Pensar en el Bicentenario es plantearse el futuro para las siguientes generaciones. ¿Qué Perú es el que van a heredar? Foto: MML-2013 (hacer clic para ampliar). |
Por lo menos el inicio del actual gobierno ha sido promisorio. La palabra Bicentenario fue repetida varias veces en el discurso inaugural en un contexto que permitía proyectar un sueño. Falta saber cuál es el camino que nos invitará a recorrer hasta esa fecha.
Mientras eso sucede, quiero rescatar una propuesta que lancé hace un tiempo y que he repetido en varias oportunidades para hacer de esa fecha algo más que un aniversario: celebrar 200 años de República y 5.000 años de Civilización. Yo diría que ya toca.
Y vuelvo al tema tomando como base artículos previos que publiqué en este blog. Un punto de partida tiene que ver con el hecho inescapable que un aniversario de este tipo es un disparador de preguntas: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?
La civilización Caral, descubierta en las postrimerías del siglo XX transformó la historia que conocíamos de nosotros mismos. Foto: MinCul. |
Caral, por ejemplo, la civilización de mayor antigüedad en el continente con sus 5.000 años, nos aseguró una privilegiada posición en el escenario mundial de las culturas-madre. Solo hubo seis.
Fue ahí que se dio inicio a todo un proceso de innovación tecnológica, exploración agrícola, desarrollo científico y de las artes que nos han dejado algunas de las muestras más sorprendentes de arquitectura, textilería, diseño o insumos agrícolas.
¿Pero nos sentimos parte de ese continuum? A duras penas.
La vitaldad de las raíces entre quienes sí se consideran herederos de un importante pasado. Imagen: Fiesta de la Tierra, San Juan de Lurigancho. Foto: JLizarzaburu. |
Es verdad que en los últimos años hemos reducido la pobreza y hemos empezado a sacudirnos de muchas taras del pasado, pero llegamos al siglo XXI con serias desigualdades que nos ubican bastante lejos del ideal de una nación moderna.
Igual, a pesar ser un legado con más tropiezos que avances, será bueno marcarlo, celebrarlo, recordarlo. Quizás porque nos marca un derrotero de lo que todavía nos queda por recorrer. Pero no al margen de toda una civilización que le da sentido.
Irónicamente, lo que de cara al mundo es nuestra mayor riqueza internamente lo seguimos viviendo con inexplicable confusión. Hay muchos sectores donde todavía cuesta creer que descendemos de esas grandes culturas. Cuesta creer que somos herederos de toda esa grandeza.
De ser grandes constructores hemos pasado a crear ciudades extrañas. Pérdida de continuidad. Foto y maqueta: Pamela Sullivan. |
Esa poca capacidad que hemos demostrado en integrar con madurez toda nuestra diversidad nos ha traído a este siglo todavía en pañales de ciudadanía.
No hace mucho tiempo Rolando Arellano, el experto en mercadeo emergente, señalaba que la falta de respeto a la que nos hemos acostumbrado (entre las personas, al ciudadano, a las instituciones…) ya no solo es un problema de convivencia sino un obstáculo para la prosperidad.
Por eso necesitamos una mirada que no caiga en los mismos errores de antes: que veía lo prehispánico como pasado y no como presente; como decoración y no como identidad; como lastre y no como potencial.
Del mismo modo que nos tocaría sacudirnos de esa visión que pone lo europeo como antagonista, y no como parte inseparable de esta continuidad civilizatoria.
La utopía, el sueño o la locura: una Lima que acoge, que hermana, que otorga. Imagen: Brigada Muralista. Exhibición en Inst. Británico, 2015. Foto: JL. |
Por eso es bueno poner en el contexto del Bicentenario el poder aglutinador y restaurador de nuestra riqueza arqueológica (no vamos a insistir aquí en su valor económico). Su puesta en valor, al margen de lo que se haga en educación, salud o seguridad, será también señal de que estamos haciendo un esperado esfuerzo de reconciliación.
Como decía al principio, el discurso inaugural del Presidente generó entusiasmo. Además del próximo aniversario, se refirió también a nuestra cultura milenaria en una visión de futuro y de continuidad. Fue el mensaje que muchos veníamos esperando, y que esperamos ahora que tomen buen camino.
Así que quizás el próximo 2021, más que solo un aniversario, pueda terminar convirtiéndose en nuestra mejor oportunidad. Porque quiero creer como creía Jorge Basadre que “a diferencia de los individuos, los pueblos pueden resucitar”.
El país que podemos seguir construyendo. Foto: Rolly Reyna/EC. |
1/ "Perú: problema y posibilidad y otros ensayos", 1931. Biblioteca Ayacucho, 1992, p.80