martes, 10 de julio de 2012

"EN TIERRA DE SATURNO, TODOS TENEMOS HAMBRE"

Cómo somos los limeños. Apenas me enteré de que Gastón Acurio parecía estar detrás de un despropósito en la casa Moreyra, en San Isidro, lo primero que hice fue tomar la calle de la queja. ¡Hasta cuándo!, dije, y no paré.

Incluso se me vino a la cabeza la imagen del terrible Saturno de Goya comiéndose a sus hijos. Después entendí la libre asociación que había hecho. La ciudad nos devora, pero nosotros devoramos a la ciudad también. Lima es la ciudad de los Saturnos, donde para avanzar destruye, arrasa, extingue.

En fin, que me encontraba en ese estado de ánimo, hasta que empecé a averiguar más, como para poner las cosas en perspectiva.

Hablando con el Ministerio de Cultura, me aseguraron que la casona no estaba en peligro. Es cierto, se había aprobado la resolución para traer abajo el muro, sencillamente, porque el muro no era patrimonio. Recién fue levantado hace unos 15 años.

OK, ¿pero el entorno? San Isidro dijo que Cultura tiene la respuesta, y ahora Cultura dice que San Isidro tiene que pronunciarse sobre aspectos de estilo: si el edificio moderno que se pretende levantar en el perímetro de la casona no altera de manera dramática la integridad estilística de la zona.

Quien sí se pronunció de inmediato fue Gastón mismo. Su sueño, me dijo, es levantar en la parte externa de la casa uno de los diez restaurantes más reconocidos del mundo (no mencionó Michelin, pero está bien, la guía francesa todavía no incluye latinoamericanos en su lista).

Parte de la idea, inspirada en los mejores edificios que ha visto alrededor del mundo, en un contexto similar, es añadir valor contemporáneo a una pieza histórica. Y para conseguir su sueño está dispuesto a no ser limeño. Es decir, asegura que para tener este restaurante no quiere destruir sino aportar.

De pronto, me acordé del caso de la semana pasada cuando escribí del exceso de entusiasmo de una empresa en La Molina, que quería rodear la huaca Melgarejo de restaurantes, gimnasios y galerías, y el daño que se puede hacer sin querer o sin saber.

Para Gastón, tres pilares importantes de su proyecto son: poner en valor la Casa Moreyra; establecer puentes con el vecindario para que ellos también gocen del bien histórico; y contribuir al prestigio de la zona. “Cualquier aspecto que atente contra la estética de la zona yel valor histórico de la propiedad lo vamos a modificar”, me dijo. Y para eso cuenta con los mejores arquitectos.

Es así que tras el susto devorador de la primera noticia, me siento satisfecho con su respuesta. Le creo. Pero, ¿qué me queda de este asunto? Que hay una creciente preocupación por nuestro patrimonio.

Que cada vez estamos menos dispuestos a que nos sigan destruyendo la ciudad. Y que aquí, para bien o para mal, esto queda en manos de los alcaldes distritales. Por eso necesitamos municipios serios, profesionales, que trabajen para la ciudad y sus ciudadanos. La ciudad, sin duda, sabrá reconocérselos. Y un día, quién sabe, dejaremos de ser como Saturno.

Publicado en El Comercio: 28/3/12 
Foto: Diana Catalina Arbeláez, en Flickr

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