jueves, 11 de enero de 2018

El Papa, las ciudades y el patrimonio cultural

La necesidad de trabajar por mejores condiciones de vida en las ciudades. Foto: Publimetro.
En mayo de 2015 el Papa Francisco publicó la encíclica Laudato Sí, dedicada al cuidado del planeta, “nuestra casa común”. Una parte de ese mensaje tenía que ver con las ciudades: qué estamos haciendo con ellas, cómo estamos recuperando calidad de vida, y qué papel desempeña su patrimonio cultural. 

La encíclica, que es un documento que escribe el Pontífice a los cristianos de todo el mundo sobre temas que considera de mayor relevancia, es también una exhortación al cambio, a la reflexión.

Al enfocarse en el planeta, el medio ambiente y las ciudades, Francisco buscaba y busca generar un diálogo sobre un tema que, en algunos países, ha quedado a la deriva. Tenemos un deber y una responsabilidad de construir mejores lugares donde vivir.

La suya es una visión integrada e integradora: no podemos limitarnos a la sobrevivencia, dice, porque el ser humano está hecho para más, para desarrollar su identidad, para vivir la belleza, para aprender del pasado y para crear espacios donde la armonía generen nuevos vínculos entre todos.

Papa Francisco. Imagen: ACIPrensa.
Con ocasión de su próxima llegada al Perú el 17 de este mes, publicamos una versión de la nota que escribimos en junio 2015 (hacer clic aquí para ver la nota anterior).

A continuación los párrafos más relevantes de la encíclica en relación a los temas de ciudad (la versión completa de la encíclica la puede leer aquí).

[44] Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir, debido no solamente a la contaminación originada por las emisiones tóxicas, sino también al caos urbano, a los problemas del transporte y a la contaminación visual y acústica. (…) No es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza.

[143] Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado. Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir una ciudad habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir.

Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. (…)

[151] Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de « estar en casa » dentro de la ciudad que nos contiene y nos une.

Sacristía de la iglesia jesuita San Pedro de Lima, joya del barroco americano. 
Es importante que las diferentes partes de una ciudad estén bien integradas y que los habitantes puedan tener una visión de conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio privándose de vivir la ciudad entera como un espacio propio compartido con los demás. (…)

[156] La ecología humana es inseparable de la noción de bien común, un principio que cumple un rol central y unificador en la ética social. (…)

[215] En este contexto, « no debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano ». Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista.

Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios profundos, hay que tener presente que los paradigmas de pensamiento realmente influyen en los comportamientos. (…)

Huaca Fortaleza de Campoy, SJL. Año 900-1200 aprox. Foto: Rolly Reyna.
[232] No todos están llamados a trabajar de manera directa en la política, pero en el seno de la sociedad germina una innumerable variedad de asociaciones que intervienen a favor del bien común preservando el ambiente natural y urbano. Por ejemplo, se preocupan por un lugar común (un edificio, una fuente, un monumento abandonado, un paisaje, una plaza), para proteger, sanear, mejorar o embellecer algo que es de todos.

A su alrededor se desarrollan o se recuperan vínculos y surge un nuevo tejido social local. Así una comunidad se libera de la indiferencia consumista. Esto incluye el cultivo de una identidad común, de una historia que se conserva y se transmite. (…)

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