miércoles, 9 de noviembre de 2016

Cantagallo: símbolo de la ciudad que perdimos todos, o que necesitamos recuperar

Zoraida Cumapa Campos sentada frente al mural con su hijo en camisa blanca, agosto 2011,
preparándose para la foto que salió publicada en la nota de El Comercio.

Hace cinco años conocí a Zoraida Cumapa, una artista shipiba de 35 años que vivía en Cantagallo y vendía su trabajo en las calles de Lima. Ella fue el personaje de uno de los perfiles que escribí en esa época, y después del incendio de estos días intenté ubicarla.

Volver aquí me llenó más de expectativas que de sorpresas. Este es un lugar que siempre había parecido lo más cercano a una pesadilla. Así lo describí en esa nota de agosto de 2011:

“Para llegar a esta comunidad de artesanos, de trabajos delicados, de cerámica mágica y tejidos complejos, hay que atravesar un infierno urbano. El paisaje de esta zona es de una brutalidad francamente desoladora. Desde el puente Huánuco, uno puede ver, de un lado, desechos humeantes sobre una margen olvidada del río…”

Una familia shipiba en Cantagallo, noviembre 2016. Foto: JLizarzaburu.
Esta semana, los destrozos causados por el incendio eran evidentes. Pero el lugar no era mucho peor de lo que siempre había sido. Las llamas les quitó lo que tenían, pero tenían muy poco.  Siempre han necesitado ayuda y recién ahora, 16 años después, les llega algo.

El lugar había crecido. Nuevas familias habían invadido el lugar. Ya no eran solo las originales 250 familias shipibas, y la sensación de destrucción ciertamente había precedido al incendio.

La zona donde hicimos la foto hace cinco años - una pared de unos 200m de largo donde varios artistas urbanos habían colaborado creando una serie de murales - había sido tomada por otras familias donde instalaron sus viviendas, algunas de las cuales sí se habían quemado.

El mural que sirvió para ilustrar la nota original de El Comercio había sido hecho con ayuda de los niños de la zona: un río Rímac grande, azul, lleno de peces y de vida. Tampoco existe. La foto de Zoraida hoy la tomamos en el mismo lugar.

Zoraida Cumapa, noviembre 2016, sentada en el mismo lugar donde se tomó la foto de 2011.
La acompaña su hijo Jorge. Foto: JLizarzaburu.
Cuando por fin logré ubicarla pude ver que el tiempo no había pasado en balde. Es verdad que vive en una casa mejor (la suya no se quemó) y que sigue vendiendo su arte ambulante.

Pero su apariencia mucho más delgada dejaba en evidencia otro tipo de deterioro: diabetes. Sus sueños de vida no han logrado materializarse pero tampoco está dispuesta a dejar ni Cantagallo ni Lima.

Este sigue siendo su paraíso. “…en Lima puedo vender mi trabajo y vivir de eso, y aquí puedo educar a mis hijos. Voy a seguir luchando”, me dijo. No cabe duda que este es su mundo, y su imagen de ciudad es su realidad cotidiana.

Ella, como muchos de sus vecinos, parecen ajenos a un debate mayor. Uno que venimos evadiendo desde hace tiempo: qué tipo de ciudad es el que queremos. Y Cantagallo representaba precisamente eso.

Una familia shipiba en Cantagallo 2011. Foto: JLizarzaburu.
Los planes para este lugar respondían, como pocos, a una visión para Lima: una ciudad con calidad de vida, con áreas verdes, espacios públicos…

Este es un proyecto que existe desde 1981 y que cada alcalde desde entonces ha intentado retomar. Incluso Castañeda en su primer periodo.

En su última versión, durante el periodo de Susana Villarán, el proyecto fue bautizado como Parque Río Verde y consistía en crear un gran malecón de 3 km de largo, desde Monserrate hasta Barrios Altos; un parque de 25 hectáreas en Cantagallo; auditorio; anfiteatro; centros de esparcimiento cultural y deportivo; y toda la ribera del río Rímac recuperada.

Este plan, que encajaba con lo que vienen haciendo las mejores ciudades alrededor del mundo, tenía un costo cercano a los 60 millones de dólares.

Parque Río Verde respondía a una visión de ciudad que se aleja del cemento y del auto, para acercarse al ciudadano, al peatón, al deportista, al que busca un espacio de felicidad en una ciudad tan ajena como Lima.

Imagen 3D del proyectado Parque Río Verde. Imagen: Google.
Una mala autoridad no solo les robó a los shipibos sus sueños para embarcarse en una vida de ciudadanos. Los sueños de una mejor ciudad nos lo robaron a todos. Esto fue sencillamente un despojo de futuro.

Cuando le pregunto a Zoraida sobre los planes de reubicación su respuesta es definitiva: “… ahora sí ya no nos movemos de acá…”. Este es su hogar, su sueño y su ciudad.

Con bypasses y viaductos enfocados en los autos privados estamos repitiendo modelos de los años 60 y 70 que otras ciudades ya comprobaron que no funcionan, que a la larga alteran y no benefician la calidad de vida del ciudadano.

En ese panorama es como si cada día Lima fuera menos vivible. Quiero pensar que estamos a tiempo de recuperar una visión para la ciudad.

Y si bien los shipibos de Cantagallo perdieron mucho con este incendio, no es menos cierto que los limeños todos perdimos una gran oportunidad. ¿Pero está perdida para siempre?

El mural de los niños en Cantagallo, 2011. Desaparecido.

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Nota: En este videoclip Zoraida habla en su lengua originaria. Traducción libre: "Soy Zoraida Campos, muchas gracias por sus donaciones, aquí se han quemado las cosas de mucha gente, se han quedado sin nada, pero cada día están llegando más ayuda, muchas gracias" 

8 comentarios:

  1. cuando el imaginario se convierte en un instrumento para seguir adelante! el mundo de la comunidad antes del incendio lo muestra!

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    1. Así es, estimada Clara. Sus planes, sus sueños, sus juegos habían sido plasmados en esos muros. Esta ciudad madrastra se los borró.

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  2. Esta ciudad madrastra... para Cantagallo, una ciertamente muy ingrata. Pero si perdemos la esperanza, lo perdemos todo.Muy conmovedora tu nota, Javier. Un abrazo.

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    1. justamente uno de los murales que desapareció era el de una mujer shipiba trabajando y el texto decía: "tejiendo esperanza" - uno se aferra a algo siempre, abrazo

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  3. Querido Javier,
    temo que lamentablemente estará perdida por los próximos cinco años, siento que hay pocas razones para no ser pesimistas en lo que se refiere al potencial de desarrollo urbano de Lima Metropolitana. Temo que la actual gestión, que no escucha ni las voces de los expertos locales (en sus ojos todos villaranistas), ni mira hacia afuera, hacia las mejores prácticas, en paises ricos o en paises más pobres que nosotros, y que pueden encontrarse con una simple búsqueda en google.

    Temo que como no estará en funciones para el 2021 no tiene mayor interés en hacer proyectos para la gran ciudad que marquen de verdad la diferencia. Es que sus 60 pico % de aprobación son demasiado cómodos. Le da el lujo de poner ese cartel de "simplemente trabajando", que a mi me despierta muchas asociaciones. Y esa es la triste verdad.

    Y no es una cuestión de ser Castañeda Hater o Susana Lover, o al revés. Parece ser una característica de Lima y quizá del Perú de tomarnos 30 o 40 años de tiempo para hacer las cosas y ni siquiera completarlas, porque cuando encontramos cosas que funcionan simplemmente no las retomamos o continuamos. Castañeda estaria en una posición envidiable si hubiera continuado con el Proyecto Rio Verde (podia otra vez llamarla Linea Amarilla si tanto le molesta, lo importante era ganar ese gran espacio para la ciudad) y si hubiera tomado los avances de Barrio Mio (de donde sacan esa idea tirios y troyanos que un sexy nombre hace un buen proyecto), que recogieron su politica de las escaleras amarillas, para hacer una tercera version otra vez en amarillo solidario. Y para mi inexplicable porque no ha retomado su gran éxito que fue Metropolitano que el concepto del transporte segregado. En la ciudad de Leipzig en Alemania encontre por ejemplo hace unos dias que tranvias y buses comparten las estaciones, que hay tramos segregados, especialmente en los centros urbanos, y otros donde comparten la via, pero siempre manteniendo además el principio de las estaciones con anden, que permite que suban y entren los pasajeros de la manera muy rápida y cómoda. Y construir andenes para buses en verdad no es lo mismo que construir un monorail. Y podriamos continuar ad infintitum, hasta agotarnos. Es solo un ejemplo de lo que se podria hacer, y no se hace, al igual que Cantagallo.

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    1. ese maniqueísmo tan limeño de o estás conmigo o contra mí nunca va a ser buena cosa y prueba que nos entrampamos en discusiones y no avanzamos... pero sigo pensando que hay lugar para el optimismo, tenemos que creer en nosotros, Martin! abrazo

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  4. MUY claro y nos confronta y enfrenta a una realidad que no queremos ver……
    Cecilia Bákula

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    1. y hemos perdido de vista la Lima queremos, Cecilia - gracias por el comentario

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