Foto: Lima Antigua |
Nada más ser juramentada, la nueva ministra de Cultura hizo su primera promesa: buscar el compromiso de la empresa privada con el patrimonio de la ciudad. Estupenda iniciativa. Si lo consigue, se ganará mi respeto y admiración. Le sugiero que empiece con el grupo Brescia. Seguro que tendrá mejor suerte que yo. (Vea aquí la despedida virtual al edificio)
Como muchos habrán notado, el edificio Limatambo -el emblemático edificio limeño que ocupa una de las esquinas de la Av. Javier Prado y Vía Expresa- empezó su despedida final. Estos días aparece vacío, desprovisto de vida y cubierto con una malla verde, mientras avanza su desmantelamiento.
Es un triste fin para una estructura diseñada por uno de nuestros grandes arquitectos, Enrique Seoane Ros, y que se convirtió en un símbolo de la historia del desarrollo urbano de Lima.
Lo que me parece más desalentador es que el grupo Brescia, propietarios del edificio, tuvo en sus manos la posibilidad de dar una clara señal de compromiso con la ciudad. Y no lo hizo. ¿Por qué? Aquí un resumen de un final que pudo ser diferente.
18 de mayo: empiezan a desmantelar el aviso de Coca Cola. Ese día publico un post en Facebook preguntando si existe algún proyecto para que el anuncio vaya a un museo, o si hay planes para hacer un registro fotográfico del proceso. Muchos responden con entusiasmo a la posibilidad de hacer algo. Aquí el link de estos intercambios.
Ese mismo día consigo comunicarme con un representante del grupo Breca (el nombre actual del grupo económico). Su respuesta es muy positiva. “Claro que se puede”.
20 de mayo: le reitero por e-mail mi interés en presentarle un proyecto sobre la memoria visual del edificio. “Voy a ver el tema con el gerente del negocio inmobiliario...”.
25 de mayo: vuelvo a preguntar. "Las coordinaciones las podemos realizar luego que el edificio esté desocupado…”.
27 de mayo: mientras eso sucede, ¿nos podemos reunir? “Esta semana es complicada…”.
3 de junio: sugiero que el proyecto le puede servir tanto a la empresa como a la ciudad. “Esta semana me tengo que ir a Cusco...”.
13 de junio: ¿alguna fecha para conversar? “Me encantaría pero todavía no he recibido una fecha definida para la desocupación ...”. No hubo más contacto directo.
11 de julio: una agencia de comunicación externa me envía este mensaje: “Sé que estas interesado en tomar imágenes del Edificio Limatambo. Me dicen… que a partir de hoy y hasta el domingo podrás acercarte a hacer las tomas respectivas”. Tengo 48 horas.
Ante la sorpresa de lo que sonaba como un ultimátum antes que una invitación, solo atino a preguntar si puedo hacer una convocatoria abierta para que en esas 48 horas venga público en general que quiera conocer el edificio, y para que vengan fotógrafos a registrar imágenes.
12 de julio, última comunicación: “Lamentablemente, se han iniciado las labores de acondicionamiento del edificio y por un tema de seguridad no se puede permitir el ingreso a muchas personas”.
Solo podía entrar yo solo. Y declino el privilegio.
¿De qué se trataba? Algo tan simple como:
- Permitir el acceso para que artistas y fotógrafos pudieran tomar imágenes del lugar.
- Abrir el edificio al público por unos días y puedan conocer de cerca el trabajo del arquitecto.
- Realizar un ciclo de conferencias sobre Seoane y ese momento arquitectónico en Lima.
- Realizar una exhibición fotográfica con imágenes de las obras de Seoane y/o de otros arquitectos de la época.
- Tal vez publicar un pequeño libro, afiches, postales, con esas imágenes.
Los más entusiastas dirán que ahí ellos van a levantar el edifico más alto del Perú. A mí también me fascina la arquitectura contemporánea. Pero así no se hacen las cosas. No se levanta sobre un punto de historia, tan significativo para la ciudad, haciendo tabla rasa de ese pasado. Sin memoria no existen las ciudades.
Sinceramente, espero que ellos por su cuenta estén preparando un proyecto propio. De repente, y sueño por un momento, que en unos meses sacarán una publicación o harán una exhibición. No tengo idea.
Mientras tanto, los limeños volvemos a perder un símbolo de nuestra historia. Las autoridades y los profesionales responsables tampoco hicieron nada. Las futuras generaciones de limeños no sabrán lo que eso significó para el desarrollo de la capital.
No es una buena señal. Lima requiere de un mejor compromiso de todos. Particularmente de sus empresarios, y de aquellos que siguen creciendo gracias a esta ciudad y sus habitantes. Así que, ministra de Cultura, tiene la pista preparada.
Y a tí, edificio Limatambo (qué nombre tan evocativo), adiós.
Aquí una galería de imágenes sobre el edificio y el trabajo de Seoane.
Y aquí, la despedida virtual de los limeños a un edificio querido.