Monticulo D de la Huaca Mateo Salado y el parque que lo rodea. |
Podemos vivir absortos en los escándalos políticos que nos rodean, y no darnos cuenta de que hay otro tipo de emergencias que nadie parece estar tomando en cuenta: Lima crece y no tenemos ni más parques ni espacios públicos; dos elementos que son como la sangre y el oxígeno para cualquier ser viviente. Entonces, qué hacemos ¿aceptamos que es una ciudad desquiciada, la llevamos al precipicio y nos lanzamos todos con ella?
Como no lo vamos a hacer, necesitamos debatir, encontrar respuestas y tomar decisiones. Nuestras huacas, 385 de ellas en 40 distritos de la capital, no están ahí solo como una dimensión del pasado. Nuestra tarea debería ser cómo las incorporamos a nuestra vida hoy y darles futuro.
En un intento por alimentar un, necesario, debate sobre el tema invitamos a Rosabella Alvarez-Calderón, a contribuir con algunas reflexiones. Ella es arqueóloga y profesora del Departamento de Arquitectura, Pontificia Universidad Católica del Perú, donde enseña el curso "Huaca y Ciudad", sobre la relación de los sitios arqueológicos con la ciudad moderna.
Rosabella Álvarez-Calderón. |
Corría el año 1999 y en un episodio del programa cómico “El Cuarto de Juan”, Carlos Carlín mostró las ventajas de un novedoso producto llamado la “Constitución Política Wantan Yuca Finger Funny”, que podías copiar y pegar, tachar capítulos incómodos y arrojarla contra la pared. Los espectadores reíamos porque sentíamos que era cierto, que era una época en que las leyes y la democracia eran utilizadas para “hacer lo que querías”. ¿Por qué recordar esto?
Porque ya no hacemos esto con la Constitución, sino con los espacios públicos de Lima. En nombre de la seguridad, la privacidad, la estética y el miedo a aquellos que “vienen a malograr nuestro barrio”, nuestros espacios públicos son constantemente mutilados, sacrificados y privatizados.
En Lima los espacios públicos, especialmente los parques, son escasos en proporción al tamaño y la población de la ciudad; se encuentran distribuidos de manera desigual, y muchos de ellos han sido enrejados, limitando el acceso y uso.
LIMA CRECE Y CON ELLA SUS NECESIDADES
En una ciudad que necesita más espacios accesibles a todos, donde no sea necesario consumir para poder usarlos, ¿podrían los sitios arqueológicos prehispánicos, las huacas, cumplir esta necesaria función de ser espacios ciudadanos?
Esta pregunta es relevante por muchas razones. Primero, Lima está densificándose: barrios de baja densidad están siendo transformados por grandes edificios de departamentos, donde es común que familias vivan en 90 metros cuadrados o menos.
Sin embargo, no ha existido un desarrollo complementario de espacios públicos para satisfacer las necesidades de los vecinos de lugares democráticos y accesibles, espacios que sirvan para la socialización, para la actividad física, y no solo como adorno.
Muchos edificios tratan de satisfacer este vacío con amenidades privadas como piscinas. En el mejor de los casos, estos espacios podrían facilitar que ciertos vecinos de un mismo edificio se conozcan, pero no que se conozcan todos los vecinos del barrio. ¿Qué tan atractivo y seguro puede ser un lugar donde no ves personas en la calle, donde no hay espacios que la gente pueda usar para pasear y conversar sin tener que pagar por acceso?
El parque y el barrio alrededor de la huaca. |
Una segunda razón, es que ya se han visto muchas experiencias positivas que indican que muchas huacas ya cumplen esta función desde hace varios años.
Huacas como Puruchuco, Mateo Salado y Pucllana reciben visitas de personas interesadas en conocer su arquitectura e historia, y también son escenario de actividades orientadas a personas locales como cuentacuentos, conciertos y funciones de cine al aire libre.
Estas actividades contribuyen a crear y fortalecer un sentido de comunidad y seguridad al facilitar la socialización, especialmente en aquellas áreas donde la “huaca de barrio” era un espacio urbano negativo y desconectado de la gente siendo Huantille, en el distrito de Magdalena, un ejemplo.
Una huaca que ha sido “puesta en valor”, con información y un programa de actividades envía dos mensajes poderosos: que alguien está cuidando la huaca, y que la huaca no es la propiedad privada de un Estado ausente a la cual nadie puede entrar, sino un importante espacio histórico y comunitario, que todos pueden disfrutar y cuidar.
VER MÁS ALLÁ DE LOS TEMORES
Sin embargo, no todos ven con buenos ojos el uso de las huacas como espacios públicos. Existe una preocupación por actividades que pongan en riesgo el estado de conservación de los sitios, de querer convertir a las huacas en parques temáticos, donde un pasado idealizado sea más importante que una narrativa basada en evidencias arqueológicas.
Existe el temor de convertir a las huacas en escenarios pasivos de espectáculos y actividades, donde no existe relación entre el visitante con la huaca. Existe una preocupación sobre cuáles deberían ser los usos “legítimos” de una huaca, ya que estas no son “espacios públicos cualquiera”.
El problema no es que sea malo que las huacas sean espacios públicos en principio, ni que la identidad, usos y significados de las huacas en lo histórico y en lo relacionado a la memoria colectiva sean incompatibles con usos comunitarios.
El problema es que los espacios públicos son generalmente percibidos como espacios de entretenimiento (el parque de la Reserva) y como espacios Constitucion Wantan Yuca Finger Funny (las playas). Desde ese punto de vista, es comprensible que considerarlas “espacio público” puede ser una condición negativa.
Huaca La Luz I, Pueblo Libre, es un intervenido,
iluminado, y en un parque/barrio muy similar, pero enrejado.
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En una ciudad que durante el siglo XX destruyó gran parte de su patrimonio arqueológico para expandir el área urbana, y donde las actividades de las inmobiliarias y los traficantes de terrenos revelan que existe una enorme demanda de espacios para construir, existe una legítima preocupación por que las huacas sobrevivientes de Lima sean percibidas no como espacios de ciudadanía y memoria colectiva que es importante conservar, sino terrenos donde uno puede “hacer lo que quiera”.
Lo esencial es replantear nuestra percepción sobre la manera cómo entendemos y usamos los espacios públicos para verlos más como espacios de ciudadanía, con muchas percepciones, significados y usos, pero cada uno con una identidad principal que lo hace único.
Los sitios arqueológicos deben tener restricciones en cuanto a su acceso y uso para su conservación, investigación, pero eso no quiere decir que no pueden ser espacios abiertos e integrados al vecindario. Nuestro mayor reto consiste en enfrentar los verdaderos prejuicios sobre los espacios públicos - seguridad, sensación de abandono, desconfianza ante lo diferente.
ESPACIOS CON FUTURO
El sitio de Mateo Salado presenta un contexto muy ilustrativo de cómo podríamos ir más allá de ver a las huacas como “espacios públicos cualquiera”. A unas cuadras de la zona arqueológica principal, se encuentra el Montículo “D”, un excepcional ejemplo de una “huaca de barrio” sin enrejar, ubicada en medio de un parque de un área residencial.
Ambos se ven bien cuidados, sugiriendo que el sitio arqueológico es parte del barrio y no un elemento foráneo que debe ser protegido de la gente. La combinación de parque y huaca ha creado un espacio público abierto cuidado por los vecinos, cuyo valor social, comunitario e histórico excede el mero valor del terreno.
No es un espacio donde cada quien “hace lo que quiere”, sino un espacio de gran valor tanto para el barrio como para la ciudad en general.
Fotos y leyendas: Rosabella Alvarez-Calderón.
Links:
La Constitucion Wantan Yuca
Conversatorio Wiley Ludeña
Es muy importante la reflexión de la arqueóloga, felicitaciones. En este proceso de reflexión considero útil visitar el Parque de Las Leyendas y la tarea que realiza su colega Lucenida Carrión en el que se está cumpliendo un reto de - arqueología aplicada a la educación social. Felicitaciones a los comentarios de la arqueóloga
ResponderEliminarEfectivamente, el trabajo que se empezó en la zona arqueológica del Parque, la primigenia ciudad de Lima, es uno de los más antiguos y más serios. A eso se añade el estupendo museo de sitio que fue relanzado el año pasado.
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