Tercer edificio del Museo, cdra. 5 Jr. Callao, hoy demolido. Imagen: Ayllón 2012. |
Visto en retrospectiva, es una historia triste. Casi miserable. Que en 200 años no se haya podido concretar ese proyecto y poder estar a la altura de la grandeza que heredamos... Claro que culpar es fácil. Con las autoridades que nos ha tocado, no cuesta trabajo. Pero después de la queja, qué…
En menos de cinco años cumplimos 200 años de República, una raya más en 5.000 años de civilización. Y este país cuna de conocimiento sigue sin un gran museo que dé cuenta de todo lo que hemos venido creando, haciendo, viviendo.
Lo que a continuación sigue es el resumen de un artículo académico que el arqueólogo Henry Tantaléan publicó este año en una revista argentina. Es el resultado de una investigación sobre los múltiples vaivenes del llamado sueño del Museo Nacional, casi desde el mismo día de la Independencia en 1821.
Es una historia que da vergüenza, que indigna, que apena. No es difícil preguntarse qué mecanismos, oscuros, silenciosos o inconscientes, han venido funcionando a lo largo del tiempo que lo han hecho siempre imposible, y que cada vez que nos acercamos nos alejamos.
Tantaleán es Doctor en Arqueología Prehistórica por la Universidad de Barcelona, profesor asociado al Instituto Francés de Estudios Andinos, y acaba de publicar “Una Historia de la Arqueología Peruana” (Instituto de Estudios Peruanos, 2016).
Esta versión abreviada se hizo con su autorización y en coordinación conjunta. La nota original la pueden leer haciendo clic aquí.
Portada del libro publicado por Henry Tantaleán. 2016. |
1822-1824:
- Se crea la nueva República y se inaugura un Museo Nacional instalado en el Colegio La Libertad (luego la Biblioteca Nacional).
- Sus contenidos, apenas algunas piezas, eran básicamente antigüedades (huacos y momias). Al año siguiente fue saqueado por tropas realistas, 1823.
1825-1836:
- Se traslada al antiguo edificio del Tribunal de la Inquisición (Plaza del Congreso).
- Sus contenidos siguen siendo modestos y estaban distribuidos en dos salas. Se solicita la donación de aquellas familias e instituciones que tuvieran piezas de valor.
1836-1839:
- Se traslada el Hospital Espíritu Santo (cdra. 5 Jr. Callao).
- El museo cuenta con 140 objetos, muchos de los cuales son de historia natural (huesos de animales y aves).
1839-1872:
- El museo se traslada al nuevo edificio de la Biblioteca Nacional.
- Se establecen fondos ínfimos para su mantenimiento. El viajero suizo Johann von Tschudi lo describe como “sin valor científico… curiosidades”. En 1861 tenía 5.300 piezas.
1872-1905:
- Se traslada al Palacio de la Exposición.
- Sus contenidos son sobre todo pinturas, esculturas y ‘antigüedades’. El lugar fue saqueado por tropas chilenas en 1881, y durante los siguientes 24 años estuvo inactivo.
- Es también un periodo cuando se empiezan a formar importantes colecciones privadas (paralelo a un auge en el huaqueo), y muchas de ellas son vendidas a coleccionistas y museos extranjeros.
Sección arqueológica del Museo de Historia Nacional, en el Palacio de la Exposición (1906). |
- En camino al primer centenario de la Independencia se refunda el Museo Nacional, en el Palacio de la Exposición, bajo dirección de Max Uhle.
- Se divide en dos secciones: Arqueología y Colonia-República, considerados los dos pilares de la identidad nacional del Perú.
- Estas son también las dos fuentes de tensión en lo referente a la definición de esa identidad.
- En 1912 entra Julio C. Tello (defensor de lo indígena como raíz principal de la identidad), en un ambiente dominado por una visión hispanista. Se retira en 1915.
1924-1931:
- De manera paralela se inaugura el Museo de la Arqueología Peruana, del magnate Víctor Larco Herrera, que llega a dirigir J.C. Tello.
- El edificio se levanta en la Av. Alfonso Ugarte, entonces en las afueras de la ciudad.
- El Estado compra el museo a Víctor Larco. Aquí Tello tiene carta blanca para desplegar su visión indigenista de la identidad.
1931-1945:
- Se refunda el Museo Nacional unificando los tres museos que ya existían:
- El Museo Nacional (en el Palacio de la Exposición); el Bolivariano (creado en 1921, en el Palacio de la Magdalena); y el Arqueológico (de la Av. A. Ugarte, Museo de la Cultura Peruana).
- Luis E. Valcárcel asume como director.
- Fusionaron los tres en una sola institución pero físicamente continuaron en edificios separados, mientras el Estado prometía construir un nuevo palacio para albergar las colecciones.
- Tello busca centralizar todo el material arqueológico en un solo museo.
Museo de Arqueología Peruana, Av. Alfonso Ugarte (1924). |
- Desaparece el Museo Nacional como una institución y se divide en varios museos.
- Se crea el Museo Nacional de Antropología y Arqueología, que dirige Tello hasta su muerte en 1947.
- En 1945 Tello pone la primera piedra de lo que iba a ser el nuevo museo arqueológico, junto al Palacio de la Magdalena.
- En 1953 el Senado propone construir un nuevo museo pero el proyecto no prospera.
- A Tello le sigue Rebeca Carrión Cachot (1945-1955) y Jorge Muelle (1956-1973).
- En 1973 llega a la dirección Luis Guillermo Lumbreras (hasta 1979) y habla de la siguiente etapa: un nuevo museo, ya que “los objetos están solo provisionalmente alojados en nuestras vitrinas y almacenes…”.
- Lumbreras describe al museo de Pueblo Libre como estrecho y poco adecuado, y señala que las piezas “…exigen instalaciones más grandes y mejor acondicionadas”.
- El nuevo edificio estaría en Maranga, en el llamado Parque de las Leyendas.
- En 1992 se añade “Historia” al museo actual.
(1965 – 1980s):
- El presidente Fernando Belaúnde decide construir el nuevo edificio del Museo de Antropología y Arqueología que reemplazaría al de Pueblo Libre.
- Se designa un área en el Parque de las Leyendas de unos 40.000m2, en unas 8has., (medidas similares al actual proyecto del MUNA).
- Iba a levantarse en plena zona arqueológica de Maranga (aunque el sitio ya había sido excavado), y el edificio en concreto armado.
- Se detiene durante el gobierno militar y Alan García lo retoma en su primer gobierno.
- En 1987 se anunció el interés oficial por construir el nuevo museo, que sería solo comparable con el de México, pero la crisis económica de esos años hizo imposible el proyecto.
Vitrinas de exposición en un patio del Museo Nacional de Arqueología y Antropología (1970). Foto: Wilfredo Loayza. |
- Una salida al problema económico fue encontrar un edificio con “características monumentales y espacio suficiente…”.
- Se selecciona el antiguo ministerio de Pesquería, por D.S.044-88-EF.
- Se trasladan piezas del museo de Pueblo Libre al nuevo Museo de la Nación, en la Av. Javier Prado.
- Pero el museo es desmantelado varias veces con el fin de usar el edificio como sede de eventos internacionales. Las colecciones de este museo se depositan en los sótanos del edificio.
Entre las conclusiones que menciona Tantaleán:
- En esta larga y frustrante historia, el Museo Nacional nunca ha tenido un edificio propio (salvo el de Arqueología, construido por Víctor Larco).
- Los presupuestos asignados por el Estado para su mantenimiento siempre fueron exiguos - un indicador que ni el museo ni la memoria del país fueron o son una prioridad.
- Los hechos dejan al descubierto que la bandera de la identidad y la historia prehispánicas terminaron siendo un gesto retórico y no un compromiso con la memoria de la nación a lo largo de cerca de 200 años de historia republicana.
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Finalmente, de manera personal, me queda claro y sin pretender ser un conocedor del legado de Tello y solo juzgando por las acciones descritas aquí, que el interés de nuestro insigne arqueólogo estuvo centrado, más que en un espacio específico, en mostrar de la mejor manera posible ese enorme legado prehispánico, raíz indiscutible de lo que nos define como nación.
Me queda claro que su lealtad estaba con ese patrimonio y con nada más.
Imagen del proyecto para un Museo Nacional de Antropología y Arqueología (1969), que pensaba levantarse en el Parque de las Leyendas. Foto de maqueta: Miguel Ángel Vidal. |
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Nota:
- Todas las imágenes cortesía de Henry Tanteleán.
- Para leer el artículo original hacer clic aquí.