miércoles, 23 de septiembre de 2015

Y ahora el DL 1198, o cuando se abrió la tierra y quizás sea lo mejor que haya pasado

Cajamarquilla, ciudadela Lima, año 600 d.C., distrito Lurigancho-Chosica. Foto: Evelyn Merino-Reyna.
(Hacer clic en las imágenes para agrandarlas)

El gobierno anunció este martes una modificación sustancial e histórica a la Ley General de Patrimonio. 

A partir de ahora, nuestras huacas dejan de ser responsabilidad única del Estado y se abren las puertas a la empresa privada. Y esto es quizás lo mejor que le ha podido pasar al legado prehispánico del país en mucho tiempo (pero ojo con los baches).

Haciendo uso de las facultades entregadas por el Congreso para legislar en materia económica y estimular la inversión, el Ejecutivo eliminó la palabra “únicamente” del inciso 6.1 del artículo 6 de la Ley General de Patrimonio (N°28296), que reservaba de manera exclusiva para el Estado la gestión de los bienes arqueológicos. No lo es más.

Y el artículo 5 de la referida ley ya incorporaba un texto señalando que el Estado debía fomentar la participación del sector privado en la “conservación, restauración, exhibición y difusión” de los mismos. No lo había hecho.

En consecuencia, este DL1198 puede verse como una adecuación a lo que ya estaba planteado. Pero, obviamente, ese no es el huaco completo.

Huacas del Parque de las Leyendas, más de 2.000 años de continuidad urbana. La primera ciudad de Lima. Foto: JL.
Las reacciones en redes no se hicieron esperar. Algunas voces han expresado su rechazo por el hecho que el sector privado, cuyo fin es el lucro, pueda beneficiarse de un patrimonio que es de todos.

Los más cautelosos han apuntado al hecho que en manos del Estado los sitios arqueológicos tampoco estaban en condiciones ejemplares, y que de repente hay que darles una oportunidad.

Es claro que existe gran desconfianza. La empresa privada en el Perú no ha hecho bastante para ganarse la confianza y el respeto de los ciudadanos. La destrucción de una de las pirámides de Paraíso hace dos años es un claro ejemplo.

Por eso se necesita un Estado que sepa poner los límites. Tenemos un Estado débil, pero aislando las huacas de las manos de Nosferatu de la empresa privada no lo vamos a fortalecer.

Huaycán de Cieneguilla, culturas Ichsma e Inca. Foto: JL.
CADE 2013 quedará en el recuerdo como el momento en que la empresa privada miró, por primera vez, al legado arqueológico de Lima como una opción de desarrollo.

Ese año el evento anual, que reúne a los más importantes empresarios del país, expresó su interés en buscar la recuperación de algunas huacas de la capital por su potencial turístico.

El ministerio reconoce que existen 19,903 sitios arqueológicos en todo el país. Este es el cálculo oficial frente a los cerca de 100,000 sitios que se supone que existen. A muchos nos gustaría que el Estado se hiciera cargo de esto, pero lo cierto es que no puede y no va a poder.

De repente es hora que entre todos asumamos responsabilidad de lo que es nuestro: empresa privada y ciudadanos.

En las fotos que acompañan esta nota me tomo la libertad de incluir sitios con potencial de desarrollo.
 
Tambo Inga, el mayor centro administrativo inca en Lima Norte, Puente Piedra. Foto: JL.
Soy de la opinión que al abrir las puertas al sector privado, tenemos la oportunidad de crear una normativa donde las reglas estén claras, donde la fiscalización sea una herramienta útil, y donde la sociedad civil tenga una voz.

Pero, evidentemente, el Ejecutivo tiene un serio problema de tacto y comunicación. Todas las medidas que ha pasado en relación a patrimonio cultural inmueble en estos últimos tres años no han salido del ministerio de Cultura, ni han sucedido porque consideran la cultura una prioridad.

La noticia tampoco viene acompañada de otras medidas que refuercen una visión comprometida del Estado: fondos para recuperación de patrimonio; nuevas fórmulas para el financiamiento de la recuperación; estímulos para propietarios de bienes históricos.

Aun así, estoy de acuerdo con esta medida. Se abre una posibilidad concreta para que dinero fresco vaya a la puesta en valor de importantes sitios arqueológicos que necesitan ayuda. Ojo que esta norma excluye a los sitios que son Patrimonio Mundial.

Necesitamos fortalecer los mecanismos de participación de los diferentes estamentos de la sociedad. Necesitamos una empresa privada seria y responsable, y Backus es una muestra de que sí existen.

Huaca La Florida, el templo en U más antiguo de Lima, 3,800 años. Rímac. Foto: JL.
Al final, sería bueno sentir que si las cosas salen bien no es por casualidad. Que hay un ministerio y un Ejecutivos comprometidos con la gran riqueza de este país, que no solo es minera.

En las disposiciones complementarias finales del DL 1198, se señala que en 90 días el Ministerio de Cultura dará a conocer el procedimiento para “el otorgamiento, ejecución y supervisión de los Convenios de Gestión Cultural”.

Solo puedo añadir, háganlo pensando en el mañana y en todos los peruanos. A este gobierno le queda menos de un año y lo que hagan ahora se les agradecerá en el futuro. O el pueblo y Dios os lo demandarán. 

Como siempre, las páginas de este blog están abiertas para todos sus comentarios.


Links:
- DL1198 
- Ley General de Patrimonio

miércoles, 16 de septiembre de 2015

OK, no viene Hollywood, pero mira todo lo que todavía se puede hacer

Jr. Ancash peatonalizado. ¿Espacio muerto? ¿Qué se necesita para activar y dar vida a este lugar? Foto: JL. (Hacer clic sobre las imágenes para agrandarlas)

La nota de la semana pasada generó su dosis de frustración, pena y rabia. No cabe duda que tocó una fibra y rápidamente se ubicó entre las cinco notas más leídas de este blog. Y no les faltaba razón.

A nadie le gusta darse cuenta que hemos venido destruyendo una de las ciudades más ricas e históricas de este continente. Pero ¿qué hacemos después? 

Para empezar, darnos cuenta que a pesar de todo lo que hemos destruido, en el Centro Histórico de Lima todavía quedan más de 700 monumentos, que son los que toca proteger.

Junto a esa cantidad, existen otros 500 bienes de valor monumental. Es decir, monumentos a ojos de cualquier ciudadano pero que oficialmente no han recibido esa categoría.

Propuesta de un gran museo nacional en el Palacio de Justicia y entregar ese paseo a los ciudadanos, peatonalizado. Foto: JL.
Qué hace, no hace o debe hacer la Municipalidad de Lima

El riesgo, claro está, es que sigamos destruyendo esa monumentalidad. Que sigamos trayendo abajo casonas y edificios históricos, para levantar cualquier edificio.

Tenemos una oficina para el Centro Histórico, PROLIMA, y funciona como un satélite de la municipalidad a la que a veces le hacen caso y, muchas más, la ignoran.

A principios de año la Municipalidad de Lima anunció un masivo plan de recuperación del Centro. Nueve meses después, no se ha empezado nada ni se ha informado sobre las razones del atraso. Los ciudadanos merecemos respuestas.

Se necesita una autoridad municipal abiertamente comprometida con su patrimonio histórico. Se puede.
El Rímac ha iniciado un ambicioso proceso de recuperación, para el turismo y sus vecinos. Foto: JL.
Un despertador para el Congreso

Estamos a menos de seis años del Bicentenario, ¿qué planes hay? Hasta ahora no existe un plan de recuperación de patrimonio que nos lleve con orgullo hacia al 2021.

Un país con el legado cultural y arquitectónico como el Perú, no tiene ningún fondo regular, ni público ni privado, que contribuya a preservar ese legado para el futuro.  

Algo que venimos pidiendo desde este blog es la aprobación de una partida de emergencia para la recuperación del Centro Histórico de Lima y ciudades del interior del país.

Junto a eso, se necesita establecer un fondo anual de recuperación de huacas y casonas.  Se puede.

Generar fondos

Ahora dirán que la economía se está enfriando y con El Niño hay otras prioridades. Pero lo cierto es que existen muchas posibilidades para generar fondos que no necesariamente provengan todos del Estado.

En este blog hemos escrito con relativa frecuencia sobre casos en países vecinos donde están trabajando esto de manera creativa.

O el caso más claro, del Reino Unido, donde el ministerio de Cultura maneja la lotería nacional. Acá parece haber demasiados intereses que hacen ese sector intocable. Se recontra puede.
Casa Fernandini, 60 años cerrada al público.  Al igual que muchas casonas del Centro Histórico, los propietarios deberían hacer más para vincular sus bienes con la ciudad. Una política de puertas abiertas.
Empresa privada y propietarios 

Es cierto que no toda la responsabilidad recae sobre el Estado. ¿Tenemos una empresa privada comprometida con su patrimonio?

¿Cuántas de las personas y empresas que se han enriquecido gracias a este país y a esta ciudad están contribuyendo a su recuperación?

De otro lado, en Lima existe una perniciosa política de puertas cerradas. La gente pasa por delante de muchos de estos monumentos y no tiene idea de su historia. Hay que empezar a abrir las puertas. Se puede.

¿Y nosotros?

El ciudadano común y corriente en estos momentos lo tiene difícil porque existen muy pocas maneras para vincularse con su patrimonio.

Necesitamos una señalética urbana que informe, mínimamente, qué edificio es el que uno tiene al frente.

El tema no se agota aquí, obviamente, y tampoco se trata de hacer un listado de pedidos. Pero se puede.

Yo, personalmente, empezaría una serie de juicios simbólicos a todos los alcaldes y autoridades que pusieron su firma en funestos proyectos. Dirigir mal una ciudad debería tener consecuencias. Pero eso ya es otra discusión...

Si algo rescato de toda esta frustración compartida, es que como ciudadanos tenemos el derecho y el deber de exigir más.  Más de nuestras autoridades, más del Congreso. Y más, sin duda alguna, de nosotros mismos.

No sigamos perdiendo una ciudad tan rica. Eso no se puede.

Un solo patrimonio. Huaca Garagay, 3.300 años y uno de los mayores templos de la antiguedad. Distrito de San Martín de Porres. La MML ofreció ponerla en valor.  ¿En qué está ese proceso? Foto: Evelyn Merino-Reyna

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Por qué Hollywood no filmará en Lima y lo que queda por hacer

La casona de la familia Truel en la Av. Emancipación como luce hoy (hacer clic en las imágenes para agrandarlas).  Foto: JL.
Magdalena Truel Larrabure es una heroína de la Segunda Guerra Mundial. Había nacido en Lima en 1904 y vivió después en Europa, donde apoyó la resistencia francesa. Después de salvar muchas vidas es capturada por los nazis y muere en un campo de concentración en Alemania en 1945, a pocas horas del fin del conflicto. Es un tema que capturó el interés de Hollywood para llevarla a la pantalla grande. Pero algo no encajaba: Lima.

La familia Truel en su casona de Lima. Magdalena es la niña vestida de blanco, al frente. Foto: Archivo familia Truel.
Truel había vivido con su familia en la casona que tenían en la entonces calle Arequipa N°54, hoy cuadra dos de la Av. Emancipación*, y su historia es narrada en “Estación Final”, libro de Hugo Coya, periodista y escritor peruano. Esta fue la obra de no ficción más vendida en el Perú en 2010.

Uno de los productores es Branko Lustig, entre cuyos créditos están las célebres: Gladiador, La Lista de Schindler y Hannibal (como parte de otros equipos). Lustig, además, ha ganado dos veces un Óscar (Schindler y Gladiador).

“Yo, por supuesto, estaba muy interesado en que se pudiera filmar aquí”, señala Hugo Coya cuando nos reunimos en un café de Miraflores. El equipo estuvo varias veces en Lima en el último año tratando de buscar locaciones para filmar la primera etapa de la vida de Magdalena.

“Como buen peruano, quería dar a conocer al mundo lo que fue la ciudad más importante de Sudamérica”, cuenta. Para ellos, y por la calidad de las producciones a las que están acostumbrados, era necesario ubicar lugares, arquitectura y barrios con historia, con autenticidad, con valor. Cuando lo buscamos vimos que Lima lo había perdido”, se lamenta.

En el primer viaje lo primero que hicieron fue ir a la casa donde vivió Magdalena en el Centro, y se dieron con un lugar donde solo queda una fachada, y tapiada, tal como se ve en la foto que abre esta nota.

“Todo lo que se veía eran casonas antiguas y al costado edificios monstruosos. Hermosas plazas, junto a edificios que no guardan ninguna relación con el conjunto arquitectónico… Hasta que uno de los productores me dijo ‘¡esto es un crimen!, ¿por qué han destrozado una ciudad con tanta historia?”

“Lo primero que sentí fue vergüenza, porque yo estaba muy emocionado con que pudiéramos hacerlo aquí”.

Sigue un resumen de la conversación:
El autor del libro, Hugo Coya. Foto: Accióninformativa.wordpress.
¿Entonces ya no filmarán nada en Lima?
El equipo todavía está en proceso de evaluación. Algo se filmará pero no todo lo que se esperaba. Otras opciones que se están considerando son Vilna [capital de Lituania] y Málaga [España], que pueden representar cómo era Lima a principios del siglo XX.

¿Por qué Vilna?
Bueno, es una ciudad muy pequeña pero que ha conservado mucho de su arquitectura. Lo que están buscando es un conjunto arquitectónico compacto, que represente esa época.

¿Y qué espacios de Lima usarían?
Serán localizaciones muy precisas. Algunas posibilidades son la Plaza Francia; tal vez el atrio de la Catedral; alguna zona de Barranco. El periodo que se piensa representar es entre 1914 y 1920.

Ellos pensaban que la selección de lugares iba a ser más fácil
Se pensaba ya tener resuelto este tema, pero no contaban con que la situación de Lima los obligaría a buscar otras locaciones, que también encarece la producción, y ha retrasado el inicio de la filmación.

¿Están considerando alguna otra ciudad en América Latina?
Buenos Aires es otra posibilidad, porque hay partes de la ciudad que pueden ser similares al periodo, pero también por cuestión de costos y estímulos. Argentina tiene una ley muy fuerte en relación a estímulos para filmaciones.

Queda claro que Lima perdió una oportunidad
Definitivamente. No hay la menor duda. Te lo digo con pena, con rabia. Porque mira, conseguimos una historia interesante, que le agrade a un gran estudio de Hollywood, una gran oportunidad para mostrar la ciudad, su historia, nuestra cultura, y a la hora que vamos a buscar la realidad es terrible.

Pero alguna gente te dirá ‘el centro tenía que modernizarse’, las casas no podían seguir cayéndose de viejas
Es cierto, parcialmente. Pero ahora que estamos en esta búsqueda de ciudades, he visto que hay otros lugares con menos historia y menos riqueza que la nuestra y tienen mucho mejor conservado lo que les queda. ¡Y eso genera dinero!

El aspecto comercial de la recuperación…
Así es. ¡Son ciudades que están haciendo dinero con su historia! Al final, conservar es un buen negocio. Entonces, se puede modernizar pero sin destruir el entorno. Se podría haber guardado cierta armonía con el conjunto.

Después de esta experiencia qué opciones crees que existen todavía para Lima
La opción es que debería haber desde el más alto nivel una política de preservación. Crear un patronato que se dedique a generar estímulos para los que todavía son dueños de esas casonas y quieren protegerlas.

Y qué te sugiere la cercanía del Bicentenario en este contexto
Yo estoy seguro, con esta experiencia de la película, que Lima podría ser un gran polo de atracción para otros proyectos fílmicos si contáramos con una política agresiva de preservación y conservación.

Tenemos un gran pretexto…
Así es. Porque qué hace a Lima diferente: que es la más histórica de toda Sudamérica. Entonces hay que luchar por eso que nos hace singulares, distintos, originales. Porque si nos volvemos como todas las otras ciudades, pierde todo sentido.

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Fachada de la casona en Av. Emancipación. Foto: JL.
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* Hugo Coya cuenta que Magdalena tiene que dejar el Perú porque sus padres habían muerto y la familia se había empobrecido. La muerte del padre se produjo tras el incendio en la tienda El Pergamino, el 17 de febrero de 1910 (exactamente entre las calles Baquíjano y Minería, que destruye toda la cuadra entera y provoca, con el paso de los años, que se construya en ese mismo lugar el Palais Concert). Ese fue uno de los peores incendios en el Centro Histórico que se tengan registro en los primeros años del siglo XX.

La película debería llegar a los cines en enero de 2017.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

El Queirolo: la recuperación de una esquina de Lima - entrevista

La esquina con la nueva vereda de tres metros. Foto: Antigua Taberna Queirolo.
Algunos de ustedes habrán notado los cambios de los últimos años en la zona de la Plaza Bolívar en Pueblo Libre. A mí me tomó un tiempo, pero es cierto que cada vez que pasaba por ahí mi sensación de bienestar aumentaba. Después vi que venía recuperando autenticidad, elegancia, espacio público. ¿Cómo sucedió?

Todo surgió en una conversación casual con el arquitecto Enrique Bonilla Di Tolla, cuando salió a flote el tema y su participación en esos cambios. Ese fue el pretexto ideal para ver una recuperación desde adentro: conversando sobre el proceso mismo, los obstáculos y los logros.

Bonilla es Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Lima. Estudió restauración en Italia y regresó a inicio de los años 90.

Son años también de mucha efervescencia por la postulación de Lima para ser Patrimonio de la Humanidad…
Arquitecto Enrique Bonilla Di Tolla. Foto: JL.
Nos reunimos una mañana de agosto en el Queirolo para conocer la visión desde dentro. Empezamos hablando de cómo esa parte de Pueblo Libre había sido un núcleo de familias italianas, muchas de las cuales desaparecieron del lugar en las últimas décadas. “La única empresa que realmente se reinventa es Queirolo”, dice Bonilla…

La única que sobrevive…
Yo no diría sobrevivencia. Santiago III, quien reinventa el negocio familiar a partir de un análisis de fortalezas y debilidades, ve en la tradición una fortaleza de su empresa. Por eso todo este trabajo de restauración es importante.

Ahí es cuando te vinculas con el lugar
Eran inicios de los años 90 y Santiago me encarga el trabajo. Primero fue hacer unas oficinas en una parte que había sido la huerta de la propiedad (donde originalmente estaban los viñedos). Un par de años después me busca otra vez y me dice que quiere hacer algo con el espacio exterior de la taberna.

Cuál era el problema
Varios: la vereda medía 90 centímetros de ancho y no había espacio para la gente. Al costado la calle tenía doble vía con berma central y era un tráfico imposible.

¿Qué hicieron?
Rediseñamos la vereda. Y esto fue lo más complicado porque se trataba de espacio público y no teníamos autoridad para hacer ningún cambio. Igual diseñamos esta vereda ancha de tres metros, suprimiendo una de las vías y el retiro de la berma central. Esto continuaba en la siguiente cuadra, donde está la iglesia, lo que era fatal.

Vista del otro lado de la calle también recuperado. Foto: JL.
Qué pasaba con la iglesia (Santa María de Magdalena)
En esa época tú venías a un matrimonio y era un martirio. Es una iglesia preciosa, donde todo el mundo quería casarse, pero las novias tenían que darse la vuelta dentro y salir por la puerta lateral, porque en la portada tenías una vereda también de 90 centímetros de ancho, por donde pasaba mucho tráfico…

¿Quién financió todo eso?
La parte de arquitectura la financió Queirolo, y la municipalidad corrió con el expediente técnico. La gestión quedó en mis manos.

Una rara generosidad en Lima
Debe haber otros casos, aunque no sé si involucrando espacio público. Evidentemente había un interés de la empresa, y Santiago Queirolo estaba y sigue estando muy comprometido con esta zona de Lima. De hecho en los últimos años ha venido comprando y restaurando propiedades en este sector alrededor de la plaza Bolívar.

¿Tienes idea del impacto económico de este proyecto sobre la empresa?
No tengo las cifras, pero sí te puedo decir que significó un repunte muy grande de este lugar. Ahora es un sitio totalmente valorizado, y esto es el sentido de la recuperación y lo que mucha gente no entiende.

Ahora incluso se ve más y mejores negocios en la zona
Así es. Ha seguido creciendo. Hay otros empresarios que han empezado sus propios negocios.

Entonces valió la pena recuperar
Es que la recuperación es buena en términos económicos. La gente de a pie cree que el asunto es demoler, sustituir, construir nuevo. No. El patrimonio también vende.

Antes de los cambios la iglesia tenía una vereda de 90cm. Foto: JL.
¿Y qué pasó con la autorización municipal?
Una vez diseñados los planes se los llevamos al alcalde que en ese momento era Ángel Tacchino y le gustó. Fue muy interesante porque desde un principio nos ayudó y fue de las primeras alianzas público-privadas.

Necesitaron autorización del entonces INC también, ¿no?
Esto se hizo porque tuvimos apoyo de la municipalidad. Convencer al INC fue más difícil pero se logró. En todo caso ahora se ha vuelto aún más difícil.

¿Era muy diferente antes?
En los 90 tenías una junta de notables, que decidían qué iba y qué no. Quién se iba a atrever a cuestionar a gente del calibre de [José] García Bryce, [Juan] Gunther o [Santiago] Agurto, conocedores del patrimonio. Por lo menos el funcionario tenía el respaldo de expertos.

¿Qué nos ha pasado como ciudad que hemos perdido en belleza, en armonía, en reglas?
Nos ha pasado lo que pasa con toda ciudad que crece demasiado rápido. La dinámica ha sido tan fuerte que es difícil hacerle frente. Por otro lado el limeño tradicional ha ido replegándose, como si se tratara de una guerra.

La vereda con el nuevo ancho desde el final de la calle. Foto: JL.
No cabe duda que es un tema complejo
Son varias cosas, es verdad. Una de ellas es el divorcio que siempre ha habido entre Plan Urbano y Plan de Recuperación. ¿Por qué se destruyó el centro de Lima? porque por un lado el Plan Metropolitano decía por ejemplo C-9: eso significaba nueve veces el tamaño del lote para edificar, podías construir nueve veces el tamaño del terreno, estuvo vigente hasta los años 90.

Al margen del perfil del Centro Histórico…
Por otro lado estaba la labor de conservación. Había una seria contradicción de normas: una casona histórica junto a un edificio enorme. El arquitecto Héctor Velarde criticaba esta actitud como la de una ciudad demasiado tolerante, porque nunca hemos tenido conciencia de nada. Somos una serie de proyectos inconclusos.

Si tuvieras que cambiar una cosa para mejorar el tema de patrimonio en Lima cuál sería
Yo creo que sería muy interesante que se municipalice el tema de patrimonio. Que cada municipio tenga sus expertos que protejan lo que tienen y que exista esta responsabilidad a nivel local, que tiene la obligación de cuidar su patrimonio. Ahora es como tierra de nadie.

¿Pero esta propuesta no vuelve a atomizar el tema del patrimonio?
Cuando yo estudiaba en Italia había muchos arquitectos argentinos que venían de sus provincias. Los municipios los habían enviado a estudiar y después ellos regresaban a sus pueblos a trabajar por su patrimonio. Se necesitan ciertas normas básicas y lo demás debería manejarse localmente. En todo caso, al final, no es un problema de monumentos sino un problema urbanístico y se tiene que encarar con esa visión.

Vea aquí la historia del lugar y pag. web de la Taberna

La taberna a principios del siglo XX. Foto: Antigua Taberna Queirolo.