En Buenos Aires los ciudadanos se han levantado para protestar contra el traslado de un monumento emblemático. |
El aporte más importante que podemos recibir de Argentina es, posiblemente, el papel que en su momento empezaron a asumier los ciudadanos para proteger sus edificios. En cuanto a desmonumentalizar, el mecanismo existe y el autor de estos comentarios cuestiona el papel de autoridades que, en algunas circunstancias, han autorizado la destrucción de bienes históricos . Un agradecimiento especial al arquitecto y restaurador Marcelo Magadan en Buenos Aires. Aquí un extracto de sus comentarios.
Considero que una medida de este tipo puede traer consecuencias graves para el patrimonio. En Argentina hay dos instancias de declaratorias. La nacional (Monumento Histórico Nacional) se hace por decreto o por ley del congreso.
En esas instancias no suele haber pedidos de descatalogación, pero hay que tener en cuenta que son pocos los bienes catalogados como monumento histórico nacional y que buena parte de ellos son bienes propiedad del estado nacional o local.
La otra instancia de protección es la local y esta es más lábil. En muchos lugares del interior los edificios protegidos suelen ser pocos. Aquí hay una posibilidad de solicitar una reconsideración en la instancia de catalogación (en el CAAP), las que invariablemente son tenidas en cuenta dejando de lado el edificio.
La política del CAAP es hacer como que protege dejando librados a su suerte el 90 % de los casos que evalúa.
No está establecido un mecanismo por el que se pueda pedir la descatalogación una vez que el edificio haya sido declarado. De todas formas, las restricciones que se aplican son –en gran parte de los casos- muy escasas (mantener la fachada, por ejemplo).
Marcelo Magadán, arquitecto y restaurador. |
Basta de Demoler y otras agrupaciones con fines similares, tanto en Buenos Aires como en otras ciudades del interior (La Plata, Mar del Plata y Rosario), surgieron a partir de que los vecinos se dieron cuenta de la forma en que se aceleró la destrucción del patrimonio en función de operaciones inmobiliarias especulativas.
Ellos veían cómo se destruía la historia y la calidad de vida de ciertos ámbitos urbanos, frente a la inacción y/o cierta complacencia de los administradores.
En el caso de la ciudad de Buenos Aires, esa destrucción se produce por la falta de protección de un altísimo porcentaje de los edificios históricos.
En nuestra ciudad se ha llegado al absurdo de considerar en la evaluación de un bien con miras a su catalogación, el estado de conservación. Sostengo que es un absurdo porque si consideramos que debemos demoler todo aquello que no está completo y en perfectas condiciones nos quedamos sin sitios arqueológicos y sin tantos otros conjuntos o edificios que por diversas razones han llegado a nosotros en lo que llamamos “estado de ruina”.
Ese conjunto abarca desde los mencionados sitios arqueológicos (Machu Pichu incluido) hasta obras más recientes y que a pesar de haber perdido parte de los elementos constitutivos (p.ej.: los techos y parte de los muros) siguen teniendo importancia para nuestra historia y para la humanidad toda. Este es el caso de las Misiones Jesuíticas de Argentina, Brasil y Paraguay que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad.
Por otro lado, lo que debe evaluarse es si el edificio es patrimonialmente valioso, porque si lo es la restauración es una especialidad que opera sobre él y asegura su mantenimiento y su transmision a las futuras generaciones.
A su vez, quienes trabajamos en esta especialidad sabemos que cuando se destruye un bien se pierde para siempre. Esta falta de prudencia en quienes tienen la responsabilidad de evaluar, manejar y proteger esos edificios es notable y da cuenta de la ausencia de formación específica y de compromiso ético de esas personas.
A nivel del país, una declaratoria de Monumento Histórico Nacional supone que el edificio no puede ser demolido, modificado, ampliado, etc. sin la autorización de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos.
Ahora bien, esto es relativo. A veces la Comisión se entera de la destrucción cuando las obras están avanzadas. En otros casos, como acaba de ocurrir con el desmonte del Monumento a Colón en el Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, la aprueba.
Felicitaciones por este material tan útil para analizar los problemas de la conservación de monumentos en los países americanos Javier.
ResponderEliminaresta semana publicaré una nota donde reúno las conclusiones de los casos presentados
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