Conflicto anunciado: nuevos desarrollos inmobiliarios sobre la Av. Grau, Barranco. Foto: JLizarzaburu, |
El punto de partida fue más bien otro tema álgido: en solo cuatro cuadras de la Av. Grau en Barranco, desde la UTEC hasta la Av. El Sol, se están construyendo o se van a construir seis edificios de lujo entre 15-20 pisos. Hasta ahí todo parecería bien. Vivir en Barranco es un sueño de muchos estos días.
Pero esta estrecha sección de Grau es un punto crítico. Se trata de casi la única salida que tiene el popular distrito hacia el resto de Lima. Víctima de su propio éxito, el tráfico y el ruido en horas punta está volviendo la zona invivible.
Tal como la Alameda 28 de Julio, como la situación en Santa Beatriz, como la de muchas partes de la ciudad, este sigue siendo el caso de una ciudad que se construye al margen de la ciudad. En este caso específico de Barranco, el prometido paraíso tiene más de pesadilla en construcción.
Y lo que sigue es un ejercicio, una vez más, de tratar de entender esta ciudad, sus ciudadanos, nosotros mismos, en nuestras distintas facetas. Nada es tan simple como pensamos, y Ludeña es un excelente guía para avanzar por el desorden.
Profesor, teórico del urbanismo y arquitecto, Wiley Ludeña. Foto: JLizarzaburu. |
Ese paisaje enfrentamos todos los días los que vivimos en Lima y tiene que ver con algo que es fundamental entender. Cuando en mi generación nos preguntábamos por qué las ciudades peruanas son tan horribles, decíamos que porque somos pobres, porque no tenemos educación, porque la ciudad peruana ha perdido destino…
¿Qué pasó?
Lo curioso fue ver ciudades de países relativamente más pobres, como Ecuador o Bolivia, que eran más consistentes, más humanas, con más coherencia y un cierto orden. La respuesta acá tiene que ver no con pobreza sino con cosas más profundas y estructurales.
De otro lado, cuando se acusa que todo el caos de la ciudad y esta especie de degradación estética tiene que ver con la migración andina a la ciudad, con los pobres, la cantidad de barriadas que se han construido, se parte de la premisa que esto nunca existió, que Lima siempre fue bien construida y que todos vivían bien. Falso.
La realidad era otra…
Todos los indicadores estadísticos del siglo XIX e inicios del XX demuestran que había un 70% de la población de Lima, no solo en términos sociales sino constructivos, que vivía literalmente en el infierno urbano. Hay algo de esa degradación ambiental que es parte de su ADN histórico.
El idealismo totalizador del pasado nunca fue tal. Mercado del siglo XIX, pintado por Johann Moritz Rugendas. Imagen: Google. |
El tema de la permisividad o la presencia de un Estado regulador es otra de las premisas que tiene que ser cuestionadas para entender por qué este paisaje de hoy tiene que ver con la historia de la ciudad y no solamente la revolución neoliberal de Fujimori en los 90.
Acá muchas veces pensamos que en algún momento Lima fue ciudad social demócrata, con un Estado bueno, etc. Pero no, desde el inicio de la República hubo corrupción, alcaldes ineficaces, Estado negligente, ciudadanos absolutamente oportunistas, y de mucha corrupción…
Solo que ahora se ha multiplicado
Solo que ahora se ha multiplicado.
En distintos foros sobre temas de ciudad no faltan los que dicen “pero Lima no es Amsterdam, no es Berlín” porque, tal parece, no se puede aspirar a ser mejores.
Desde el punto de vista filosófico, antropológico, me parece que tienen razón. Pero lo que olvidan ellos es que hay una condición compartida: que las ciudades son espacios para los seres humanos.
El hecho que seamos humanos hace que tengamos el derecho y la obligación de hablar de las condiciones de vida de holandeses o alemanes, porque son referentes que no se pueden eludir cuando uno quiere construir espacios más adecuados para una vida decente, civilizada. Eso es obvio.
Siempre se aspira a algo
Pero en eso también hay una doble moral. Para hacer negocios 'que viva Japón, qué viva Estados Unidos’, pero cuando se trata de socializar los beneficios y las ventajas de esos países, no. Ahí somos diferentes.
Seis proyectos inmobiliarios se levantan en zona crítica de la Av. Grau, Barranco. |
No hay otra forma de explicar cómo y por qué teniendo un espacio de la ciudad, como Barranco, con potencialidades increíbles para convertirse en un referente importante, tiene la suerte que tiene.
En ese distrito vive una cantidad de intelectuales y artistas con una base ciudadana importante, con una capacidad de generar opinión pública que permita cambiar de alcalde, pero eso no pasa porque hay personajes como [el alcalde Antonio] Mezarina, y otros como él, que tienen una base social que no les interesa en lo absoluto el destino de un distrito.
¿Por qué?
Esto sucede porque en el inconsciente de la mayoría hay un sentimiento anti urbano latente históricamente.
No les interesa la idea de ciudad porque la ciudad nunca les ha dado nada. Porque el concepto de ciudad se impone en el Perú como un espacio de dominación y explotación del conjunto de la sociedad peruana.
Entonces, ¿nos lamentamos de haber nacido aquí?
No. Tenemos primero que ser conscientes que esa es la historia, que eso hemos tenido y a partir de ahí desarrollar una campaña pública, de hablar lo que significa vivir en la ciudad.
Como dice José Ignacio López Soria, la ciudad es un privilegio, porque es una escuela donde aprendes a ser tolerante, a compartir, y eso es lo que la gente no ha vivido.
Mapa de Santa Beatriz, con la diagonal que sale desde el ex Parque Libertad (Puente México), e iba directo hasta la Plaza Washington, Av. Arequipa. Imagen: Google. |
El problema central de Santa Beatriz tiene que ver con la cancelación de la diagonal de La Libertad, que articulaba el Parque de la Libertad (puente México), con el Parque Washington.
Tenía al medio el monumento al Mariscal Sucre, construyendo una perspectiva neobarroca, haussmaniana en una escala urbana, y que de algún modo era la identidad magistral del barrio de Santa Beatriz. Ese tipo de construcción de totalidad urbana no existe más en Lima. Por eso SB era una joya del urbanismo.
¿Entonces no es un tema de zonificación?
No. QEPD mi amiga Flor de María Valladolid [arquitecta de la gestión Castañeda], lo que hizo fue prolongar el cerco del parque, desaparecer la diagonal y transformar radicalmente la estructura morfológica del barrio. Eso me parece mucho más grave a que se levanten 20 pisos. Porque ya no existe más esa diagonal. Se perdió todo.
Edificio Residencial Real, Arqt. Manuel Villarán, 1960. Sobre Camino Real, San Isidro. Imagen: FormaModernaLatinoamericana. |
Es parte de esa falta de consciencia. Ese sentido de normalidad es lo más aterrador que hay, cuando nos parece que es normal que todo eso pase. Tampoco hemos vivido un Estado distinto.
No hay Estado que controle. El sector privado puede hacer lo que quiere con la memoria, que ha sido privatizada, porque no hemos tenido capacidad de socializarla.
¿Pero es solo consciencia o es la ley también?
Ese es el espíritu de una reestructuración neoliberal de la economía en el país, que implica tener un Estado desregulador; un Estado que debe someterse a la inversión privada; a la lógica de lo privado sobre lo público.
Eso explica por qué cualquier empresario viene y dice ‘destruye esto’ y no pasa nada. Porque hay toda una normativa que lo avala y una narrativa, política, social y cultural, que valida esto como parte de una normalidad. Entonces ahí tenemos el caldo perfecto para explicar esta situación.
El mismo edificio de Villarán, alterado, poco antes de su demolición en 2017. Imagen: FormaModerna Latinoamericana. |
Siento que en muchos sentidos esta glorificación de nuestro pasado, Inca o Colonial, es una coartada para no ver el presente. Eso genera una disociación. Y por eso Cusco puede tener la arquitectura contemporánea más horrible y nadie dice nada.
Digo todo esto porque creo que cuando hablamos de patrimonio estamos sometidos a esta lógica arqueológica, colonial, de que todo lo que es patrimonio y memoria se acaba con la Colonia.
Podemos defender Chan Chan como ejemplo urbanístico pero cuando hablamos de defender, por ejemplo, la Unidad Vecinal #3 la gente dice ‘eso no importa’.
El presente no importa
Pero además hay otra dimensión a todo esto: solemos creer que patrimonio y memoria es arquitectura, catedral, huaca, etc. Y en realidad cuando hablamos de patrimonio urbanístico estamos hablando del vacío.
Del vacío…
Vacío urbano. La diferencia entre patrimonio arquitectónico, que es lo lleno, y patrimonio urbanístico, incluye el vacío. Y a veces es más importante esto segundo.
¿Qué constituye el vacío?
La calle, los parques, la perspectiva, la vereda. Eso es memoria. Si tú no consideras que eso hay que defender, que ahí se anida la memoria vital de una ciudad entonces puedes entender cómo se puede convertir la avenida Grau en una Vía Expresa.
Grau era una avenida metropolitana increíble, hermosa, con cuatro líneas de arborización, como el Paseo de la Reforma de México, que es patrimonio urbanístico de ese país. Las calles, el vacío son patrimonio. Si no entiendes eso, haces lo que haces en Lima.
Cómo es posible que esa avenida se haya convertido en una Vía Expresa que ni siquiera la utiliza nadie. Es lo peor que pudo hacer el alcalde Castañeda. Ya lleva casi 20 años y no se usa para nada.
Vía Expresa de la Av. Grau. Foto: ICCGSA. |
Por eso mi defensa de la calle, la vereda, como patrimonio histórico. Y ese es un tema que lamentablemente mis colegas en el Perú no entienden, no están comprometidos.
La ciudad no se destroza solo con edificios. Se destroza cuando el vacío se transforma en algo que no es. Por eso decía que en Santa Beatriz más grave me parece el cercenamiento de esa Av. Libertad que la construcción de un edificio de 15 pisos.
Porque finalmente la construcción de un edificio, es solo eso. Pero la calle se mantiene, la perspectiva urbana, el monumento al medio, ese paisaje neo barroco. Pero nada de eso existe más en Santa Beatriz.
Traslado mi cuestionamiento a su ámbito: ¿podemos decir que la Academia en parte es responsable de esta situación? Parecen haber abandonado al ciudadano...
Desde luego! Soy el primero en señalar cómo el urbanismo como disciplina desde los años 50 lo único que ha hecho es registrar un obituario permanente de pérdidas.
Yo, como alguien frustrado que quiere una mejor ciudad, necesito esa información que manejan ustedes. Me habría gustado que existiera un instituto donde se forma al ciudadano de a pie en estos temas…
En ese caso, el Perú es un ejemplo lamentable. Porque en todos los países el tema urbano, el tema de la ciudad, ha tenido una expansión importante como temática, como gestión pública. El caso colombiano es un ejemplo. Ecuador, Bolivia… pero acá, es un fenómeno singular y digno de estudio.
Av. Grau en el siglo XIX. Imagen: Pinterest.es. |
Tengo la impresión de que en esa suerte de interés global sobre Lima hay una mezcla medio perversa entre exotismo cultural, de gente que gusta de ciudades difíciles y complejas, sino que también hay una mirada realista sobre el fenómeno urbano que está pasando acá.
Cuánta de la gente que viene se queda solo en San Isidro o Miraflores o sus restaurantes. Yo veo muchos turistas jóvenes viviendo ahora en el Centro de Lima y más allá, en Lima Norte o Lima Sur, en situaciones complicadas. Grupos de turistas el Día de los Santos van ahora a los cementerios populares.
No se habla mucho de ese tipo de turismo
Hay un interés rico y positivo que ratifica que Lima como laboratorio urbano es el más fascinante de América Latina.
Pero por otro lado también hay que reconocer que las grandes inversiones que se están haciendo, como el Metro y las otras líneas, también despiertan un interés en inversiones globales sobre la capital. Ahí hay un encuentro de múltiples intereses que están levantando la imagen de Lima como una ciudad que a pesar de sus problemas y conflictos resulta interesante.
Un nuevo tipo de turismo hacia Lima, más antropológico y menos tradicional. Foto: Travelonews.com |
Cuando se habla de esto no puedo evitar pensar en Tomás Maldonado: ser optimista es una manera de ser cínico. El mundo tiene problemas, así que uno no puede ser optimista. Pero uno tampoco puede ser pesimista, porque eso es nihilismo.
Así que él dice “soy un pesimista constructivo”, es decir estoy descontento con lo que pasa pero siento que hay que mejorar las cosas. Entonces no soy optimista en ese sentido, sino un pesimista constructivo que apuesta porque hay que cambiar pero siempre con un sentido de descontento. Solo se cambia aquello que está mal.
Así como se aprende más desde el error, creo que uno construye mejores cosas desde el desencanto. Para construir sueños y ciertos paraísos. Esa es un poco la idea.
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*/ Wiley Ludeña, arquitecto, urbanista, teórico especializado en desarrollo urbano. Doctor en Urbanismo por la Universidad Técnica de Hamburgo, actualmente es profesor en las universidades Ricardo Palma, UNI y PUCP. Es autor de numerosos libros y textos.