A juzgar por las reacciones, la nota anterior de este blog tocó una fibra sensible de la ciudad. El volumen de lectores creció con sorpresiva velocidad hasta ubicarla como la tercera nota más leída a la fecha y propició una serie de debates en redes y medios. ¿Señal de algo que debemos escuchar?
En una de sus respuestas, el urbanista canadiense Angus Laurie señalaba que la única salida para Lima, ante la percepción de ingobernabilidad y estancamiento, era la de eliminar el sistema de alcaldes distritales tal como existe hoy, y empezar de cero.
Junto con eso también señaló lo absurdo que significa que Callao y Lima sean dos unidades políticas separadas, dado el crecimiento urbano integrado y la dificultad de establecer planes unificados.
Para darle continuidad al tema invité a algunos arquitectos, urbanistas y expertos a que participen respondiendo todos a las mismas preguntas, tomando como punto de partida lo anterior.
Aceptaron, por orden alfabético, Mariana Alegre, Aldo Facho, Silvia de los Ríos, Manuel de Rivero y Jorge Sánchez, a quienes agradezco públicamente por su buena disposición.
Ellos respondieron a estas preguntas:
1. ¿Es la división política de Lima (43 distritos) y Callao (6) y el poder que tiene cada alcalde distrital el principal origen de los problemas de la ciudad?
2. ¿De qué manera en su opinión se podría reformar el sistema actual?
3. ¿Es un temor válido llegar a tener un alcalde metropolitano con muchos más poderes?
MARIANA ALEGRE
Coordinadora General de Lima Cómo Vamos
1 La fragmentación administrativa de nuestra metrópoli (Lima y Callao) es quizá el factor más importante de los problemas que aquejan a nuestras ciudades.
Esto no permite una administración ni una gestión apropiada de la ciudad, que agrava los problemas urbanos, reduce la calidad de vida y perpetua la desigualdad.
También hay un problema de enfoque: ¿qué tipo de ciudad queremos? Pero, peor aún, nos encontramos frente a 50 visiones.
Nota aparte: en Callao son siete gobiernos locales: incluyendo al distrito recientemente formado Mi Perú y la Provincial del Callao.
2 Hay que empezar por concentrar funciones. Si no se está dispuesto a reformar la LOM (Ley Orgánica de Municipalidades), ni a hacer una reforma del proceso de descentralización, entonces debemos empezar a generar "autoridades técnicas" con injerencia "absoluta" sobre determinados servicios urbanos: transporte / residuos sólidos / etc.
3 Por supuesto, en un contexto de absoluta desconfianza de los vecinos para con sus autoridades y con mecanismos poco eficientes de control y de transparencia, no sorprende que tengamos temor de otorgar más poder (y presupuesto) a una sola autoridad. La solución requiere un fortalecimiento institucional que estamos lejos de tener, lamentablemente.
ALDO FACHO DEDE
Arquitecto-Urbanista, Magister en Desarrollo Sustentable. Socio de FDARQ Urbanismo + Arquitectura y editor del blog HABITAR (www.habitar-arq.blogspot.com).
1 El problema no es la división política en distritos. Tampoco las competencias, pues la Ordenanza 1862-MML establece de forma clara qué debe regular la Metrópoli y qué los distritos.
El problema de Lima hoy es que la autoridad Metropolitana ha renunciado a su deber de planificar, y no hay nadie que se lo pueda exigir de forma coactiva.
Sobre la condición de Provincia del Callao: es un desastre desde el enfoque de la Planificación Urbana. Esto sí se debería resolver de forma urgente, pues Lima y el Callao son un continuo urbano y debería haber un único organismo responsable de planificar la Metrópoli.
2 Consideramos que se debe crear desde el Gobierno Central una supra-autoridad de planificación a nivel nacional, con autonomía y capacidad de acción; que promocione soporte a nivel técnico y vete la asignación de recursos cuando no se den en un marco de planificación integral.
La crisis generada por el reciente fenómeno del Niño ha develado la precariedad de nuestras ciudades. Esta puede ser una oportunidad para crear ese organismo.
3 Creo que se están confundiendo los roles. El alcalde es un funcionario político, con un tiempo de servicio determinado. La Autoridad Metropolitana de Planificación debe ser un organismo técnico, que supere los tiempos políticos.
Para ello debiera depender de un comité directivo conformado por representantes nacionales, metropolitanos, distritales, de la sociedad civil y empresarios, que protejan su independencia de los vaivenes políticos.
SILVIA DE LOS RÍOS
Consultora en Arquitectura y Urbanismo, miembro del equipo del CIDAP (Centro de Investigación, Documentación y Asesoría Poblacional).
1 Es uno de los grandes problemas, resultado de su manejo como “ciudad anárquica, extensa y excluyente”.
El gran problema es que Lima no es resultado de un proceso de planificación. Se le condujo a la “cosificación”, el “objeto” de manoseo de quien se apodere del poder, a la buena o a la mala.
Por ello es un “crisol de concreto” desbordado por el pragmatismo improvisado, donde la vida del habitante no importa cuidar, y menos la historia e identidad que guarda.
2 El poder político de “gobernar la ciudad” se alejó del habitante, que es el “poder social”. El 70% de Lima se hizo sin planificación, por lo cual es de alta vulnerabilidad. Lima ha sido dejada al son del mercado y tener Alcalde es como tener un gerente donde sus “administrados” deben subordinarse a su verdad, porque no hay un “ordenamiento territorial”.
Las regulaciones vinculantes las tiene la Contraloría de República o la Defensoría del Pueblo, que deben vigilar que los municipios cumplan con sus “planes” de desarrollo urbano, de lo contrario se hacen llamados de atención. Pero falta fortalecer este aspecto.
3 El temor no es que tenga más poderes sino que ejerza la “gobernabilidad municipal”. Es lo que muchas ciudades llaman “democracia participativa”, donde todos ganan: habitantes, inversionistas, etc.
La solución no está en recortar poder o trasladarlo a privados. La noción Estado – Nación se perdió en la ciudad, con la reducción de poderes y funciones públicas; el “crea” tu distrito; fragméntala más, sin importar nada, que hoy sigue de moda. O como las iniciativas de los alcaldes de Lima Norte para formar una nueva provincia.
MANUEL DE RIVERO
51-1 arquitectos. Decano de Arquitectura de UCAL.
1 No creo que sea el origen pero sin duda una de las razones importantes para no corregirlos.
Es importante una representación cercana de los vecinos, pero en el caso de Lima el nivel de gobierno está tan atomizado que se ha tornado en un régimen cuasi feudal, donde las políticas urbanas distritales y las metropolitanas van muchas veces por caminos contradictorios.
El bien común de la ciudad debe primar por el bien particular de los vecinos. Pero también los vecinos deben poder hacer escuchar su voz.
2 Debe de haber una sola autoridad para todo el área metropolitana (incluyendo los distritos del Callao, Lima y de algunos de Huarochirí y Cañete) que tenga en su consejo la representación de los distritos. Esos representantes distritales a su vez debieran de encargarse de la aplicación de las políticas metropolitanas a nivel local.
Los electores debieran elegir al alcalde metropolitano y en vez de un alcalde distrital con su propia independencia, un representante en el consejo metropolitano que lleve la voz de sus vecinos influenciando las políticas macro de la ciudad y que también ejecute los programas locales.
3 Depende de cómo se plantee la nueva figura. Si un alcalde metropolitano tiene el poder de todo sí. Finalmente gobierna un tercio de la población y más de la mitad del PBI del Perú.
Pero si gobierna con un consejo municipal suficientemente representativo de los distritos, entonces no. Lamentablemente en el Perú, la palabra “descentralización” está sobrevalorada y la palabra “autoridad” vaciada de significado.
Es natural el temor al cambio por la incertidumbre pero con certeza sabemos que el sistema actual está lleno de superposiciones y de vacíos y a río revuelto ganancia de corruptos.
JORGE SÁNCHEZ
Arquitecto y Urbanista. Socio de Nómena Arquitectura.
1 El problema es la superposición de poderes y funciones. Por ejemplo, la responsabilidad de la construcción física de la ciudad está totalmente fragmentada.
Lima puede decidir sobre alturas y usos, mientras que los gobiernos locales deciden sobre áreas libres, retiros, áreas mínimas de departamentos y estacionamientos. No se puede planificar el crecimiento así.
2 Empezaría por delimitar claramente las funciones de cada nivel de gobierno, de tal forma que no puedan ponerse candados entre ellos.
Temas de movilidad, así como la orientación del crecimiento de la ciudad, a través de morfología y densidad (que además está de la mano con el transporte) deberían ser de manejo metropolitano.
Temas como el manejo de residuos, mantenimiento de espacios públicos o cobro de impuestos, por ejemplo, pueden ser perfectamente manejados por los gobiernos locales.
3 Es que la ciudad no funciona como un gobierno central, donde los poderes necesitan equilibrio. Los alcaldes distritales no están para ser el contrapeso del alcalde metropolitano, sino para ser su complemento.
Pero el alcalde metropolitano tiene que ser el líder. Aquí el problema es que no se puede pensar nada de forma integral. Hay que pensar en hacer un cuerpo que funcione, pero un tipo hace los brazos, otro las piernas y otro la cabeza: te sale un mutante.
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