Foto: Callejón de Barrios Altos, Javier Lizarzaburu. |
Francesco Lanzafame es un funcionario del BID que trabaja en temas de rehabilitación urbana. Hace unos días, en conexión via Skype desde la ciudad de Washington, participó en un evento organizado por Emilima, la empresa inmobiliaria de la Municipalidad. De todas las presentaciones, la suya fue la que mejor expuso el camino a seguir en cuanto a recuperación. Aquí un resumen de su presentación.
Un punto de partida para Lanzafame, casi un mandamiento urbano, es que “rehabilitar las áreas centrales de una ciudad son indispensables para la sostenibilidad”. Esto porque un Centro Histórico saludable es señal de buena salud de la ciudad toda, y del tipo de gestión que la sostiene.
O sea, sin un buen Centro Histórico no hay buena ciudad, ciudad sana o equilibrada. El proceso que se vive ahora en América Latina, señaló, esta tensión entre crecimiento, destrucción y protección, es similar a lo que pasaba en Europa hace unos 30-40 años. Quizás estamos en un buen momento para insistir en mejores ciudades.
Punto de quiebre
El BID empezó a trabajar en proyectos de rehabilitación de áreas urbanas en los años 70. En ese periodo, coincidentemente, las ciudades de América Latina experimentaron un crecimiento explosivo. Este inesperado cambio, dijo, generó impactos determinantes sobre la gestión y la calidad de vida de esas ciudades. Lima es quizás uno de los ejemplos más dramáticos de este proceso.
Es justamente la época cuando planificación y gestión perdieron eficacia. Eso ha generado ciudades poco sostenibles, con centros deteriorados, y un gran desequilibrio en el uso de los espacios públicos.
Los centros históricos, subrayó, son piezas claves para el desarrollo de una ciudad. “Son como el corazón de un cuerpo humano”, si este falla, falla todo lo demás. La vida comunitaria, la vivienda, los servicios, todo eso decae por un crecimiento descontrolado. Es por eso que en su opinión, “no rehabilitar no es una opción”.
Hay que tener en cuenta, también, que este tema es relativamente nuevo en las gestiones municipales. Durante las últimas décadas, la rehabilitación urbana no fue si quiera un tema en las agendas políticas, sobre todo porque los municipios fueron desbordados por la rapidez del crecimiento.
Patrimonio
Para él, todo lo referente al patrimonio edificado, las casonas, edificios y otras estructuras, es algo que debe ser considerarlo. Porque “es clave importante para preservar la identidad frente a la globalización”.
Pero, aquí la vuelta de tuerca, “el objetivo no tiene que ser la conservación sino la adecuación de edificios y de espacios públicos”, indicó. La ciudad, enfatizó, no puede quedar congelada. No se puede quedar en el pasado. Como tampoco puede arrasar con el pasado en busca de un modelo de ciudad futura.
Menos, cuando ese pasado arquitectónico es tan rico y cargado de historia como en el caso de Lima.
Renovar para el turismo puede ser un objetivo, advirtió, pero no debería ser el enfoque de los proyectos de rehabilitación. Estos proyectos se tienen que hacer con el ciudadano como objetivo. Si luego eso implica que atraen a más turistas, mejor.
Proyecto piloto en Lima
En el caso de Barrios Altos, donde el BID tiene un proyecto de 50 millones de dólares, Axel Radics, funcionario del BID en Lima, señaló que este se está haciendo en la zona más pobre y conflictiva de esa zona: el ángulo formado por las avenidas Abancay y Amazonas.
Este proyecto, que empezó este año después de más de una década de espera, se está realizando con una visión de recuperación integral: vías, espacio público, equipamiento urbano, apoyo a vivienda social, paisaje cultural, urbanístico y seguridad ciudadana.
Para esta institución, es un proyecto piloto que, si funciona, podría extenderse al resto del Centro Histórico.
Lo que quedó claro fue la urgencia para emprender un programa mayor de recuperación en la ciudad. Y quedó en claro también cómo hay que enfocar el camino. Lima, hasta ahora, camina con un objetivo en mente: hacer dinero. Y eso no le da futuro. Se lo quita.
Una de las opciones más fundamentales: hacer del ciudadano, y una mejor calidad de vida, el objetivo de todo proyecto de recuperación. Así sea.
“Sin embargo, el objetivo específico de la rehabilitación no tiene que ser la conservación sino la adecuación de edificios y de espacios públicos para usos actuales”. Esa fue la idea exacta expresada en su presentación. ¿Qué cosas encierra esta idea? ¿Es acaso del todo plausible? ¿No se vislumbra una pequeña rendija por la cual, la identidad que dice defender (a lo largo de todo su discurso), se puede diluir, desaparecer o escapar? El BID no sólo está ofreciendo un financiamiento para la rehabilitación, sino fijando un método de intervención que es conditio sine qua non para que dicho financiamiento se realice (proceda). ¿El BID ha diseñado este método y plan de intervención considerando la particular situación del Centro Histórico de Lima? No me cabe duda de que sí, pero recurriendo a fórmulas genéricas que se aplican globalmente ¿Han participado profesionales peruanos en el desarrollo de este método? ¿Cuáles han sido sus aportes? ¿Quienes dirigen esta intervención (rehabilitación) en el centro histórico? ¿Existe el riesgo de una rehabilitación "a-histórica" en el centro histórico de Lima? Ensayemos algunas preguntas y respuestas, sometamos a crítica y a un exhaustivo análisis a todo aquello que se percibe como bueno o ideal, pero que es susceptible de perfeccionarse.
ResponderEliminarAntonio
Creo que nos está diciendo que hay que ser prácticos también, Antonio. Personalmente pienso que no siempre podemos darnos el lujo de recuperar todo como fue en su momento.
ResponderEliminarHa de recuperarse aquel elemento en el que aún se perciban sus características espaciales, constructivas y estilísticas. Si al menos dos de estas concurren, el objeto está en la condición de ser un documento portador de memoria y de conocimiento. La conservación no tiene porque significar una vuelta a su función pasada. La conservación es un procedimiento que permite la permanencia del objeto. La conservación puede ser: limpieza, refacción, restauración, puesta en valor y en todas ellas ir acompañadas de remodelaciones, ampliaciones y obras nuevas, de tal manera que el resultado sea útil para un usuario contemporáneo con demandas específicas. La rentabilidad económica del espacio y del bien inmueble es cosa importante pues asegura su mantenimiento y servicio. Las posibilidades de intervención son muchísimas pero todas ellas deben de estar definidas en un "manual de recuperación de inmuebles históricos" que es un documento eminentemente técnico que describe los procedimientos y criterios para evaluar e intervenir espacios y edificaciones patrimoniales. Este documento que debiera ser una guía básica, no ha sido formulado. No se deja un centro histórico al libre albedrío de un grupo de personas con heterogéneas visiones de rehabilitación. El problema no es el BID. El problema radica en que no tenemos un protocolo científico para abordar los temas de centros históricos. Los manuales y protocolos de intervención (que no tenemos) son guías para la formulación y ejecución de los proyectos arquitectónicos, de esa manera los resultados de las muchas intervenciones que se realicen en el tiempo guardarán armonía de conjunto. Queda la posibilidad de ser pragmáticos y prácticos a riesgo de bajarle el dedo a casonas en ruinas que sin embargo mantienen intacto el espíritu de su historia. Saludos Javier.
ResponderEliminarGracias, Antonio. Impecable tu comentario, y me queda mucho más claro lo que querías decir. Se supone que el Plan Maestro del CH que todavía están cocinando va en esa dirección, cierto?
EliminarSi te animas a elaborar un poquito más esta idea, con tu estilo didáctico que lo entendemos los no arquitectos, lo publicamos aquí en el blog, qué te parece
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