miércoles, 28 de agosto de 2013

PATRIMONIO: "EN 100 AÑOS LO HABREMOS PERDIDO CASI TODO"

Celebración en las huacas del Parque de las Leyendas, origen urbano de Lima.

Una pregunta que podemos hacernos de tiempo en tiempo es ¿qué país le estamos dejando a los niños de hoy?, ¿cuáles son esas riquezas que los harán sentirse herederos de un país único, por el que vale la pena esforzarse, mejorar, trabajar?

Perú es uno de los seis países cuna de civilización en el planeta. A diferencia de varios de ellos, como Irak donde se ha destruido casi todo, aquí todavía queda evidencia que habla de un extraordinario proceso de creación de conocimiento, de arte, de cultura.

Sin embargo hoy, como nunca, ese hermoso legado está en serios aprietos. ¿Qué responsabilidad hemos asumido para pasarlo en las mejores condiciones a los que vienen? ¿Cómo garantizamos que en el futuro habrá espacios para gozar y sorprendernos con lo que se hizo sobre nuestro territorio a lo largo del tiempo?

La siguiente entrevista no es una entrevista feliz. Es un crudo análisis desde el aspecto legal, sobre las deficiencias y debilidades de nuestro sistema. Hay, creo yo, una bien merecida crítica al ministerio de Cultura. Algo debe hacerse. Para empezar, tomarnos en serio. Tomar nuestra herencia en serio. Los escollos son grandes y, quiero pensar, no queremos terminar con el vaticinio de este abogado: haber perdido todo en 100 años.

Fabricio Valencia es un abogado que nació y vivió entre huacas. Hijo de arqueólogos, ya antes de ir a la universidad respiraba de cerca la riqueza, y la pobreza, de este país. Él es uno de los pocos abogados en el medio especializado en Patrimonio Cultural. Tiene un blog del mismo nombre y durante casi diez años trabajó en el área legal del entonces INC y luego con el ministerio.

Aquí, con valentía y responsabilidad, se atreve a poner en riesgo su relación todavía vigente con esa institución. Pero hay verdades que tienen que exponerse.

¿El patrimonio está bien protegido legalmente?
La actual ley de patrimonio es aceptable y puede ser mejorada. Pero no se aplica bien.

¿A qué se refiere?
Por ejemplo: si el Ministerio de Cultura (MC) se entera de que alguien está tratando de demoler un sitio arqueológico, envía a sus expertos y su abogado, con la policía y el fiscal. Lo mejor que pasa es que paralizan la demolición, pero solo por ese momento. Esto puede dar lugar a un proceso administrativo sancionador, que toma unos seis meses. Pero al segundo día la misma gente va y se tira el sitio abajo.

¿Cómo debería ser?
Lo que el MC debería hacer es dictar una medida cautelar. La ley lo permite y significa que la paralización es permanente. Es una medida mucho más eficiente, que necesita una resolución del MC. Es verdad que esto de por sí no va a detener la destrucción, pero fortalece a la autoridad y puede dar pie a una denuncia penal.

¡Pero sacar una resolución es un trámite engorroso!
Una resolución de este tipo se puede hacer en ocho horas.

¿Por qué no se hace?
No lo sé.

¿El MC sabe que tiene la capacidad para hacer esto?
Sí, claro.

¿Qué otras deficiencias existen en la aplicación de la ley?
El MC solo tiene potestad de emitir multas, que en teoría pueden ser muy altas. No puede enviar a nadie a prisión porque eso es potestad del poder judicial. Pero el hecho es que las mismas multas casi nadie las paga. El infractor apela y el poder judicial muchas veces anula las sanciones.

¿Hay mucha corrupción?
No es eso. Es que las sanciones no fueron bien fundamentadas. Lo primero que se necesita es equipos multidisciplinarios para saber aplicar sanciones. Un arqueólogo no puede hacer el trabajo de un abogado. Segundo, el ministerio debe hacer seguimiento oficial en el poder judicial, pero tampoco se hace mucho.

¿Y ha ido gente a prisión por delitos contra el patrimonio?
Sí, conozco dos casos, en Cusco.

¿Solamente?
No hay más. Y esto en los últimos 10 años.

¿Por qué no hay más casos?
Porque según la ley, el dolo se comete por conocimiento y con voluntad. En este caso, el Estado debe comprobar que el infractor sabía que ese lugar era patrimonio cultural y que pese a eso atentó. Es casi imposible probar eso.

En el caso de una huaca, ¿cuál es la mejor manera de protegerla?
Son varios pasos: declararla patrimonio cultural es lo primero. Luego, delimitar el área; publicar la medida en El Peruano; hacer el saneamiento físico y legal; e inscribirla en registros públicos.

¿Se hace todo eso?
El MC declara, a veces delimita, y rara vez publica. Son tareas que demandan recursos pero son realizables y necesarias.

¿Siempre ha sido así?
En realidad ha mejorado. Antes se hacía solo la declaración de patrimonio y no se delimitaba. Era una declaración enunciativa. Aun así en Lima muy pocos sitios han sido delimitados.

¿De repente el ministerio no sabía que tiene que hacer todo eso?
Sí lo sabían, pero no lo hacían. El ministerio es muy débil como institución, además de tener poca profesionalización. Salvo casos muy puntuales de expertos muy respetados los cuadros de profesionales son limitados y existe poca continuidad.

"Lo más importante para proteger es voluntad política, que nos falta"
¿Y cómo se hace el saneamiento físico y legal?
Para empezar, hay que decir que el ministerio no tiene un área especializada donde un grupo de profesionales se dedique a esto. Existen unidades distribuidas en distintas áreas. Lo que se tiene que ver primero con un sitio que es patrimonio es si el lugar ha sido invadido o si es propiedad privada.

¿Por qué?
Porque si ha sido invadido, existe un procedimiento que permite en teoría reubicar y desalojar a los invasores. La ley lo permite pero no se hace. Si hay 100 invasores hay que investigar a cada uno.

¡Pero es un trabajo enorme!
Sí, claro que sí, pero se puede hacer. Lo contrario es hacer lo de siempre: nada, y la gente se queda en la huaca y con el tiempo esta se pierde.

Sin recursos seguramente no se puede hacer más…
Sí que se puede, lo que pasa es que no se ve como una prioridad.

¿Y si es propiedad privada?
La ley señala muy claramente que todos los sitios arqueológicos del país son propiedad exclusiva del Estado. Pero durante años Cofopri dio títulos de propiedad sobre territorios arqueológicos. Eso fue ilegal y el ministerio debió demandar esas inscripciones. Pero nunca lo hizo. Esto en casos de titulación reciente.

Porque luego hay los casos de personas o familias que han sido dueños de tierras durante varias generaciones, donde hay sitios arqueológicos…
Aquí las opciones que le quedan al Estado son aplicar limitaciones al uso de esa propiedad; inscribir su carga cultural en los registros públicos (como una ficha del lugar); o expropiarla.

Entonces el Estado no es siempre dueño absoluto de todos los sitios arqueológicos…
No siempre. Es una contradicción de la ley, particularmente en el caso de propiedades que han estado por mucho tiempo en manos de una familia. Pero los casos mucho más numerosos son los de titulación reciente. Y el MC no ha hecho nada al respecto.

¿Y el Estado puede poner en valor un sitio arqueológico que está en propiedad privada?
Claro que sí. La ley se lo permite y el dueño del predio está obligado a aceptar esto. El ministerio no necesita la autorización del dueño, aunque sí comunicarle de sus intenciones. Esto de todas maneras impone limitaciones sobre lo que puedes hacer con tu propiedad si es que ahí hay sitios arqueológicos.

¿Qué es lo más importante para garantizar la protección de patrimonio?
La voluntad política de querer hacerlo. Porque cuando esto sucede esa voluntad se plasma en modificaciones legislativas para mejorar la gestión; o asignaciones presupuestales; o la misma creación de una policía especializada en patrimonio cultural, que en el Perú es urgente.

¿Y la sociedad civil tiene algún papel?
Puede presionar, exigiendo voluntad política, pero esto funciona mejor en sociedades más democráticas, cuando se escucha y se hace caso a la opinión del ciudadano.

¿Usted cree que en el Perú existe la voluntad política para proteger el patrimonio?
Creo que no. Basta fijarnos en los recientes decretos supremos 054 y 060 para darnos cuenta de que son vejatorios completamente contra el patrimonio nacional. Los políticos en el Congreso, no tienen absoluta idea de lo que es patrimonio y cultura.  Para muchos su tarea se limita a construir una loza o una posta médica, que son importantes, pero no a expensas de olvidar una herencia como la nuestra.

En ese contexto ¿qué sentido tiene un ministerio de Cultura?
Vuelvo a repetir: aunque hay varios profesionales muy comprometidos, también está lleno de advenedizos y recompensados. Para muchos, estar en el ministerio es un trabajo más. Son gente que no les interesa el patrimonio y solo están ahí por un sueldo, con lo que el ministerio termina siendo solo de pantalla.

Con más de 100.000 sitios arqueológicos identificados en el país, tampoco es que se pueda proteger todo.
Así es, pero aquí se confunde clasificación con jerarquización. El ministerio ha clasificado monumentos en categorías pero no los ha jerarquizado. Las jerarquías permiten saber qué se puede hacer con ese inmueble y hasta qué punto se puede proteger.

No se le siente muy optimista...
La verdad que no, porque siento que a este ritmo en 100 años solo nos van a quedar los sitios que son patrimonio de la humanidad (8 en la actualidad, en la condición de bienes culturales), porque los otros se habrán perdido. A esos que queden se les dará los mejores cuidados, pero no quedará ni la sombra de lo que un día hubo.

(O de lo que un día fuimos).

Blog de Fabricio Valencia: http://blog.pucp.edu.pe/blog/aleajactaes
Foto: Celebración en las huacas del Parque de las Leyendas (JL)

miércoles, 21 de agosto de 2013

"BARCELONA ESTABA INDIGNADA CON LA PÉRDIDA DE SUS EDIFICIOS"

Patrimonio industrial: la fábrica Fabra i Coats, convertida en centro cultural.
Ver la foto de abajo, cómo era el edificio antes de la transformación.
Barcelona es una ciudad con la que tenemos algo en común: un legado arquitectónico milenario. En la capital catalana existe un catálogo patrimonial de 2.000 años de antigüedad. Esto, a lo largo del tiempo, implicó una serie de desafíos para su protección en una de las ciudades más desarrolladas e industrializadas de España.

Este es un resumen de las entrevistas que hice con las dos principales autoridades de protección de patrimonio y que publiqué el año pasado. La versión completa la podrán encontrar en el link de abajo. Uno de los puntos clave en esta tarea es la de contar con una serie de beneficios económicos que permitan la protección. Pero para llegar a este punto, hace falta la visión. Algo que en Lima todavía no tenemos. Por eso en esta nota me enfoco en lo segundo.

Entrevista con JORDI ROGENT, Jefe del Departamento de Patrimonio Arquitectónico del Ayuntamiento de Barcelona.

Para Rogent, patrimonio “es uno de los testigos fundamentales de la trayectoria histórica y de identidad de una colectividad. Los bienes que lo integran constituyen una herencia insustituible, que hay que transmitir en las mejores condiciones a las generaciones futuras”.

Trabajan en toda la ciudad, no solo el centro histórico...
Es que Barcelona es la suma de todas sus partes: su casco antiguo y otros cascos antiguos más populares, y porque en toda la ciudad hay elementos que proteger.

¿Y con qué instrumentos cuenta para hacer su trabajo?
Básicamente la ley 9/93 del Patrimonio catalán, que define los niveles de protección de los edificios; los diez planes especiales de protección (que tienen fichas que explican qué se protege de cada edificio y cómo se tiene que actuar); y las visitas a los edificios y las reuniones con los técnicos que hacen los proyectos.

¿Cuál es para usted la clave para una protección exitosa?
Tener documentos (los planes de protección) claros y conocidos por propietarios y técnicos; que cada uno sepa qué se puede hacer y qué no, y el conocimiento que llegamos a tener del edificio. Son bastantes visitas a la obra (antes del proyecto y durante las obras) y horas de reunión durante la realización del proyecto.

¿Desde cuándo se legisla aquí la protección de patrimonio?
En 1956 se aprobó la Ley del Suelo, que fue la primera ley moderna de urbanismo, y en 1962 Barcelona fue la primera ciudad española en aprobar el primer catálogo, que es una lista de edificios que no pueden ir al suelo por su valor arquitectónico o su valor histórico.

¿Sigue vigente?
Tenía sus limitaciones, porque protegía algunos edificios pero no el conjunto, y estaba desvinculado del proceso de crecimiento urbano. Luego, en los años 70, hubo una fiebre de construcción y fue un momento clave porque la ciudad estaba indignada al ver la pérdida de sus edificios más emblemáticos. Esto ayudó a crear conciencia de que era necesario mantener la memoria histórica.

¿Qué pasó?
En 1979 se revisó el catálogo, y en el 92 se hizo uno nuevo. De manera que pasamos de unos 800 edificios con una protección u otra a prácticamente 4.000.

¿Solo aumentó la cantidad?
No, cambiaron varias cosas. Una muy importante fue no mirar tanto los edificios de uno en uno sino mirar un tema de conjunto, donde quizás cada uno de los edificios por sí solos no tiene mucho valor pero sí que estén uno al lado del otro.

¿Y por qué eso es importante?
Porque es la imagen que tienen los vecinos, lo que han visto toda su vida. La misma Unesco y el Consejo de Europa consideran que mantener la imagen que la gente tiene del entorno donde ha vivido es un valor histórico. Si tú has estado toda la vida viendo una plaza, unas tiendas, aquello forma parte de tu patrimonio intelectual. Entonces se protege a veces edificios sin mayor valor arquitectónico pero que pueden representar algo importante para un pueblo.

Pero habrá los que digan: los tiempos cambian, la gente muere, para qué preservar...
Es un trabajo permanente de ir buscando el equilibrio, porque no se tiene que mantener todo pero tampoco se tiene que derribar todo.

¿Qué es lo prioritario: el crecimiento o protección?
En algunos casos prevalece uno y en otros, el otro.

No debe ser un trabajo fácil…
Para nada. Por un lado tenemos que pelearnos con vecinos y asociaciones muy proteccionistas, y con empresarios que quieren derribar todo. Pero la historia es dinámica, la ciudad se tiene que transformar, y yo creo que este es el eterno dilema de la protección.

¿Qué le da a una ciudad y a sus habitantes que se pueda proteger su patrimonio?
En Europa, el tema del recuerdo de nuestros antepasados es algo muy asumido. Y haber sabido compaginar esto con el turismo que viene a ver ese pasado es un éxito. Además, si tenemos todo bien restaurado es un señuelo para que venga más gente y gaste más. Entonces, poder articular turismo y patrimonio es muy importante. Aparte del valor sentimental que tienen los lugares para sus habitantes, porque eso hace que la gente viva más tranquila, más feliz.


La fábrica catalana antes del proceso de recuperación y transformación.

“HAY QUE TOMAR EN CUENTA EL VALOR EMOCIONAL DE UN EDIFICIO”

Joan Closa Pujabet es jefe del Servicio de Patrimonio Arquitectónico de la Diputación de Barcelona. Él tiene responsabilidad sobre la provincia de Barcelona, con 311 municipios y cada uno está obligado por ley a proteger su patrimonio.

“Una ciudad puede conseguir un equilibrio entre memoria y desarrollo. Aquí en España hay estudios que señalan que para la inversión en patrimonio edificado, por cada euro invertido revierten 17 euros en beneficios (turísticos, de servicios…). La identidad no pasa por cuestiones nacionalistas. Pasa por el arraigo sentimental: por la iglesia donde mis padres se casaron, donde bautizaron a mi abuelo, un edificio que he visto toda mi vida. Esa es la identidad. Ese es el patrimonio. El valor emocional de los lugares, de los edificios, tiene que ser tomado en cuenta. Y en eso intentamos trabajar aquí. Proteger esta herencia de todos pasa por la sensibilización y por la escuela, para que los niños sepan desde el principio que lo antiguo también es bueno. La situación ideal es llegar a un punto donde no tengas que justificar ni luchar por proteger”.

Haga clic para ver la versión original de esta nota

Fotos: Google

miércoles, 14 de agosto de 2013

“LA GENTE SIN PASADO NO PUEDE CONSTRUIR SU FUTURO”


Eso me dijo hace un tiempo el embajador mexicano Alfonso de María, entonces director del poderoso Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en su país.  Uno de los puntos centrales de la conversación fue el hecho que para ellos preservar el legado arqueológico no es solo un tema de identidad o de cultura. Es una tema de competitividad, en un mercado global cada vez más fuerte. Dada la vigencia de sus comentarios en el contexto actual en Lima, reproduzco una parte de la entrevista que fue publicada en El Comercio en dos partes, los días 19 y 20 de julio de 2011.

México y Perú son dos naciones hermanas, con gran riqueza arqueológica y procesos históricos similares. Pero donde las diferencias parecen mayores es en lo que concierne a protección y recuperación de patrimonio, que en México es una prioridad de Estado. El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) fue fundado en 1939 para cumplir con este trabajo.

México tiene más de 60.000 monumentos históricos y unos 40.000 sitios arqueológicos. ¿Qué se hace con tamaña riqueza?
Bueno, es un reto. Yo lo que digo es que no estamos rebasados, porque somos muy rigurosos en la vigilancia del patrimonio.

¿Se puede vigilar todo eso?
Contamos con 5.000 agentes y otros mil de diferentes órganos. Además, tenemos muchas organizaciones locales. Tenemos un procedimiento para responsabilizar a ciertos grupos sociales del cuidado de las cosas.

¿Cómo así?
Si hay un pueblo que aprecia mucho su legado, se constituye legalmente en una sociedad coadyuvante de la defensa del patrimonio.

¿Qué reciben ellos?
Ellos no reciben nada a cambio. Pero nos ayudan a alertarnos, a informarnos qué sucede, qué hace falta. Hay más de dos mil organizaciones de este tipo en todo el país.

¿Cómo priorizan ustedes?
De maneras diferentes. Una prioridad para abrir nuevos sitios arqueológicos, por ejemplo, es que estén asentados en sitios marginales que requieran trabajo...

¿Sitios marginales?
Sitios de pobreza.

¿Por qué son una prioridad?
Porque eso genera fuentes de riqueza y porque el patrimonio, cuando está muy desvinculado de todo lo demás, suele ser más susceptible de falta de conservación.

¿Y qué hacen?
Lo primero es que haya un proyecto de investigación maduro, consolidado. Luego evaluamos: alternativas de trabajo, capacidad de entrenar gente para el trabajo. El INAH capacita en tareas vinculadas a la conservación, como albañilería fina, artesanía, limpieza de piezas, inventario, registro de piezas. Se da mucho trabajo. Hay poblaciones que viven del trabajo de algunos sitios que hemos abierto.

¿Qué pasa cuando una comunidad no tiene interés en que se recupere el sitio que tienen cerca?
Es raro, eh. En México, lo que más me preocupa a mí es la cantidad de solicitudes que tengo de gente que nos pide que vayamos a apoyarla. “Vengan, les damos las facilidades”. Entonces les vamos pidiendo cosas.

¿Cómo qué?
Primero les decimos que cuiden el sitio mientras nosotros empezamos. Hablamos con el presidente municipal, con las autoridades locales, tratamos de organizar una sociedad para que cuide eso. De hecho, a veces lo que ha hecho el instituto es que a los dueños de ese predio se les da un cargo, con un sueldo, para que lo cuiden.


Museo Nacional de Antropología, México
¿Cómo planifican en su oficina?
Si alguien quiere construir una carretera, por ejemplo, nosotros tratamos de hacer un trabajo preventivo. Mi primera instrucción a mis delegados en cada estado es decirles que tienen que estar informados de todos los planes de desarrollo urbano, de ampliación, de carreteras, etc. Tienen que estar al frente de eso, porque pueden ayudar a que la planeación desde el principio sea correcta y no sea costosa.

¿Qué medidas se toman?
Si hay que hacer salvamento arqueológico, la empresa tiene que pagarle al instituto por todo ese trabajo.

Aquí dirían que la autoridad de cultura está obstaculizando el desarrollo.
A nosotros también. Pero nosotros decimos que tenemos que proteger el patrimonio, como lo exige la ley. Y damos soluciones. Porque lo que sí no se vale es obstruir y no dar soluciones. Casi en cada caso hay una solución.

Pero aun así habrá conflictos…
Los conflictos han sido muchos, pero generalmente la gente acaba entendiendo cuando se dan cuenta de que hay un valor adicional. Nuestros países, México y Perú, son los únicos con culturas originarias en el continente que generaron una cultura propia, que no la heredaron de nadie, que se originaron de nuestro propio entorno. Eso tiene un valor fundamental.

A qué se refiere
Que esos bienes son no renovables. Y este es el concepto que aplica el instituto. Los bienes son no renovables. En el caso de los arqueológicos y también los históricos.

¿Qué presupuesto tiene su oficina?
Un poco más de 300 millones de dólares anuales, presupuesto distinto del que tiene Conaculta, [equivalente al Ministerio de Cultura y solo para arqueología].

¿300 millones de dólares?
Sí. Es que es necesario. Hay una conciencia ya, por lo menos en México. Nosotros hemos sido bendecidos por esta administración que ha aumentado considerablemente los fondos. El instituto aún pobre hacía una labor muy importante. Ahorita lo que hemos tenido es dinero para rehacer museos, por ejemplo.

¿Qué pasa si no se recupera?
Se pierde la memoria de un pueblo. Aquí en Perú, por ejemplo, es mucho lo que se desconoce de cómo era la sociedad preinca. ¿No les interesa conocer las raíces del pueblo peruano anteriores a los incas?, ¿vamos a dejar que se destruyan? El hombre tiende a proteger su memoria. Protege su identidad.

Hay un elemento de orgullo…
Si tú no estás orgulloso de tu pasado, te vuelves una gente mucho más insegura y mucho menos competitiva.

¿Qué valor tiene eso hoy, de cara al futuro?
Ah bueno, es que una gente sin pasado no puede construir su futuro con claridad. Cómo te explicas un peruano o un mexicano sin sentir orgullo de su pasado indígena. Sin ser un tema nacionalista, somos los únicos dos países realmente mestizos en toda América.

Foto 1: Protocolo-Cancillería México
Foto 2: INAH

miércoles, 7 de agosto de 2013

EDIFICIOS, CASONAS Y HUACAS: ¿DE QUÉ NOS SIRVEN?


La entrada anterior de este blog, sobre el edificio Limatambo, generó algunas opiniones cuestionando lo que algunos consideramos valioso. Y es lógico. Vivimos en una ciudad donde nunca nadie nos enseñó lo que teníamos. Ninguna autoridad se tomó el trabajo de decirnos el valor de nuestra herencia arquitectónica. No hubo manera de empezar a apreciar y entender que vivimos en una de las ciudades más ricas y más originales que existen.

Con esos antecedentes, qué se podía esperar ahora que hemos entrado en un proceso de destrucción acelerada de un legado de miles de años. En cualquier otro lugar, la ciudad entera se habría levantado ante estos crímenes. Acá, siento que tenemos que empezar por manejar nociones comunes. A conocer un poco más.

Para ello entrevisté a Norma Barbacci. Ella es arquitecta y Directora para América Latina, España y Portugal, del World Monuments Fund (WMF). El WMF es posiblemente la organización privada de protección de patrimonio más influyente del planeta, con proyectos de salvataje en todos los continentes. Ella respondió a mis preguntas via e-mail desde sus oficinas en Nueva York.

Para tenerlo claro desde el principio ¿qué entendemos por protección de patrimonio?
Significa prevenir la destrucción, el deterioro o la modificación exagerada de lo que consideramos un legado importante, o un bien de valor común. Por modificación “exagerada” me refiero a aquellos cambios que destruyen la integridad del bien o, en otras palabras, que atentan contra los valores más importantes o la esencia de este. El cambio es bueno y necesario pero hay “límites de cambio aceptable”.

¿Qué se suele proteger?
El derecho de todos de poder disfrutar del patrimonio – no solo la propiedad privada o el monumento religioso, o el sitio arqueológico de interés académico. Es también el derecho a conocer nuestra historia, raíces, y logros como nación a través de las obras arquitectónicas de nuestros antepasados. La trama o tejido histórico urbano es tan importante como el monumento en sí. Es también una manera de preservar nuestra identidad.

¿Cómo se hace?
En primer plano previniendo, a través de legislación de protección y designación de monumentos o distritos históricos; zonificación apropiada; creación de incentivos fiscales para el mantenimiento y la rehabilitación de sitios patrimoniales; y educando y concientizando a la comunidad sobre estos valores y los potenciales beneficios (incluyendo los económicos y la calidad de vida) de preservar el legado histórico…

Después...
… conservando, restaurando o poniendo en valor el patrimonio cuando este se encuentra deteriorado, o su uso original se vuelve obsoleto en algún momento de su historia, lo cual implica un trabajo de reciclaje. Finalmente, vigilando y defendiendo el patrimonio cuando es atacado, y por supuesto fiscalizando (en serio) a los que no cumplen con las reglas de protección.

¿Qué ciudad(es) de América Latina son ejemplares en este campo?
Quito, Bogotá, La Habana Vieja, Salvador de Bahía (Plan de Rehabilitación Participativo) y, por qué no, los poblados de Lampa o Andahuaylillas en el Perú.

Iglesia de Andahuaylillas, Cusco, recuperada con apoyo del WMF
¿Cómo figura Lima en ese contexto de ciudades en cuanto a protección de patrimonio?
Ha logrado avances en la conservación de los monumentos y plazas más emblemáticos del Centro Histórico, pero aun no logra establecer las reglas de juego apropiadas para promover la protección y reciclaje del tejido histórico. Por eso se ven casos desafortunados como Mateo Salado (zona de amortiguamiento), el Edificio Limatambo (protección de patrimonio moderno) y otros. El caso de El Paraíso es diferente ya que es un caso de flagrante delito de parte de una empresa privada. El castigo debería ser ejemplar en este caso para desincentivar este tipo de acciones.

Algunos piensan que solo hay que salvar el Centro Histórico…
Esta es una visión algo limitada del patrimonio. El Centro Histórico debería ser considerado como parte integral de la ciudad de Lima, no solo como un destino de interés para algunos turistas y donde se va por necesidad de hacer algún trámite gubernamental. Hay que salvar también los barrios residenciales a través de una zonificación coherente (y así evitar la mutilación de casas para convertirse en chifas, por ejemplo), o el contexto o zona de amortiguamiento de monumentos milenarios como las huacas.

¿Qué valor arquitectónico le encuentras a Lima?
Sebastián Salazar Bondy en “Lima la Horrible” describe una ciudad des-integrada donde la oligarquía y lo colonial tienen precedente sobre la integración social e histórica de la ciudad. Al contrario, creo que Lima tiene valores arquitectónicos-históricos poco apreciados como las huacas milenarias, la arquitectura colonial en los dos lados del rio Rímac, el adobe como material “noble,” eficiente y ecológico, sus construcciones modernas como el edificio Limatambo de Enrique Seoane, o los complejos residenciales como la Unidad Vecinal #3 de Luis Dórich, su traza urbana, sus parques y jardines, etc.

¿Qué valor le encuentras al edificio Limatambo? ¿Qué se pudo hacer?
El edificio Limatambo del arquitecto peruano Enrique Seoane Ros, construido en los años 50’s es una obra de arquitectura domestica que fue innovadora para esa época en Lima. Lo visite mucho en los años 70’s (mi hermano vivía allí) y recuerdo estar muy impresionada por su comodidad, grandes ventanales y profusión de luz, y su gran genius loci o sentido de lugar. En lo referente a que se pudo hacer – yo diría haberlo designado como monumento para protegerlo contra su destrucción o modificación. En vez, le pasó lo que a muchos monumentos de arquitectura moderna: no logró sobrevivir lo suficiente como para ser suficientemente valorado y llegar a ser monumento... Una pena.

¿Qué factores son los que se toman en cuenta para proteger un bien inmueble?
Son varios: antigüedad, estilo, valor simbólico, más el potencial económico que estos bienes poseen y que se puede realizar a través de un reciclaje apropiado, y los “green points,” o puntaje ecológico, que habría que considerar cuando se reutiliza un inmueble que contiene una gran energía incorporada la cual fue utilizada en su construcción.

Pero toda ciudad crece y el precio del desarrollo implica que no se puede conservar todo…
Estoy de acuerdo en que no se puede conservar todo, pero creo que la decisión de qué salvar y qué no debe responder a una evaluación consensada y basada en criterios sólidos.

¿Qué hay con Miraflores? hay quienes sostienen que ha perdido su valor histórico.
A mi parecer, Miraflores ha llegado a un punto de inflexión donde se perdió el balance que existía hace unas décadas, cuando la construcción nueva y las casonas históricas convivían más o menos amistosamente. Ahora encontrar vestigios del antiguo Miraflores o de una escala humana es cada vez más difícil. A esto me refería en relación a los “límites de cambio aceptable”.

En el caso de Lima, ¿qué se necesita reforzar?
Varios elementos: el papel del poder judicial, empresa privada, sociedad civil, leyes y, particularmente, la educación cívica desde la niñez. La preservación histórica, así como la conservación del medio ambiente son actividades sumamente cívicas, donde el bien común y el beneficio individual deben lograr un balance.

¿Qué papel le corresponde la sociedad civil en todo esto?
Creo firmemente que el papel de la sociedad civil en la protección del patrimonio es esencial. El Estado puede crear leyes y tratar de ejecutarlas con incentivos o castigos, pero nunca es suficiente ya que siempre existen intereses privados que buscaran escapatorias para burlarse del sistema. En una democracia, la sociedad civil tiene el derecho y la responsabilidad de estar vigilante y defender lo suyo, el legado de sus antepasados, su calidad de vida, su medio ambiente.

Tony Puig [uno de los artífices de la transformación de Barcelona en los 90s] estuvo en Lima hace poco y dijo que a la ciudad solo le quedan tres años para empezar a hacer algo (por decir que la bonanza económica no durará siempre y que si no se hace algo hoy, habremos perdido la oportunidad) ¿Estás de acuerdo?
Completamente, aunque no necesariamente con el límite de tres años. La planificación hay que hacerla proactivamente y no hay mejor momento para reforzar instituciones, mejorar leyes, zonificar, capacitar, y sensibilizar que cuando las necesidades básicas o las amenazas no son tan urgentes. Por otra parte, la disponibilidad de recursos para inversión puede ser aun más destructiva para el patrimonio si en vez de estos ser canalizados hacia acciones de conservación y reciclaje, son utilizados para la demolición y construcción especulativas.

Foto 1: puntoedu.pucp.pe
Foto 2: WMF