Punto de memoria: Jr. Quilca, calle prehispánica y de libreros. Foto: Difusión. |
O’Gorman
A fines de los años 50 del siglo pasado, el historiador mexicano Edmundo O’Gorman escribió un ensayo refiriéndose a América Latina como un continente inventado.
Un aspecto central de su posición era que, desde un principio, todo lo que se había escrito sobre el continente habían sido narrativas creadas por las fantasías y los prejuicios de los primeros europeos.
Eso había constituido la primera visión oficial sobre nosotros mismos. Y la que perduraría por mucho tiempo. Nunca se trató de la historia contada por las gentes que crearon civilización en este continente.
Una muestra aún vigente de esa visión, por ejemplo, es haber asumido que por no tener escritura no hubo ninguna otra forma sofisticada de transmisión de conocimiento.
Y cuando hace pocos años se logró descifrar el código maya, se trajo abajo siglos de una visión distorsionada de la cultura. ¿Vendrá después el código quipu de los incas?
Para O’Gorman eso generó problemas de autopercepción. Por eso, insistía, en la necesidad de ser autores de nuestras propias narrativas. En escribir nuestro cuento, para ser menos invención y más realidad.
Lima
En nuestro caso, a Lima le falta eso. El haber vivido más de 400 años creyendo que todo había empezado un 18 de enero de 1535 la convirtió en una ciudad inventada. Para mí, esa Lima es como una persona con un DNI incompleto.
Y como suele suceder cuando tienes problemas de identidad eso genera ansiedad. Una ansiedad urbana que es muy palpable en sus calles.
Esa ansiedad irónicamente ha generado una nostalgia muy limeña. La de pensar constantemente en una Lima que se fue.
Y digo irónicamente, porque esa asociación nostálgica con el pasado tiene la extraña virtud de engancharse con esa Lima la Horrible, como la llamó Salazar Bondy.
Al buscar esas imágenes gratificantes de una ciudad que aparentemente fue mejor en el pasado, lo que hacemos es recrear esa arcadia que tanto criticó y fustigó el intelectual.
Ciudad de capas
Eso sucede en buena medida por nuestros vacíos. Por la falta de memoria. Una arquitecta alemana, Kathrin Golda Pongratz, identifica a Lima como la ciudad de los palimpsestos.
Es decir, el lugar con huellas del pasado que han tratado de borrarse para dar lugar a lo nuevo. Solo que ese pasado no pudo ser eliminado. Es un pasado con mensajes por descifrar, por escuchar, por entender. Extrañamente, es como si fuese un pasado lleno de vida.
Por eso creo en la necesidad de integrar esa Lima prehispánica en nuestro imaginario actual. En la necesidad de crear narrativas que nos vinculen con esa dimensión.
En realidad, es mucho lo que les debemos a los antiguos limeños: desde el sabor, insumos de la gastronomía local, la tecnología de la quincha y el adobe que permitió sobrevivir al centro histórico, y más vínculos. Todo producto de la transformación de un territorio que les tomó unos 4.000 años.
Por eso cada vez que puedo repito lo que alguna vez me dijo el arquitecto Juan Günther: que sin la Lima prehispánica la Lima colonial muy probablemente no habría sobrevivido. Y sin esa Lima muy probablemente no estaríamos hoy acá.
Los responsables: Renzo Farje, Milagros Saldarriaga, Kristen Best y Sara Ulloa. A los extremos los presentadores: Luis Fernando Chueca (izq.) y el autor de esta nota. |
Memoria y Mapas
Es así que cuando veo mapas como el que hoy se presenta, me recuerda a ese DNI incompleto. A que vivimos sin memoria, a que aprendimos a no ver.
El crecimiento urbano ha sido despiadado con Lima. Pero igual lo han sido las llamadas autoridades y maestros, que no supieron mantener vivos los indicios de todas las capas y de todas las historias de este territorio.
En una sociedad tan poco democrática como en la que vivimos, la memoria es inquietante. Por eso también es resistencia.
Así que no puedo más que sentirme contento con este mapa, porque es como vestir a un enfermo para devolverle la vida y la dignidad. Por eso los mapas son importantes.
Y cuando veo esos puntos marcados en el mapa que hacen referencia a una librería, a un bar o un poema, no veo solo una herramienta nueva para el turista. Lo que veo también son puntos de resucitación, de reactivación, que necesitamos aplicar con urgencia a esta ciudad. No vaya a ser que un día de estos, se nos vaya por completo.
-----------------------------
Para los interesados en la Casa de la Literatura y el mapa: http://www.casadelaliteratura.gob.pe/
en toda América del Sur el síndrome de la desmemoria de nosotros mismos es un colectivo a atacar desde adentro, desde cada lugar posible, golpeando la piedra una y otra vez para que nos liberen las cadenas culturales y formemos una visión más amplia y más rica de nuestros patrimonios en todos los campos,
ResponderEliminar