta los griegos.

Donde rige la lógica y la razón… 
Y la ley de los hombres. Mientras que los bosques tienen la ley de los dioses.
Ortofotografía modificada de huaca La Florida, Rímac.
Foto: Adine Gavazzi/ApusGraphEdiciones.
Y en América eso no sucede 
No, porque aquí las sociedades prehispánicas evolucionan hasta un punto de complejidad en el que llegan a elegir si quieren construir ciudades. Y deciden no hacerlo.

¿Cuál es uno de esos mensajes que cree nos deja esta planificación ancestral limeña? 
El mensaje más importante hoy es la noción de ciudad difusa. Una planificación urbana que no destroza los recursos de la naturaleza sino que se armoniza con ella para hospedar a grandes comunidades humanas.

¿Pero el debate no va por favorecer la ciudad compacta mas bien?
Es parte del debate actual sobre el urbanismo.  La ciudad difusa, definida en los años 70, deviene la ciudad sostenible del siglo XXI.  La importancia está en planificar una ciudad policéntrica.  La Lima prehispánica lo fue.  Y no es un esquema de centro y periferia sino uno de equilibrio.

Imagen de la huaca Pucllana con tecnología Lidar. Foto: Adine Gavazzi/ApusGraphEdiciones.
Volviendo a las huacas de Lima, es cierto que hay problemas pero creo también que por primera vez empezamos a verlas. De haberlas ignorado históricamente ahora que las vemos genera frustración, porque muchas están en mal estado…
Pero además, yo creo que sí hay recursos para ponerlas en valor. Tenemos 350 huacas y posiblemente superen las 400, y tenemos más de 400 empresas rentables que pueden adoptar una huaca.

Tenemos más de 400 sujetos jurídicos capaces de adoptar una huaca y hacer de ella un centro propulsor de algo: una escuela, una biblioteca, un cine, un lugar que la gente reconozca como un centro de identidad de su propio barrio.

Eso suena bien, pero ¿cree que es realista? 
Claro que es realista. Cómo se han mantenido si no las 400 iglesias que existen en Roma. Son las comunidades locales a través de personajes que reconocen la importancia de ese centro, que adoptan su pasado.

En Italia hay más iglesias que gente que va a ellas, cómo sobreviven, porque cada barrio le reconoce un valor, una importancia. Es un patrimonio colectivo. Y cómo se hace… las municipalidades deben articular esta campaña en cada distrito para salvar sus propias huacas.

Huaca La Luz II, Pueblo Libre. Foto: Rodrigo Abad/AP.
¿Y por qué cree que nos cuesta reconocer esa originalidad, ese valor? 
Porque no forma parte de un imaginario colectivo consciente. No hay un libro en la escuela que te lo cuente, y en la escuela no se hace un recorrido por las huacas cada mes. Tampoco hay un museo que te cuente toda esta historia, siendo Lima una ciudad única en el mundo.

¿Qué opina de la idea que las huacas de Lima sean reconocidas como Patrimonio Cultural de la Humanidad? 
Eso es necesario. Pachacamac ya está en la lista tentativa. Lima Colonial ya es Patrimonio Mundial. Ambos forman la base para reconocer un sistema de planificación que proporciona un modelo único para el presente, basado en un sistema de red y policéntrico.

El próximo año las huacas de Lima van a la Bienal de Venecia. ¿Cree que se van a entender allá?
Venecia se construyó donde no había tierra, y Lima se construyó donde no había agua. Hay algo en común. Ambas nacen y crecen donde nadie puede imaginar la vida. Y si hay una ciudad del mundo capaz de entender la Lima prehispánica esa es precisamente Venecia.

Representación de "La Última Princesa Inca", en la huaca Mateo Salado.
Foto: AnadeOrbegoso.com.

Notas: 
1/ Autora de varios libros, algunos de los más recientes: 
- 2015 Storie di Architettura, coautoría con Francesco Gnecchi Ruscone, Francesco Brioschi Editore, Milan 287 pp. 
- 2014 Lima - Memoria prehispánica de la traza urbana, Apus Graph Ediciones, Lima 260 pp. 
- 2012 Microcosmos- Visión andina de los espacios prehispánicos Apus Graph Ediciones, Lima 200 pp. 
- 2010 Arquitectura Andina, Formas e Historia de los espacios sagrados, Apus Graph, Lima, 238 pp. 
- 2010 Ande Precolombiane. Forme e storia degli spazi sacri, Jaca Book, Milano, 238 pp. 
2/ Para ver la charla TED-Tunkuy haga clic aquí
3/ Varias de las fotos de esa nota de AP las publicamos aquí. Para leer lo publicado en el Daily Mail, UK, haga clic aquí

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Lo que viene pasando en Santa Beatriz no le debería suceder a ninguna ciudad

Acción municipal sin diálogo en histórico y apacible barrio de Santa Beatriz. Diciembre 2017.
Un proyecto de ampliación de pistas de la Municipalidad de Lima en medio de Santa Beatriz, uno de los barrios más hermosos e históricos de Lima, encendió un enérgico rechazo entre vecinos y los que queremos una mejor ciudad. 

Quizás la fuerza de ese rechazo tenga que ver con el hecho que no es un problema nuevo. Aquí en los últimos 15 años se ha venido gestando un catálogo de malas prácticas municipales.

La zona tenía los ingredientes ideales para un gran proyecto: la armonía de sus edificios, su carácter residencial bien conservado, la elegancia de su diseño, su urbanismo generoso con amplias veredas o la abundancia de áreas verdes. Esto no sucedió.

Por el contrario, lo que ha venido sucediendo aquí es un símbolo de lo que significa gestionar una ciudad sin visión de ciudad.

Los límites históricos.  Imagen: Google Maps.
El alcalde Luis Castañeda se inauguró como alcalde metropolitano en 2003, momento cuando empezaron los cambios. Eran años en los que nada podía hacer mal. Era una especie de rey Midas de los alcaldes.

Lo sorprendente, quizás, no es lo poco que en realidad hizo para resolver los verdaderos problemas de Lima, sino lo poco que se le cuestionaba.

Ahora, en su tercer periodo como burgomaestre, una capital de diez millones de habitantes sigue con muchos de los mismos problemas que en 2003. Solo que acentuados. Y como dijo Mario Puzo en El Padrino, todo siempre es personal, muy personal. Por eso la molestia es doble.

Un estilo campestre y urbano, de los años 20 del siglo anterior.
Aprendí a caminar en el Parque de la Reserva, ese era el único nombre que tenía entonces en alusión a su papel en la historia del país. Este fue el barrio de mi niñez y es posible que mis primeras risotadas infantiles las haya soltado en medio de ese gran espacio verde que era libre y abierto.

Muchos años después, cuando volví al Perú, fue uno de los lugares a los que quise regresar. En un ataque de nostalgia un día llevé a mi madre, anciana ya, a caminar al parque. Esta vez, pensaba yo, ella iría de mi mano.

Pero llegamos y no reconocí el lugar. No solo todo estaba cercado. Habían instalado arbustos para evitar contacto visual con el interior. Estaba cerrado y no había manera de entrar antes de su horario de atención y previo pago de una entrada. Fue mi primera sensación de pérdida de ciudad.

No pasó mucho tiempo hasta darme cuenta que Lima debe ser de esas pocas urbes donde esa experiencia, esa frustración de no ganar en calidad de vida sino de perderla, se ha convertido en una experiencia cotidiana.

Su construcción reflejó una época de optimismo en un modelo moderno de ciudad.
Poco tiempo después se produjo otro atentado a mis recuerdos de infancia.

La banca de concreto semicircular de la Plaza Washington, un lugar emblemático de la zona y uno de los preferidos por mi abuela Otilia a donde me llevaba a jugar con los sonidos de dicha banca, fue destruida a martillazos porque, según el alcalde, había aumentado el nivel de inseguridad en la zona. Así de fácil.

Por esos días se me ocurrió ir a tomar fotos por el lugar. Hice un álbum de imágenes, algunas de las cuales vuelvo a usar en esta nota.

Varias de esas casas ya no existen. Fueron reemplazadas por el frenesí inmobiliario. Un boom sin compromiso, sin reglas, sin orden.

Un boom que no da a la ciudad. Un boom que le quita.

El carácter y antigüedad de sus viviendas le dieron una especial personalidad.
Lo irónico de esto es que lo que podría ser una zona de gran valor económico ha terminado por perderlo. Es un valor inmediato que ha beneficiado a algunos grupos, pero que está acabando con las cualidades urbanas que respiraba el lugar.

Santa Beatriz tiene un importante significado para la historia de Lima. Este fue el escenario de la segunda expansión de la ciudad tras la demolición de la muralla en el siglo XIX.

Fue inaugurado por el presidente Augusto B. Leguía en los años 20 del siglo anterior, como una muestra del optimismo que había generado el Centenario de la Independencia y una época que parecía sonreírle al país.

Fue un optimismo que se vio reflejado en la generosidad de las casas, muchas en el estilo de moda de entonces, el Mediterráneo de California, al que se añadieron poco después casas art-déco.

El boom inmobiliario empezó hace una década, alterando para siempre el modelo del lugar.
Y ahora la ampliación de calles. Según la MML se ejecutarán cerca de 15 mil metros cuadrados de pistas con la ampliación a tres carriles en las calles Mariano Carranza, Enrique Villar, Teodoro Cárdenas y Manuel Segura.

En su comunicado precisa que “con una inversión de 12 millones 29,910 soles, el mantenimiento de pistas y veredas en Santa Beatriz beneficiará a 44,775 personas (…), uno de los puntos obligados para llegar al Centro de Lima”.

Según cita una nota del diario La República, el ingeniero Carlos Ramírez de la Gerencia de Proyectos, "en esta zona se generan cuellos de botella en hora punta. (...) Un tercer carril central facilitará la fluidez de las unidades que no hagan giros”.

Santa Beatriz en Diciembre 2017.  Un catálogo de anti-ciudad que no debe repetirse.
Mucho se viene informando de lo anacrónico que es el alcalde metropolitano. Le da vigencia a políticas urbanas que tuvieron éxito en los años 60 y 70 del siglo pasado, y que han caído completamente en desuso en las mismas ciudades que creían en sus beneficios.

En un planeta cada vez más urbano, en una Lima cada vez más urbana, el auto no puede seguir teniendo prioridad. Sin una política clara de transporte público esto no termina generando las ganancias que anuncia.

Es ya una verdad incuestionable, por lo menos entre los expertos en urbanismo, que toda ampliación de calles en ciudades que experimentan una creciente densidad automovilística es solo una solución temporal.

Al cabo de uno o dos años el problema vuelve a ser el mismo, o peor.

Según comentó el arquitecto José Ignacio Pacheco, Decano de la Facultad de Arquitectura de la UPN, “al reducirse las veredas y quitar decenas de árboles, más autos circularán más cerca de las viviendas, elevando el nivel de ruido, humo y estrés. Mayor contaminación”.

Vecinos organizados siguen ejerciendo su derecho a protesta contra los planes municipales.
Foto: Yo Defiendo Santa Beatriz.
Mientras tanto, grupos de vecinos del lugar llevan meses luchando por ser escuchados y evitar la destrucción. Aquí una vez más se tomaron medidas que afectan a los vecinos sin escuchar su opinión. 

Visiten su página en Facebook haciendo clic aquí.

Y más allá de temas urbanos y técnicos, a nivel personal es una vez más esa frustrante sensación de pérdida y una marcada indignación por lo que sucede aquí.

Santa Beatriz está dejando de ser ejemplo de un urbanismo centenario que quiso hacer de Lima una mejor ciudad, para representar los aspectos más cuestionables de lo que puede ser una gestión sin visión de ciudad.

Aquí se ha destruido espacio público; se ha semi-privatizado lo que es de todos; se ha jugado con la zonificación para permitir un aumento indiscriminado de edificios en medio de zona histórica; se toman medidas a espaldas de los ciudadanos que reciben el impacto directo de las mismas; y se está privilegiando el auto como única solución al tráfico incesante.

Realmente, lo que viene pasando aquí no le debería pasar a ninguna ciudad.

Pequeñas joyas que sobreviven, sometidas a la presión inmobiliaria y el tráfico.

 Fotos: JLizarzaburu