Detalle decorativo en la escultura a Manco Capac, parque del mismo nombre. |
Una mirada que no caiga en lo que para algunos de nosotros serían los mismos errores: mirar lo prehispánico como pasado y no como presente; como decoración y no como identidad.
Según un texto de la Fundación Wiese, Hamann es una de las figuras femeninas más importantes de las artes peruanas. Su trabajo se ha expuesto en las bienales de La Habana y Puerto Rico. Es profesora principal de la Facultad de Arte de la PUCP, y también es doctora en Espacio Público y Regeneración Urbana por la Universidad de Barcelona. Aquí el resumen de ese ensayo, que tuvo la generosidad de preparar para los lectores de este blog.
J. Hamann: escultura y patrimonio. |
La etapa del Oncenio de Leguía fue un periodo clave en el desarrollo urbanístico para el futuro crecimiento de Lima. Sin embargo, la oferta de modernizar la ciudad albergó profundas contradicciones: por un lado, la reivindicación del nacionalismo para construir identidad utilizando elementos simbólicos de culturas precolombinas e incas como emblemas de una nueva nación y, por otro, la apertura y vinculación con Norteamérica, como proveedora de capital para la transformación del país a través de grandes proyectos de modernización.
La admiración de Leguía por el imperio incaico se basaba en considerarlo “… el arquetipo de los gobiernos fuertes que educan al pueblo en el orden, el progreso y la prudencia, que socializa la propiedad y, por tanto, los salva de la decrepitud y la ruina”.
En esa época vemos, por primera vez, algunos elementos de inspiración prehispánica en los monumentos y se instala el monumento al Inca Manco Cápac. Y es —manifiesto en sus monumentos y planes urbanos— donde se evidencia un discurso ambiguo e inconexo entre la modernización de tendencia capitalista y la defensa de una estética indigenista.
El pasado como decoración
En el aspecto artístico se usó como canal de resonancia a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, contexto donde surgió el indigenismo liderado por José Sabogal y la corriente neoperuana, impulsada por el artista español Manuel Piqueras Cotolí.
El Neoperuano estuvo enfocado hacia la creación de un arte que revalorase lo autóctono, como puede verse en proyectos escultóricos y arquitectónicos como la fachada de Bellas Artes, el monumento a Paz Soldán y en el Pabellón del Perú en Sevilla (1929), entre otros.
Sin embargo, su fascinación por el Perú, se refleja más en sus citas constantes a la iconografía precolombina como elementos ornamentales, que en la comprensión de las estructuras espaciales de nuestros monumentos arqueológicos.
Piqueras, al abordar el proyecto urbanístico de San Isidro, tropieza con dos preexistencias . Una, el trazo de la avenida Leguía (hoy Arequipa) y otra, la huaca situada en los olivares de la hacienda Moreyra, que fue demolida, siendo la única preexistencia modificada del entorno.
Las huacas son monumentos vivos—asentados en casi todo nuestro territorio— construidos con profundo sentido de la espacialidad, con carga simbólica; dotados además de gran belleza.
Manco Cápac, fundador del imperio Incaico. Carátula de Revista Variedades, Año XVII Lima, 30 de Julio de 1921. No 700 |
El proyecto “Patria Nueva” coincide con dos eventos celebratorios en el país, los centenarios de la independencia del Perú (1821-1921) y de la batalla de Ayacucho (1824-1924), eventos que propiciaron proyectos de renovación urbana y emplazamiento de monumentos, en su mayoría donaciones de colonias extranjeras residentes en el país por esos homenajes.
La intención de configurar una ciudad desde nuevos patrones que instauren una nueva patria, que valore y refleje nuestro pasado cultural, no se logró. Creemos que es sustantivo revalorar el entorno y su estructura espacial.
Los elementos utilizados para evocar el pasado fueron piezas que acompañaron al monumento, ornamentándolo según el esquema europeo de representación figurativa. Ni la disposición ni la organización de los espacios, en la “Patria Nueva”, dotaron al lugar con un nuevo significado.
El proyecto del “Oncenio” no logró alterar las taras en las que nos vemos inmersos hasta hoy: el centralismo, la diferencia de oportunidades, la discriminación. La caótica traza urbana es resultado de la falta de un plan urbano regulador razonado y de la impertinencia de las autoridades.
No hay una verdadera identificación con los símbolos nacionales, ni con el territorio que nos es propio, ni con su patrimonio cultural. No tenemos símbolos que nos representen a todos. El debate sobre la aceptación de la multiculturalidad y el respeto a la diferencia es la cuestión que hasta ahora queda por resolver para poder proclamarnos como nación.
La llama, otro detalle decorativo en la escultura a Manco Capac. |
Notas:
1/ CALLIRGOS, J. C. (2007). Reinventing the City of the Kings: Postcolonial Modernizations of Lima, 1845-1930. Dissertation for the Degree of Doctor in Philosophy, University of California.
2/ LUDEÑA URQUIZO, W. (2003). “Piqueras urbanista”. En: El Perú o la invención de una tradición. Manuel
Piqueras Cotolí (1885-1937) Arquitecto, Escultor y Urbanista entre España y el
Perú. Lima: Museo de Arte de Lima. 2003, p. 215.
3/ CANZIANI JOSE,”Paisajes Culturales” (En prensa, 2014).
“Waka,
castellanizado como Huaca. En términos generales el término quechua se refiere a
lugares considerados sagrados y objeto de reverencia y ofrendas, ya sea por ser
lugar de origen de personajes divinos, habitado por seres sobrenaturales o por
sus espe,ciales características, como determinadas montañas, nevados,
afloramientos rocosos, lagunas, manantiales, al igual que
otros componentes extraordinarios presentes en el paisaje. Por extensión, los
monumentos arquitectónicos asociados a estos
lugares sagrados y a los rituales que en ellos tenían lugar son conocidos
también como Huacas.”