No ha tenido que pasar mucho tiempo para empezar a ver la dimensión funesta y peligrosa del D.S.54 sobre el destino de nuestro patrimonio arqueológico. Veamos primero unos datos básicos.
Para los que no la conocen, la huaca San Marcos (sobre la Av. Venezuela y dentro de los terrenos de la Universidad del mismo nombre) es uno de los grandes monumentos de la antigüedad en el Perú. Con sus 330 metros de largo, 130 de ancho y 30 de alto, es la más grande de Lima, y se cree que fue el edificio principal de la cultura Lima, hace unos 2.000 años.
Hoy, este magnífico edificio se encuentra como era la huaca Pucllana hace 30 años: cubierto de capas de tierra y olvido. En la imagen de abajo vemos una proyección aproximada del arqueólogo Lizardo Tavera del mismo lugar. Es decir, como podría verse si se decide su puesta en valor.
Que la mayoría de limeños no sepamos esto no es de sorprender. Por las razones que sean, el sistema educativo de la capital ha ignorado sistemáticamente información valiosa que pertenece a todos los ciudadanos. A todos, o a la mayoría, se nos privó de un derecho fundamental: conocer a los ancestros que poblaron estos valles. Los ancestros que hicieron posible que hoy nosotros estemos aquí.
El destino que ha tenido esta huaca es simbólico de cómo hemos tratado estos tesoros. El arqueólogo Joaquín Narváez en un lúcido artículo sobre la destrucción de la riqueza cultural del país a lo largo del tiempo (link abajo), identifica al Estado peruano como uno de los mayores responsables. Y San Marcos es una muestra flagrante de esa acción destructiva a lo largo del tiempo.
Ha sido mutilada más de una vez bajo una visión de “progreso”. El último en intentarlo, pero no lo consiguió, fue el ex alcalde Castañeda que pensaba eliminar un pedazo de monumento para ampliar la avenida. Nunca estuvo en los planes un túnel subterráneo u otras alternativas. Son opciones que acá no se consideran.
La visión de Confiep
Esta semana Cecilia Valenzuela entrevistó en el canal Willax al vicepresidente de Confiep, el señor Gonzalo Prialé, para analizar las medidas tomadas por el presidente Humala para acelerar los proyectos de inversión.
Alrededor del minuto 5’30 la periodista pregunta por la tercera de las siete medidas, la referida a los certificados arqueológicos (CIRA-Certificado de Inexistencia Arqueológica), y el señor Prialé contesta:
“…cómo será esto de trabador que, por ejemplo, el diseño de la línea 2 del metro de Lima que pasa cerca de la Universidad de San Marcos, donde se supone que hay algunos restos, creo que inclusive ha tenido que mover su trazo para no pasar por esta zona. Incluso, se ha optado por profundizar el metro para evitar interferencias como estas…”
Abajo pongo el link a esa entrevista. ¿Es lógico pensar, después de escuchar su respuesta, que para el vicepresidente del mayor gremio de empresarios del país la huaca San Marcos es un obstáculo? En su esquema mental no se percibe que exista un proceso que asocia sitio arqueológico con medidas de adicionales de precaución y protección, como suele suceder en países con correcta gestión cultural.
Entonces, si la semana pasada hubo quienes pensaron que éramos unos alarmistas por cuestionar este decreto, aquí tienen la evidencia más inmediata.
Más allá de que este empresario sepa o no que se trata de un importante monumento, lo que sus declaraciones dejan en claro es que no hay manera de ver esas estructuras antiguas fuera de ser una interferencia para sus planes. Como pasó con Puruchuco, que se llegó a una poco satisfactoria solución.
¿Por qué sucede esto?
No por ignorancia. Sucede porque no hay un mensaje claro del Ejecutivo de que es importante proteger, preservar y poner en valor la herencia cultural de los peruanos.
Sucede porque no existe una visión de Estado que considere la enorme y rica herencia patrimonial peruana como un recurso para el desarrollo.
No en vano se dice: “el patrimonio en los países ricos es una fuente de ingresos, en los pobres una fuente de problemas”. Y aquí vemos clara y lamentablemente por qué.
Un anuncio que debió alegrar a todos los peruanos. Un anuncio en el que se habla de acelerar los proyectos de desarrollo, de promover las inversiones, de luchar contra la pobreza, termina creando una sensación de desamparo entre quienes vemos en nuestra riqueza cultural una gran oportunidad.
Y se termina en la absurda e innecesaria situación de enfrentar cultura y desarrollo. Esto solo puede suceder cuando entre quienes tienen la responsabilidad no existe la visión.
Ese Decreto debió decir en los términos más claros que no solo es obligación del Estado la protección de este legado, sino decir expresamente que se dotará el ministerio de Cultura de los recursos necesarios para cumplir su tarea.
De existir la voluntad política, se hubiera pensado en implementar un sistema por medio del cual cada proyecto que necesite un CIRA destine un fondo para la recuperación de algún bien arqueológico peruano. Lo mismo que debería hacerse con el enorme boom inmobiliario que vive la capital, para la recuperación de casonas históricas. Pero nada de esto sucede.
Mientras tanto sigue pendiente ese diálogo nacional. Ese proceso por medio del cual entre todos podamos reconocer qué es aquello que necesitamos y podemos conservar, y qué es aquello a lo que tenemos que decirle adiós.
Personalmente siento que esta es una vía importante para avanzar. Algunos sacrificios tendremos que hacer, pero algo fundamental podremos hacer, porque una cosa es cierta: este país existe y no piensa desaparecer.
Entrevista a Gonzalo Prialé-Willax: http://www.youtube.com/watch?v=C0oemmhKDuI
Artículo de Joaquín Narváez: http://www.naya.org.ar/congreso/ponencia3-3.htm
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Foto 1: Vista aérea de la huaca San Marcos, sobre la Av. Venezuela. La Universidad a la derecha, y al fondo a la derecha el estadio, que se construyó sobre otra gran huaca de la antigüedad. Foto: Página Pachacutec-Facebook.
Foto 2: proyección 3D de la huaca San Marcos. Autor: Lizardo Tavera.